Medio oriente
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Comparar los ataques y el número de víctimas entre Israel y Hamás es insensato y tendencioso.
"Dos muertos en Gaza y cuatro heridos en la ciudad israelí de Sderot". Esta podría ser una de las formas, simplistas, de resumir la dinámica de este sábado 14 de julio, la peor en los últimos cuatro años entre Israel y las organizaciones terroristas de la Franja gobernada por Hamas. También podría decirse que ha sido la escalada más seria desde la guerra del 2014. El problema es que esta terminología deja la impresión incorrecta de que hay aquí dos partes iguales que se enfrentan y son igualmente responsables por lo que sucede.
La realidad es diferente.
Las partes son desiguales, claro que sí. Pero no porque Israel es una gran potencia militar —sus enemigos le han obligado a serlo por no darle respiro desde su creación—ni porque tiene aviones que Hamas no tiene. La desigualdad central, que determina la realidad en el terreno, está en el abismo entre las intenciones y la actitud ante la vida de ambas partes. Y de ello deriva la responsabilidad por la situación actual.
Sin ataques desde Gaza hacia la población civil israelí, no habría ni un ataque israelí contra posiciones de Hamas en Gaza. El problema es que la información internacional, en general, no analiza a fondo.
Probablemente llame hoy más la atención informar que la Fuerza Aérea israelí destruyó un edificio de cinco pisos en la zona de Shatti en Gaza en el que había varias posiciones de Hamas, y atacó más de 40 blancos de Hamas en la Franja de Gaza, en lo que fue la jornada más dura en los últimos cuatro años. Ver un edificio alto, en plena luz del día, desmoronándose por un ataque aéreo, es sin duda impactante. Y muy especialmente, al haber informado los palestinos que a raíz de ello murieron los jovencitos Amir al-Numra (15) y Lu'ay Kuhail (16). De más está aclarar lo trágico que resulta que mueran dos muchachitos de esa edad que no estaban involucrados en ninguna actividad terrorista.
Pero esto es sólo parte de la historia. Este es el corolario de meses y meses de advertencias israelíes a Hamas, que ha estado provocando y atacando a Israel a distintos niveles, exponiendo a su propia población al peligro. Los ataques israelíes contra decenas de blancos de Hamas no son la provocación,sino la respuesta tras una constante contención que duró mucho tiempo.
Otra parte de la historia es explicar respuesta a qué. A constantes intentos de infiltrarse a territorio israelí. A los túneles terroristas que Hamas continúa cavando hacia Israel, de los cuales otros dos han sido destruidos este sábado. A ataques a la cerca fronteriza que protege a los poblados civiles ubicados a corta distancia. A numerosos disparos de morteros y cohetes en las últimas semanas. A más de 100 cohetes y proyectiles disparados desde Gaza hacia los poblados israelíes adyacentes a la frontera con la Franja desde la 1 de la madrugada del sábado hasta las 3 de la tarde. Y luego se agregaron otros 100, hasta poco después de las 8 de la noche.
Y de fondo, los ya más de mil incendios provocados por cometas y globos incendiarios lanzados desde Gaza, en una nueva forma de terrorismo que podrá parecer muy romántica pero es letal y ha quemado ya más de 3 mil hectáreas. Esa es una superficie mayor que la de algunas ciudades enteras de Israel: Rehovot, Netanya, por mencionar algunas. Equivale a casi la mitad de la superficie de Haifa, la tercera ciudad de Israel.
Pero vayamos a otros lares para que las equivalencias sean captadas mejor. Para entender cuánto se ha “aguantado” Israel al no responder hasta ahora en forma contundente, quizás ayude “traducir” otro términos cercanos el daño que eso ha causado, con ejemplos concretos de otros lares. Los incendios provocados desde Gaza, que es cierto aún no han matado a nadie, han quemado una superficie de 30 kms2 en el sur de Israel. Eso equivale a:
¿Es normal que un país no responda ante una situación de este tipo?
Aún así, es importante saber que antes de atacar el edificio de Hamas en Shatti, Israel avisó a la gente que lo abandone. Llamó a cada uno a su celular, para tratar de minimizar el riesgo de víctimas.
Otra parte de la historia que no creemos se difunda ampliamente, es lo que pasa del lado israelí aunque no se vea imágenes dramáticas. El esfuerzo que Israel dedica a proteger a su población, se manifiesta en el impresionante éxito de la “Cúpula de Hierro” que intercepta a la enorme mayoría de los morteros y cohetes en el aire y los destruye, impidiendo que caigan dentro de los poblados civiles, donde de todos modos las habitaciones blindadas en cada casa salvan vidas.
Ayer algunos tuvieron menos suerte. Un cohete impactó en una casa en la ciudad de Sderot, junto a una sinagoga. Cuatro civiles resultaron heridos. El daño habría sido peor si en lugar de pegar, por milagro, en el techo de la pieza protectora, hubiera pegado en otra parte. El canal 2 de la televisión israelí transmitió además imágenes grabadas por alguien al parecer con un teléfono celular, mostrando lo que sucede en el terreno en Israel aún cuando no se reporta sobre ningún tipo de víctimas : una pareja tirada en el piso cubriendo con sus cuerpos a su bebé, y la mujer gritando histérica, llorando, que le tiembla todo el cuerpo, que no se puede mover.
Y se tiraron al piso, ya que sabían bien, por experiencia de años, que tienen hasta 15 segundos para resguardarse, y cuando uno comprende que no llega, el peor de los males es al menos no estar parado, ya que una esquirla que vuela, puede matar, y al nivel del suelo, hay menos probabilidades de que eso suceda.
15 segundos. ¿Qué alcanzamos a hacer en 15 segundos?
Hay que alcanzar también en medio de la noche. Padres con hijos chicos. Con bebés. Gente mayor. Todos están alertas a las alarmas que suenan y advierten. A esa constante angustia de cómo tratar de preservar la cordura y la normalidad, cuando del otro lado hay terroristas que prefieren dedicar tiempo a todo esto y no a fomentar el desarrollo y ayudar a su propia población que tanto lo necesitaría.
Fuente: Montevideo.com.uy, porisrael.org
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