Ya sea que hayas aprendido a no comer con la boca llena o a acomodarte la servilleta sobre el pecho, todos crecimos con diferentes reglas familiares y de etiqueta. Estas reglas y normas son especialmente pronunciadas en los hogares judíos, donde cada comunidad judía tiene una opinión diferente.
Para entender los diferentes enfoques sobre la etiqueta a la hora de comer, acudimos a las voces de prominentes filósofos, pensadores y líderes de comunidades judías. Con sus profundas reflexiones sobre ética, estos individuos han contribuido al pensamiento judío y a la conversación más amplia sobre la vida comunitaria.
Maimónides y la moderación
Veamos en primer lugar lo que pensaba Moisés ben Maimón, conocido como Maimónides, quien fue una imponente figura en la filosofía judía medieval. Maimónides nació en Córdoba, España, en 1135, y vivió en la tumultuosa época de la conquista de los almohades, lo que llevó a que su familia buscara refugio en Marruecos y eventualmente se asentara en El Cairo, Egipto. La proeza intelectual de Maimónides abarcó disciplinas desde la medicina a la teología. Sus influyentes obras, como la “Guía de los Perplejos” y “Mishné Torá”, reformularon el pensamiento judío.
Con su énfasis en el equilibrio y la moderación en todos los aspectos de la vida, Maimónides brindó valiosas perspectivas sobre los modales en la mesa. Él enfatizó la virtud de la templanza, alentando a los individuos a comer y beber con moderación.
Maimónides estaba bastante adelantado para su época cuando aconsejó que se debe “Comer sólo cuando tienes hambre. No sigas comiendo hasta que tu estomago esté lleno. Come un cuarto menos de la cantidad que te haría sentir satisfecho. Siempre siéntate a comer. Di una bendición. Agradece antes y después de comer”. Estos son los mismos consejos que te daría cualquier nutricionista moderno que valga la pena.
El Talmud
También en el Talmud encontramos muchas ideas profundas. Cualquiera que se haya sentado en un tren junto a alguien que come una lata de atún puede dar testimonio sobre la verdad de esta cita: “Cualquier cosa que cause expectoración o un olor no debe comerse en compañía”.
El Talmud también habla de que los eruditos están sujetos a un estándar mayor que los demás y que nunca deben comer parados ni chuparse los dedos después de una comida, “porque ese es el modo de los glotones”.
Que no quede ninguna miga
Otro concepto fundamental del judaísmo es el de “Bal Tashjít”, el principio de no desperdiciar. Este concepto tiene fuertes raíces en la literatura judía, tanto que muchos evitan desechar rebanadas completas de pan y prefieren donar el pan a los vagabundos y hambrientos. Los vegetarianos judíos modernos usan este principio como una justificación para la dieta vegetariana, diciendo que lleva a un estilo de vida más sustentable y con menos desperdicios. Esto pinta una realidad muy diferente de la estereotípica bobe (abuelita) que te sirve un plato tras otro de sopa de bolitas de matzá, aunque ya estés lleno.
Muchas de las actitudes con respecto al desperdicio en épocas más modernas provienen del mundo judío post-Holocausto, traumatizado por la hambruna en los campos de concentración y en los guetos. Las innumerables historias de sobrevivientes que escondían pan bajo sus almohadas y nunca desperdiciaban ni siquiera una cáscara de papa después de sus experiencias con el hambre y la incertidumbre respecto a cuándo tendrían su siguiente comida, han reforzado el concepto de no desperdiciar alimentos. Estas son las mismas ideas que expresa el movimiento contemporáneo de cocinar sin desperdicios (Zero Waste Food Cooking) que apunta a una dieta que se asegura de utilizar cada bocado de alimento que se pueda cocinar.
Rabi Najman de Breslov y comer lento
Rabi Najman fue un rabino jasídico y fundador del movimiento jasídico de Breslov. Él revitalizó el movimiento jasídico con sus enseñanzas, las cuales fusionaron el misticismo con las escrituras judías. Es conocido por tener muchos aforismos sobre la etiqueta a la hora de comer.
“Ten cuidado de no devorar tu comida con apuro. Habitúate a comer lentamente, con calma, saboreando y disfrutando realmente la comida y con los mismos modelas como si estuviera presente un importante invitado”.
“Una de las marcas de dignidad humana es comer sólo lo que uno necesita. Quien come más de lo que necesita es como un animal que come y mastica todo el día. Esto puede provocar enfermedad”. Rabi Najman continuó diciendo: "Comer apropiadamente de esta forma subyuga la tendencia a la locura y eleva las facultades intelectuales y espirituales”.
El exceso de indulgencia es un punto que critican muchos de los grandes pensadores judíos, y en esto están de acuerdo con los pensadores estoicos de la antigua Grecia. Rabi Najman sigue explicando cómo “nuestra conciencia espiritual se opaca en el grado que satisfacemos nuestros antojos por cosas y comida en exceso de lo que necesitamos para cumplir nuestra misión en este mundo. Para recuperar nuestra sensibilidad espiritual, tenemos que rectificar esos antojos”. En el mundo actual, con la influencia del conteo de calorías y de la alimentación consciente, las palabras de Rabi Najman suenan más ciertas que nunca.
Filósofos judíos modernos
Incluso en la época moderna, siguieron fortaleciéndose las discusiones sobre los modales y la etiqueta en la mesa.
La postura de Rav Abraham Joshua Heschel, un venerado teólogo judío del siglo XX, aunque desafiante en la práctica, es inmensamente inspiradora espiritualmente. Heschel consideraba que la cena comunitaria era una experiencia completamente única y divina. Él alentaba a los individuos a enfrentar las comidas con reverencia, reconociendo la santidad del alimento. Las obras de Heschel nos invitan a ver el acto de comer no sólo como una necesidad física sino como una oportunidad de gratitud, reflexión y conexión. Él considera la cena como un momento para relajarse después del trabajo y no una oportunidad para hablar sobre él. los estadounidenses trabajan más que nunca antes. Él considera que dedicar intencionalmente tiempo a nuestras relaciones personales es un esfuerzo espiritual gratificante.
Para comprender esta idea, Rav Avraham Greenbaum escribió: “Comer de esta manera, en el espíritu de santidad, permite que las chispas que están atrapadas en la comida encuentren su tikún, sanando, reparando, arreglando. Entonces se convierte en una comida sagrada y tu mesa se convierte en un altar… Todo lo que tienes, tus pertenencias, tus animales, tus alimentos, ropa, hogar, negocio o trabajo, y cada situación en la que te encuentres; todo eso pertenece a las chispas de tu propia alma, la cual debes elevar”.
A través de la sabiduría de filósofos judíos como Maimónides, Heschel y Rabi Najman, así como los conocimientos talmúdicos antiguos, encontramos una guía respecto a cómo infundir nuestras cenas con un significado más profundo y tratarnos a nosotros mismos con mayor reverencia. Al explorar estos conocimientos, desenterramos un tesoro de principios que nos invitan a cenar como una necesidad física y una experiencia espiritual y comunitaria.