Medio oriente
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Salió corriendo de su automóvil y atrapó a un terrorista. Una lección justo a tiempo para Purim.
El alcalde de Jerusalem, Nir Barkat, su jefe de oficina y un guardaespaldas estaban detenidos en un semáforo en el centro de Jerusalem en la tarde del domingo 22 de febrero cuando notaron que algo pasaba.
A pocos metros en la Plaza Tzahal, Avraham Goldschmidt de 27 años, acababa de ser apuñalado en el estómago por un terrorista. El terrorista intento apuñalarlo de nuevo, pero Goldschmidt, peleando por su vida, se defendió del atacante con lo único que tenía a mano: su bolsa de tefilín. Mientras luchaba, Goldschmidt gritó: “¡Tiene un cuchillo!”; más tarde explicó que gritó “para que todos pudieran alejarse”.
Nir Barkat se bajó de su auto y, junto con su guardaespaldas, se dirigieron rápidamente hacia el terrorista armado, quien para entonces había dejado a un ensangrentado Goldschmidt y ahora corría por la calle sosteniendo su cuchillo. La grabación de las cámaras de seguridad muestra cómo el alcalde junto a su guardaespaldas lucharon con el terrorista. Mientras el aterrado público observaba, el alcalde y su guardaespaldas caminaron vacilantes por al pavimento y abatieron al atacante.
Al final, el terrorista fue neutralizado y el alcalde Barkat corrió hacia Goldschmidt, quien se recostó en la calle. Barkat puso su abrigo sobre Goldschmidt y esperó con él hasta que llegó una ambulancia y la policía.
Barkat fue catalogado de héroe en Israel y en el extranjero. Los israelíes comenzaron a hacer bromas y a referirse a él como Barkatman, y pusieron en las redes sociales fotos del alcalde disfrazado de superhéroe. Pero más allá de las bromas, hay serias preguntas: ¿Qué hizo al alcalde olvidar su elevado puesto e ignorar su propia seguridad? ¿Qué lo motivó a dejar la seguridad de su automóvil y correr para enfrentar a un potencial asesino?
El valiente actuar del alcalde Barkat ocurrió a pocos días de Purim, festividad en la cual celebramos otro acto de heroísmo que fue realizado por alguien que ostentaba un alto cargo en el pasado, la Reina Ester, quien arriesgó su vida para salvar al pueblo judío del asesinato y la aniquilación. Su actuar nos dio una guía de qué significa actuar con coraje.
Luego de que fuera emitido un decreto de genocidio en contra de los judíos en el vasto Imperio Persa, el líder judío Mordejai le pidió a Ester que intercediera. El único problema era que Ester se enfrentaba a un verdadero riesgo de ser asesinada si se aparecía frente al rey sin haber sido invitada. Por un instante Ester dudó, temiendo por su propia seguridad, hasta que Mordejai la ayudó a recuperar el coraje: “Si te quedas silente en esta crisis”, le dijo él, “el alivio y la salvación llegarán a los judíos de otra parte, mientras que tú y la casa de tu padre perecerán. Y quién sabe, quizás has alcanzado tu posición real sólo para esto” (Ester 4:14).
En un segundo, Ester se dio cuenta de cuál era su propósito en la vida. Ella estaba en el lugar apropiado en el momento apropiado para poder ayudar, y se dio cuenta que eso no era una coincidencia; todas las circunstancias de su vida la habían guiado cuidadosamente hasta ese momento. Al darse cuenta de eso, se borró toda duda y obtuvo el extraordinario coraje que necesitaba para actuar.
Es fácil pensar en demasía sobre las situaciones, elaborar complicados razonamientos de por qué es demasiado difícil actuar. Reconocer que Dios nos pone desafíos que nos invitan a sacar todo nuestro potencial, puede inspirarnos a actuar y aprovechar esos momentos.
Y eso el lo que pareciera que el heroico alcalde de Jerusalem sabía de forma intuitiva. Neutralizar a un terrorista armado no es la única vez en que Nir Barkat ha ido en ayuda de otro judío. En el 2004, cuando era miembro del Consejo Municipal de Jerusalem, Barkat iba manejando detrás de un bus que fue explotado por un terrorista. Entonces, Barkat también se dirigió a toda prisa hacia la escena, ayudando a evacuar a los sobrevivientes, prestando servicios de primeros auxilios e incluso salvando la vida de una mujer.
“Vi el bus explotar frente a mí”, dijo Barkat en ese entonces. “Me estacioné a un lado de la calle y fui de los primeros en entrar al bus. Comenzamos a evacuar a los heridos y les prestamos servicios de primeros auxilios. En ese momento no pensamos, sino que sólo nos enfocamos en ayudar a la gente y en rescatarlos”.
En ambas instancias de crisis, el alcalde Barkat “no pensó” antes de actuar. Quizás, al igual que Ester, él ya había hecho su proceso de pensamiento: ya sabía que encontrarse en una posición en que podría ayudar a otros es un regalo demasiado preciado para desperdiciar.
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