Dos niñas que se salvaron escondiéndose en un contenedor de verduras

07/11/2022

4 min de lectura

Lila Millen y su hermana sufrieron dos años de terror y hambre en el gueto de Varsovia. Una mujer gentil justa las salvó.

“La muñeca de la suerte”. Ella fue el único juguete que Lila Millen tuvo durante su infancia en Polonia, durante la Segunda Guerra Mundial. Un regalo de su padre, la muñeca ayudó a consolar a Lila después de la guerra cuando cumplió 8 años y descubrió que era una niña judía y no católica y tuvo que dejar atrás las canastas de pascua, los rosarios y una forma de vida que era una cortina de humo para evitar que su familia fuera entregada a los nazis.

La muñeca de la suerte fue un regalo de su padre, a cambio de dejar el rosario y las canastas de pascua.

Lila nació el 15 de noviembre de 1937 en Lodz, y no tiene demasiados recuerdos de la ocupación de los nazis de Polonia en septiembre de 1939. Sin embargo, uno quedó grabado en su cerebro: vio alemanes sacando talitot (mantas de rezo) y libros de rezos de la sinagoga y apilándolos para encenderlos.

Con su hermana mayor, Anne, y sus padres, Mark y Ruth Skorecki, ella sufrió dos años de terror y hambre en el gueto de Varsovia. Cuando sus padres iban a trabajar, las niñas se escondían en un contenedor de verduras que su padre había fabricado con madera. Cubiertas con trapos, cebollas, zanahorias y papas por encima, por detrás estaba vacío y tenía dos pequeños asientos y una bacinilla.

Los años de infancia perdidos: sin juguetes, sin ruido

“Nos sentábamos ahí todo el día. No teníamos comida, no teníamos libros, no podíamos hablar. Estábamos entrenadas para permanecer muy silenciosas”, recuerda Lila, ahora de 83 años de edad y residente de Nueva Orleans, California.

Lila recuerda que a veces escuchaban el sonido de los alemanes subiendo las escaleras y hablando, pero nunca las encontraron. “Creo que Dios nos estaba cuidando”.

A veces las niñas también se escondían bajo los tablones del piso de la fábrica de zapatos donde trabajaban sus padres.

Durante el Holocausto, los niños fueron especialmente vulnerables. Los nazis asesinaron alrededor de un millón y medio de niños en toda Europa, la mayoría de ellos judíos. Algunas personas no judías escondieron niños judíos y también a sus familias.

Un oficial del ejército polaco ayudó a la familia de Lila a evitar la deportación a un campo de concentración, ayudándolos a salir del gueto en un camión de basura hacia el lado ario de Varsovia. Allí los esperaban gentiles justos: una mujer llamada Katarzyana Piotrowska y su hija Natalia, de 27 años.

La madre sabía que sus huéspedes eran judíos, pero escondió el secreto a su hija. La sanción nazi por ayudar intencionalmente a judíos era la muerte. Katarzyana Piotrowska dijo que la familia eran parientes que habían llegado de visita.

Hacerse pasar por una polaca católica

Lila, con su cabello rubio y sus ojos azules, pasaba fácilmente como una polaca católica e iba a la iglesia con los Piotrowska, mientras que su hermana Anne no podía arriesgarse a ser vista porque tenía el cabello oscuro y apariencia semítica.

Después de esconderse durante un año y medio con los polacos, la guerra terminó en 1945. Lila, sus padres y su hermana tuvieron suerte no sólo de estar vivos, sino también de tener a su pequeña familia intacta.

El padre de Lila tuvo que persuadirla para que abandonara los vestigios de su vida como católica. “Él me dijo: 'deja todo eso y te compraré una muñeca'. Me traje a la muñeca de la suerte conmigo a los Estados Unidos. La he guardado todos estos años. Hemos estado aquí desde 1949”, contó Lila.

Adam, Lila y Anne

La familia, junto con el bebé Adam que nació en el campamento de refugiados en donde esperaron sus visas, llegó a Nueva Orleans. La transición, a pesar de ser feliz, fue difícil. “Yo no sabía el idioma”, explica Lila. “No conocía las costumbres. Antes nunca había ido a la escuela, así que tenía bastante que recuperar para mi edad. Tuve maestras maravillosas que me ayudaron mucho. A ellas les doy el crédito de mi primera educación”.

Comenzar una nueva vida en Nueva Orleans

Cuando era una jovencita, Lila asistió a una escuela de negocios y conoció a su futuro esposo, Norman Millen, en un baile en el centro comunitario judío de Nueva Orleans. Ellos tuvieron dos hijas. Lila quería que sus hijas tuvieran la infancia que Anne y ella nunca tuvieron, así que decidió no cargarlas con información sobre los terribles años del Holocausto.

Las hermanas Anne Levy (izquierda), y Lila Millen sobrevivieron el Holocausto escondiéndose en un mueble de madera que construyó su padre.

La familia incluye seis nietos y a Anne Levy, la hermana de Lila y su mejor amiga, quien es conocida por haberse presentado en contra del neonazi y negador del Holocausto David Duke en el Capitolio del estado de Luisiana.

La nieta conoce a la muñeca de la suerte

La nieta de Lila, Rebeca Brown, conoció por primera vez a la muñeca de la suerte en el 2018. Rebeca tenía 18 años y estudiaba en el último año de la escuela para niñas Goldie Margolin en Memphis. Rebeca entrevistó a su abuela para “Names, Not Numbers” (Nombres, no números), una película conmemorativa del Holocausto realizada por estudiantes.

“Entendí cuán significativa era la muñeca. Vi cómo se emocionó al sostenerla en sus manos", recuerda Rebeca.

Rebeca siempre había sabido que Lila era una sobreviviente del Holocausto, pero no había comprendido cuán pequeña había sido durante los años de la guerra. “Mi abuela no habla mucho. Esa fue la primera vez que la escuché hablar de la guerra”.

El mensaje de Lila a los jóvenes es que deben aprender la lección del Holocausto y no olvidar nunca esa malvada mancha en la historia. En sus palabras: “A veces no eres castigado por lo que haces, sino por quién eres. El Holocausto ocurrió porque éramos judíos”.

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