El año judío y su potencial para tu crecimiento espiritual

7 min de lectura

Utiliza los 12 meses del calendario hebreo como un mapa para tu crecimiento espiritual.

Todos rezamos para que el nuevo año traiga consigo mucha bendición. Pero, ¿qué rol jugamos nosotros para que eso ocurra? Podemos mejorar nuestra vida por medio de reflexionar sobre los 12 meses del calendario hebreo y las ideas principales que podemos recibir de ellos.

Este Rosh HaShaná piensa a futuro y explora estos 12 mensajes extraídos de los meses del año judío. Los 12 meses componen un currículo magnífico para tener una vida buena, de acuerdo a la perspectiva de la Torá.

1. Tishrei: Perfecciónate.

“Todo el mundo piensa en cambiar el mundo”, dijo Leo Tolstoi, “pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”. El judaísmo siempre entendió la sabiduría de estas palabras. Todo Rosh HaShaná comienza con el mandamiento de la introspección personal. Todo año nuevo, mientras pensamos en el destino del mundo, Dios nos exige que revisemos nuestra propia vida, reflexionemos sobre nuestros fracasos personales y comencemos un proceso de arrepentimiento.

El mundo es sólo una conglomeración de individuos, y cuando pensamos en sus errores, debemos primero golpear nuestro propio pecho en confesión y arrepentimiento.

Cuán destacable es que cuando el Sumo Sacerdote ofrecía sus plegarias en el Santo Sanctórum durante Iom Kipur, él seguía la secuencia de expiación primero para sí mismo, luego para su familia y luego para toda la congregación de Israel.

El mensaje del primer mes del calendario judío es que recemos por el mundo, pero que nos perfeccionemos a nosotros mismos primero.

2. Jeshván: Haz que cada día cuente.

El calendario comienza con un mes que contiene una multitud de festividades, el cual es seguido por uno que no tiene ni siquiera una sola festividad, y esto conlleva una profunda enseñanza. Jeshván tiene el objetivo de recordarnos que nuestra vida es mucho más que los días marcados por una celebración especial. La verdadera prueba a nuestro carácter es la forma en que tratamos los momentos cotidianos de nuestra existencia. El judaísmo no tiene un día de la madre o del padre. Honrar a los padres y demostrar la gratitud que corresponde no debe jamás restringirse a un evento específico de un solo día de duración. Los aniversarios son ocasiones bonitas en las que se le puede regalar amor a nuestra alma gemela, pero es mucho más bonito darle expresión al valor incalculable de una relación de manera regular y consistente.

En un destacable pasaje del Talmud, nuestros sabios preguntan cuál es el versículo más importante de toda la Torá. El rabino que ofrece la última de una seguidilla de opiniones (lo que probablemente muestra que es la respuesta más acertada) dice que es aquel en el cual se nos exige ofrecer un sacrificio todas las mañanas y un sacrificio todas las noches. Este es el versículo que toma todos los ideales de la Torá y los pone en el nivel más elevado: cuando son realizados de manera diaria y consistente. Jeshván nos enseña que todo día puede y debe ser vivido como una festividad.

3. Kislev: Lucha con luz.

En medio del invierno, cuando estamos rodeados por la oscuridad, encendemos las velas de Januca. Esta festividad de las luces no sólo nos recuerda el milagro de los macabeos, sino también una verdad central de nuestra fe: Sin importar cuán precaria sea nuestra situación o cuán imposible parezca salir victoriosos, “ni con proeza ni con poder, sino con mi espíritu, dice Dios”. No había suficiente aceite ni siquiera para una noche, pero duró las ocho, en contra de todas las reglas naturales y las expectativas racionales. Januca es la festividad que nos enseña el mensaje de la esperanza en contra de todos los pronósticos. Kislev nos recuerda que nunca tenemos que darnos por vencidos en la oscuridad de las dificultades personales. Desesperanza y depresión no son parte del léxico de los creyentes.

Si bien se les atribuye a otros, nosotros fuimos los primeros en decir que “es mejor encender una vela que culpar a la oscuridad”.

4. Tevet: Demoliendo los muros.

El décimo día del mes de tevet es de ayuno y duelo. Conmemoramos el día en que fueron rotas las murallas de Jerusalem, lo cual posteriormente llevó a la destrucción del Primer Templo. Es una idea destacable: la tragedia no sólo ocurre cuando el Templo está en llamas; debemos reconocer y estar atentos a los momentos que marcan la destrucción de los muros que ayudaban a preservar lo sagrado.

Puede que cuando el mal sea rampante y el crimen contagioso ya sea demasiado tarde para gritar. Cada uno de nosotros tiene que reflexionar sobre la destrucción de los muros que definen el comportamiento civilizado, las formas en que la moral se deshonra aún más y el simple buen comportamiento siendo cada vez más extraño y ya casi desconocido. Tevet nos recuerda que debemos lamentarnos por la muerte de la civilización mucho antes de ser forzados a presenciar su funeral.

5. Shvat: Nuevos comienzos silentes.

El día 15 de este mes, Tu Bishvat, trae consigo la celebración de la primavera a pesar de que aún estamos en medio del invierno. Busca recordarnos que la semilla de los frutos del verano se enraíza mucho antes. Una enseñanza que querremos aplicar a cada aspecto de nuestras vidas.

“¿Cuándo debería comenzar a educar a mi hijo?”, le preguntó alguien a Sigmund Freud en una ocasión. “¿Cuántos años tiene ahora?”, preguntó Freud. Cuando le dijeron que el niño tenía tres años, Freud respondió: “Ve rápido a casa, ya has desperdiciado los tres años más importantes”. La primera palabra de la Torá es bereshit, en el comienzo. El comienzo nos forma más que cualquier otra cosa. Shvat nos enseña a reconocer un nuevo comienzo incluso antes de que sea claramente evidente.

6. Adar: Milagros ocultos.

Los milagros ocurren de distintas formas. Hay algunos que son abiertos y evidentes, como la partición del mar cuando los judíos huyeron de los egipcios. Sin embargo, con mucha más frecuencia los milagros toman la forma de la historia de Purim. Cada etapa de la caída de Hamán podría ser malinterpretada como una coincidencia; la victoria de Mordejai y Ester podría ser considerada una feliz casualidad. Durante toda la vida necesitamos el ejemplo de la historia de Purim para recordarnos, como dice tan bellamente el dicho, que la coincidencia es simplemente la manera elegida por Dios para permanecer anónimo. ¿Hay milagros aún en nuestra generación? Por supuesto, y con la perspectiva de adar podremos reconocerlos todos los días de nuestra vida.

7. Nisán: La centralidad de la familia.

La historia de nuestro pueblo comienza con una celebración centrada en el hogar y la familia. Pésaj nos enseña que ser realmente libres es tener tiempo para estar con nuestros hijos y seres queridos. Pésaj convierte a cada padre en maestro, a cada hogar en santuario. Se espera de los niños que hagan preguntas; los padres cumplen con su rol respondiendo con historias sobre nuestro pasado colectivo y las esperanzas compartidas sobre nuestro futuro mesiánico.

En la actualidad, es una gran tragedia leer sobre la ruptura de la vida familiar, la falta de comunicación entre las generaciones, y cómo las dificultades de ganarse la vida evitan que muchos tengan una vida. Nisán nos ruega que recordemos la centralidad de la familia tanto para la preservación del pueblo judío como para la realización personal.

8. Iyar: La centralidad de Israel.

En nuestra generación, iyar es el mes en que nos enfocamos en el milagro de nuestro regreso a la tierra de Israel y a Jerusalem en nuestros días. Es en iyar que celebramos tanto Iom Haatzmaut como Iom Ierushaláim. Atestiguamos al menos un cumplimiento parcial de las palabras de los profetas para el final de los días.

Lo que aún no disfrutamos es la paz y la tranquilidad que Isaías prometió que se nos daría en la época de redención final. El odio hacia Israel trasciende el entendimiento racional y el odio a los judíos ha superado todo lo que hubiéramos imaginado posible después del Holocausto. Iyar nos pide que reflexionemos sobre la importancia de Israel como parte de nuestro destino bíblico y exige nuestro involucramiento y apoyo en vista de las poderosas amenazas contemporáneas a la continuidad de su existencia.

9. Siván: La centralidad de la Torá.

Un estudio realizado por el Centro de Investigación Pew mostró sorprendentemente que la mayoría de los judíos creen que lo que nos define es nuestro sentido del humor. La verdad irrefutable de nuestra existencia está basada en la Torá, y lo ocurrido en siván en el Monte Sinaí hace tantos años es lo que define nuestra misión para el mundo y nos convierte, en las palabras de la Torá, en un reino de sacerdotes y en una nación santa.

La Torá es nuestro único regalo para el mundo. Si buscas felicidad, realización y bendiciones Divinas, haz que el regalo de siván sea el centro de tu vida y la brújula para tus objetivos.

Es un árbol de vida para quienes se aferran a ella y quienes la apoyan hallan alegría”. No hace falta decir nada más.

10. Tamuz: Las tablas rotas.

El día 17 de tamuz, Moshé descendió de la montaña con las tablas en sus manos y vio a los judíos adorando al Becerro de Oro. Él sabía que lo único que podía hacer era romperlas. Un pueblo que carecía la sabiduría para observar sus enseñanzas no merecía las tablas de piedra que contenían el Decálogo.

Ayunamos en este día para conmemorar el momento en que los judíos se mostraron no merecedores. ¿Podemos ser lo suficientemente tontos para repetir el pecado de nuestros antepasados?

11. Av: Dios es nuestro padre.

En el 9 de av ha ocurrido una tragedia tras otra durante toda nuestra historia. Desde la fecha de la destrucción de ambos Templos hasta el día en que comenzó la Primera Guerra Mundial, ha sido un día que tae la furia de Dios por nuestros pecados.

Quizás el único consuelo es el nombre mismo del mes, av, que también significa ‘padre’. La transgresión tiene sus consecuencias. Pero el mayor consuelo de este mes que demuestra con tanta claridad que somos responsables de nuestros pecados es que, no importa lo que hagamos, Dios continúa siendo nuestro padre. Siempre seremos Sus hijos. Y saber eso nos reconforta mientras nos esforzamos para mantener nuestra relación.

12. Elul: Amor Divino.

El mes previo a Rosh HaShaná es un acrónimo de una hermosa frase: aní ledodí vedodí li, ‘yo soy para mi amado y mi amado es para mí’ (Cantar de los cantares). Al acercarnos al año nuevo, el nombre del mes nos recuerda que tenemos un lazo de amor muy especial con el Creador.

Muchas veces lo que nos evita arrepentirnos es el sentimiento de que nos hemos alejado demasiado. Lo que impide que nos acerquemos a Dios es nuestra presunción de que la distancia con Él es demasiado grande e insuperable. Elul nos reconforta. El amor por Dios es tan grande que no importa dónde estemos hoy, seguimos siendo bienvenidos en la Presencia Divina si tan sólo elegimos dar un paso adelante.

Reflexiona sobre estos 12 pasos; pueden ofrecerte la alegría de vivir una vida judía y las recompensas de una vida espiritual: una vida con significado, de bendición y de realización divina.

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