De pastor bautista a judío ortodoxo

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La angustiante odisea de Moshé Boldor de desertor perseguido en la Rumania comunista a la libertad en Estados Unidos como judío observante.

En 1983, Jean Boldor era mecánico de automóviles y chofer del Director de Minas en Rumania. Deseaba escapar del país comunista en que había nacido y estudiar la Biblia en libertad. "En un país comunista no puedes hacer cualquier cosa que desees", dice.

El gobierno rumano forzaba a los ciudadanos a celebrar las festividades comunistas. Boldor ansiaba más. "Por alguna razón, estaba apegado al Viejo Testamento y leía sobre el pueblo de Israel y los profetas. Me fascinaba la manera en que Dios sacó al pueblo de Israel de la tierra de Egipto", recuerda.

Aunque siempre se sintió atraído por el estudio bíblico, Boldor no supo hasta mucho tiempo después que tenía raíces judías. La bisabuela de su bisabuela era judía. Desde ese punto, el rastro desaparece. La comunidad judía de su Lupeni natal fue diezmada durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Rumania se convirtió en una colonia de la Alemania nazi y los judíos perdieron sus comercios y su ciudadanía. Al final de la guerra, miles de judíos huyeron a Rumania. Se calcula que a finales de la década del 60 la comunidad judía de Rumania no superaba los 100 000 miembros.

Con el deseo de compartir la alegría que había hallado, Boldor comenzó a enseñar la Biblia a gente joven. "Los comunistas no veían con buenos ojos lo que yo hacía, por lo que muchas veces me llevaron a la estación de policía para interrogarme, esposarme y golpearme, y me dieron tiempo para que pudiera reflexionar sobre mis actividades".

Me perseguían a todos lados, porque era considerado una amenaza al comunismo.

Las personas como Boldor eran arrestadas por sostener sus creencias religiosas y no se les permitía tener Biblias. A los 20 años solicitó permiso para emigrar a los Estados Unidos, donde podría dedicarse a los estudios bíblicos.

"Desde ese momento en adelante me perseguían a todos lados, porque era considerado una amenaza al comunismo", recuerda. "Cuando alguien solicitaba permiso para salir del país pensaban que era un peligro".

Durante cinco años Boldor permaneció en Rumania sin una solución a la vista. La vida se volvió cada vez más difícil, por lo que decidió huir, pero lo atraparon en un tren que se dirigía a la frontera con Yugoslavia.

La policía militar lo arrestó durante 24 horas en un cuarto lleno de personas con los brazos y las piernas quebrados que no recibían ninguna atención médica. Le contaron que los habían golpeado con rifles AK-47. Después de pagar una multa monetaria, lo liberaron y volvió a casa.

Luego, en agosto de 1988, Boldor y su amigo Ion intentaron nuevamente huir, viajando primero en tren y luego a pie hasta la frontera. "Recé pidiéndole a Dios que me salvara. Leía Salmos cuando tenía unos minutos. Pasé tres días sin beber nada de agua", cuenta.

Los aldeanos vieron a dos hombres y alertaron a los militares, que los rodearon y comenzaron a golpearlos.

"Por lo general, las golpizas eran tan duras que pocos sobrevivían hasta la semana siguiente, pero un sargento vio que tenía un libro de Salmos y les ordenó a los soldados no tocarme. Una vez más vi la Mano de Dios y Le agradecí".

Lo pusieron en una prisión militar durante dos semanas. Entonces un amigo de Austria le envió a Boldor una transferencia bancaria de $100 y él usó ese dinero para sobornar a un capitán del ejército para que los liberara a él y a Ion.

Y comenzaron a planear su tercera fuga.

"Leí en el Libro de Ester que Mordejai y Ester ayunaron durante tres días y tres noches para salvar a la nación judía de Hamán, por lo que hice lo mismo. Ayuné durante tres días y tres noches y clamé a Dios pidiéndole que esta vez nos ayudara a lograrlo".

Ayuné durante tres días y tres noches y clamé a Dios pidiéndole que esta vez nos ayudara a lograrlo.

Las plegarias de Boldor fueron respondidas. En septiembre de 1988, él y su amigo Ion tomaron un tren hasta la frontera yugoslava. Saltaron en una estación cercana a la frontera y se escondieron en una montaña de heno. Dormían de día y caminaban o gateaban de noche.

Cuando llegaron a Yugoslavia, caminaron hasta Belgrado, unos 500 km. Allí se subieron al techo de un tren que viajaba a Ljubljana, la capital de Eslovenia, para evitar ser detectados por la policía.

Desde Ljubljana subieron a un tren que iba a Alemania y Austria, llegando finalmente a un campo de refugiados cerca de Viena, con sus ropas llenas de polvo y aceite. La peligrosa travesía de dos semanas había acabado.

"Es difícil describir lo que significa ser libre y estar vivo después de un viaje tan largo y peligroso. Cuando llegamos nos enteramos que 180 personas habían sido asesinadas en la frontera rumana. Una vez más Dios me salvó la vida", dice Boldor.

Él mantuvo su promesa a Dios de estudiar la Biblia si sobrevivía. Como refugiado de un país comunista, obtuvo una visa para Canadá, donde estudió hebreo bíblico y obtuvo un título en educación religiosa en una universidad cristiana. También fue ordenado pastor bautista.

Boldor con sus cuatro hijos, Sara, Amos, Rut e Itzjak.

Eventualmente Boldor se casó, tuvo cuatro hijos y se mudó a Seattle, Washington, donde comenzó una pequeña empresa cuidando ancianos. En 2004 viajó por primera vez a Israel. Allí, durante su visita a la Cueva de Majpelá en Jevrón (donde están enterrados los patriarcas y las matriarcas) el pastor bautista tuvo una crisis espiritual. Siempre había creído que Abraham estaba enterrado en Shejem, como dice la Biblia Cristiana. Ahora descubrió lo contrario. Comenzó a comparar la Biblia hebrea con la cristiana y encontró otras discrepancias. La Torá lo convenció.

"Cuando fui a Israel vi la belleza del judaísmo y del Shabat. Eso me cambió la vida. Los versículos de la Torá cobraron vida", afirma. Siguió los susurros de su corazón durante su infancia y decidió convertirse al judaísmo.

De regreso en Seattle, renunció a su púlpito, comenzó a ir a una sinagoga, a estudiar intensamente Torá y a respetar las leyes de la Torá. El proceso de conversión llevó 10 años. El ex pastor bautista, que cambió su nombre a Moshé, mantiene ahora un hogar kasher y reza con minián tres veces al día.

En la actualidad, para Boldor la Torá es el eje de su vida.

Su matrimonio no soportó los cambios. Su esposa no quería convertirse al judaísmo, por lo que se divorciaron. Tres de los niños se convirtieron y una de las hijas hizo aliá.

Boldor, 56, estudia en una yeshivá virtual y la Torá es el eje de su vida. "Es realmente maravilloso ser parte de la nación judía y seguir los pasos de Abraham". En la actualidad es propietario y administrador de un hogar para ancianos en Seattle.

Moshé aprovecha las dificultades que atravesó para ayudar a otras personas. "Le agradezco a Dios porque tuve la posibilidad de acercarme a la Torá y a Israel e intento ayudar a otros judíos. No es demasiado tarde para regresar a casa y unirse a la nación judía de Israel respetando la Torá.

"En ocasiones lamento vivir en los Estados Unidos. En Rumania me esposaron, me torturaron, me pusieron en prisión por leer y estudiar la Torá. Aquí tenemos libertad, pero a veces es desperdiciada. Mi plegaria es que Dios me utilice para ayudar a otros judíos a valorar la belleza de la Torá".

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