El amor de una madre y Iom Kipur

10/10/2024

3 min de lectura

Después de la muerte de mi madre sufrí de baja autoestima, tristeza y culpa. Mi perspectiva sobre Iom Kipur sólo hizo que todo fuera peor.

Mi madre falleció cuando yo tenía 21 años, una experiencia que me dejó en un estado de dolor emocional crónico durante casi una década. Ella era la base de nuestra familia. Nos educó sola a mi hermana y a mí después de que nuestros padres se divorciaran cuando éramos pequeños. Cuando mi madre murió, sentí como si hubiera perdido mi sentido de ser y me sentí solo y perdido. Mi madre siempre me apoyó, estaba dispuesta a ayudarme a resolver todos mis problemas y, lo que es más importante, me amaba incondicionalmente. Además del dolor, me quedé con sentimientos de culpa por no haberla valorado lo suficiente.

Pero la parte más dura del duelo fue que ya no tenía a nadie a quien acudir en busca de consuelo. ¿A quién acudes cuando sufres sino a tu madre? Añoraba el cálido abrazo de mi madre, el único lugar en el que me sentía suficientemente seguro como para llorar y lamentarme de verdad para poder desprenderme de toda la tristeza y el dolor. Esa era precisamente la pérdida por la que lloraba.

Buscando desesperadamente algo en lo que apoyarme, comencé a acercarme al judaísmo. Tras la pérdida, comencé a ir a diario a la sinagoga para decir Kadish y eventualmente comencé a cuidar el Shabat. Me sentía profundamente conectado con la alegría del Shabat y las festividades, la calidez de la comunidad, las plegarias inspiradoras y los debates edificantes. Eso me ayudó a llenar el vacío que había en mi vida en ese momento.

Iom Kipur no se trata de culpas. El Talmud dice que es el día más bello del año.

Pero mi primer acercamiento a las Altas Fiestas fue desconcertante. En vez de la calidez, la alegría y el amor de Dios que tanto me atraían, el enfoque cambió a uno de miedo, aislamiento y un Dios que juzga. Para mí, los iamim noraim, eran literalmente días terribles. Las largas horas de pie en la sinagoga mientras me moría de hambre tenían poco que ver con lo que tanto me había atraído. Había todavía algo más sutil. Parecía que Iom Kipur era un día para sentirme culpable por todo lo que había hecho mal en el último año. Todavía de luto, mi frágil ego no necesitaba sentirse todavía peor de lo que ya estaba. ¿Acaso este era el mismo judaísmo que me había atraído?

A pesar de todas las bromas sobre la culpa judía, no se supone que Iom Kipur deba ser un día negativo. De hecho, el Talmud dice que es el día más bello del año.

De acuerdo con la Cábala, el misticismo judío, hay diversas energías espirituales que sirven para filtrar la Unicidad Infinita de Dios en atributos tangibles que podemos emular. Las fuentes antiguas dicen que Iom Kipur es un día para conectarnos con una energía espiritual llamada, Biná, a la cual se refieren como la Madre Suprema. El amor de un padre tiene dos caras. Depende de nuestros actos y de nuestro esfuerzo por construir esa relación. Pero la madre ama al niño incondicionalmente. Ella es una con el niño, literalmente el niño en un momento fue parte de su cuerpo, y ella lo ama como a su propio ser, sin ninguna razón. Por eso nos referimos a nuestra patria como "la madre patria", a nuestro planeta como "la madre tierra". La madre representa la fuente de nuestra existencia.

Dios se relaciona con nosotros de ambas maneras. Como un padre, a Él le importa nuestra conducta. Pero como una madre, Él nos ama sin importar lo que hagamos, exactamente como somos. Sólo en el cálido abrazo de la madre es seguro ser vulnerable y llorar. Desde ese lugar de amor incondicional, realmente podemos sanar. En sus brazos, es fácil pedir perdón por todas las cosas que hicimos y que dañaron esa relación, y comenzar a cambiar.

Iom Kipur es un día para conectarnos con el hecho de que Dios nos ama incondicionalmente, como una madre.

Iom Kipur es un día para conectarnos con el hecho de que Dios nos ama incondicionalmente, como una madre. Iom Kipur no brinda expiación y renueva la cercanía a Dios porque confesamos nuestros pecados, sino más bien que debido a la íntima cercanía con Él en este día nos sentimos finalmente seguros para poder confesar nuestros pecados. En el abrazo de Dios podemos liberarnos de los bloques que dañaron nuestra relación con Él. Cuando reconocemos cuánto nos ama, podemos comprometernos a cambiar los comportamientos que no se alinean con nuestro ser verdadero.

Iom Kipur es en esencia un día para retornar al "vientre" afectuoso de Dios, un lugar donde podemos convertirnos en uno con Dios. En Iom Kipur, los sentimientos de inseguridad, negatividad y culpa pueden fundirse en el abrazo incondicional de nuestra Madre Suprema.

A pesar de mis dudas iniciales respecto a Iom Kipur en los primeros años de mi travesía hacia el judaísmo, desde entonces se ha convertido en una fuente de profunda sanación y conexión. Iom Kipur es el día del gran consuelo, un día para reconocer que siempre somos amados incondicionalmente por el Creador.

Aunque mi madre ya no está en este mundo para abrazarme, siempre estoy abrazado por mi Madre eterna en el Cielo.

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