Desarrollar la paciencia: la base para todas las relaciones

3 min de lectura

Tener paciencia con los demás es absolutamente necesario para una vida plena.

¿Pierdes fácilmente la paciencia cuando los niños pierden el tiempo, tu esposo no limpia de la forma que te gustaría o tu esposa siempre llega tarde? ¿Te cuesta mucho esperar en una fila larga, conducir detrás de una persona que va muy lento y no puedes adelantar, o cuando tus empleados no se desempeñan de la forma esperada? ¿Te cuesta esperar tu vacuna o que acabe la pandemia?

Necesitamos paciencia para las cosas pequeñas… y para las cosas grandes. Pero, ¿qué es la paciencia?

De manera simple, paciencia (en hebreo savlanut) es la habilidad de tolerar el dolor de que alguien o algo vaya en contra de mi voluntad.* Quiero que mis hijos estén listos a tiempo y ellos pierden el tiempo. No quiero llegar tarde a mi cita y estoy atorada detrás de un conductor que va de paseo. Quiero un matrimonio sano y mi suegra no pierde ni una oportunidad de resaltar todos mis defectos.

La impaciencia es una forma de enojo. Hay un continuum. Por un lado, estamos impacientes o ligeramente irritados y entonces comienza a intensificarse y pasamos a estar molestos, indignados, enojados, exasperados, furiosos y, finalmente, totalmente enfurecidos. En cada caso nos enojamos porque no se cumple nuestra voluntad y no podemos tolerar el dolor que eso nos provoca. Es sólo una cuestión de intensidad.

Tener paciencia con los demás es absolutamente necesario para tener éxito y placer en la vida. Las personas tienen defectos, cometen grandes errores y, a menudo, son muy irritantes. Una persona paciente entiende que cada relación que tenga requerirá soportar las debilidades y malas conductas de la otra persona. La persona paciente resuelve soportar la carga de otras personas y no abandonarlas cuando las cosas se ponen difíciles.

Paciencia no significa ocultar tu molestia o enojo. Es llegar a un lugar de aceptación real de los demás y reconocer que tú también tienes defectos.

Paciencia no significa que soy bueno ocultando mi molestia o mi enojo. Significa llegar a un lugar de aceptación real de los demás, reconocer que yo también tengo defectos y características que los demás deben tolerar y soportar. Significa estar en un lugar donde puedo pensar con claridad cómo responder apropiadamente en situaciones desafiantes y no limitarme a reaccionar.

En definitiva, una persona verdaderamente paciente sigue siendo amable con quien la irrita, sin evitar ayudarla ni desconectarse. Una persona paciente no abandona una relación sólo porque las cosas se ponen difíciles.

Cuando la Torá dice que Dios es "lento para la ira", se refiere a la paciencia de Dios. A menudo nos comportamos de forma opuesta a Su voluntad y Él lo soporta pacientemente, porque sabe que somos humanos, que cometemos errores e incluso transgredimos Sus directivas voluntariamente. Él espera que nos arrepintamos, que aprendamos de nuestros errores y crezcamos, incluso si lo hemos insultado, por así decirlo. Mientras tanto, Él no se desconecta ni nos niega Su bondad.

El Talmud enseña que cuando nos presentemos al juicio final nos formularán la siguiente pregunta: “¿Coronaste sobre ti a tu amigo con un espíritu calmo?” Esto significa: ¿Llevamos la carga de los demás con paciencia y bondad?

Pasos prácticos para desarrollar la paciencia

  1. Ten consciencia de las situaciones en las que te resulta difícil tolerar el dolor que otros te provocan sin desconectarte, hacer muecas o hacer un comentario sarcástico, enfadarte o algo peor.
  2. Escoge una situación recurrente sobre la que te gustaría trabajar.
  3. Visualiza la forma ideal en que te gustaría manejar esa situación con calma, aceptando el defecto o la mala conducta de la otra persona y respondiendo de forma amable.
  4. Practica estas conductas externamente, incluso si por dentro te sientes irritado o a punto de estallar. Puede llevar mucho tiempo llegar a ponerlo en práctica. No te rindas, aunque sigas fallando.
  5. Al llegar a tener éxito con el punto 4, notarás que te sientes más calmado. Hay un principio del judaísmo que asegura que las conductas externas impactan internamente.
  6. ¡Cree que puedes hacerlo!
  7. Sigue practicando. Cada día te dará nuevas oportunidades.

*Rav Moshé Jaim Luzzatto, Mesilat Yesharim, capítulo sobre nekiut-limpieza.

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