El antisemitismo moderno

6 min de lectura

El único antídoto para el antisemitismo es el pro-semitismo

Apenas 70 años después del Holocausto, ¿el antisemitismo ha vuelto a ser una poderosa fuerza del mal que amenaza a los judíos en el mundo contemporáneo?

Para responder, hablemos por un momento sobre los gorros. Los gorros no como una manifestación de moda sino como una manifestación de fe. Los gorros que algunos conocen como iamelkes y otros como kipot. Los gorros que usan los judíos observantes para identificarse públicamente a través de una tradición que se remonta a miles de años atrás.

El hecho de cubrirnos la cabeza simboliza nuestra creencia en un Ser Supremo que está por encima de nosotros; el Todopoderoso que trasciende nuestras cabezas, nuestras mentes y nuestra inteligencia.

Los gorros ocuparon un lugar central en lo que ocurrió la semana pasada en Berlín. Un hombre aparentemente judío, que llevaba una kipá en la cabeza, fue salvajemente atacado y golpeado. Mientras le pegaban, sus asaltantes lo dejaron claro: su único crimen era el hecho de ser judío. Fue un ataque racista alimentado por el antiguo veneno del antisemitismo.

Pero luego del ataque, la policía descubrió algo sorprendente. La víctima no era un judío, sino un árabe israelí. ¿Por qué tenía puesta una kipá? Había hecho una apuesta respecto a que el antisemitismo ya no era un problema en la Alemania actual y para corroborarlo decidió caminar por las calles identificándose a sí mismo como un judío.

El árabe pagó muy cara su suposición equivocada. Y parece que él no es el único que se equivoca al leer la actual corriente de antisemitismo.

Copenhague es una ciudad famosa por la histórica generosidad de los dinamarqueses hacia los extranjeros. A los judíos que exploraron Nørrebo, un barrio de inmigrantes que abandonaron sus países de origen por la estabilidad de un estado de beneficencia, se les aconsejó seguir el consejo del embajador israelí en Dinamarca, Arthur Avnon, quien sugirió que los judíos que viajen a Copenhague deben ejercer extrema cautela: “No hablen en hebreo demasiado fuerte, cubran cualquier cadena visible con una estrella de David, doblen las kipot y guárdenlas en sus bolsillos”.

En síntesis, el mismo lugar que ilustra la bondad de un pueblo y la posibilidad de triunfar y lograr abolir el antisemitismo, es ahora el sitio en el cual el consejo oficial es mantener oculto el judaísmo y quitarse de la cabeza cualquier tela que puede dejar que los demás te identifiquen como judío.

El conocido periodista danés Martin Krasnik se tomó el trabajo de informar a los lectores que el embajador israelí “no fue entendido o lo entendieron mal”. Él sostiene que obviamente el embajador sólo estaba ofreciendo su consejo a los israelíes que visitan el resto de Europa. No es posible que estuviera hablando sobre Copenhague, que tiene una larga historia de hospitalidad para con los judíos. “El antisemitismo es endémico en los barrios de inmigrantes. Lo mismo ocurre en Londres y en París”. Pero no aquí. No en Dinamarca.

Por eso Krasnik, al igual que el árabe israelí en Berlín, decidió hace rsu propio “experimento”. Se puso una kipá y salió a las calles de Nørrebrogade.

Adivinen lo que le ocurrió…

Krasnik describe numerosos encuentros en los cuales apenas se salvó de ser severamente abusado. Él escribió: “Las amenazas fueron veladas, como matones bajo el manto de protección de una mafia. Uno de los interlocutores antisemitas explicó que ‘quizás tu religión te dice que debes usar eso, no dice que debas ser asesinado’. Otro explicó que la kipá ‘no es un problema para nosotros, pero mi primo mató a un tipo por usar un gorro judío’”. Finalmente, después de recibir otra demanda para que se quitara el “gorro” judío”, Krasnik se negó y salió corriendo.

Ataques en Nueva York

En Berlín, en Dinamarca… Pero seguro que esto no sucede en la gran ciudad de Nueva York, donde hay casi dos millones de judíos. Una organización que representa a más de 950 rabinos ortodoxos de los Estados Unidos ha condenado un “alarmante” incremento en los ataques violentos contra judíos en la ciudad de Nueva York. La organización afirmó que trabajará con las autoridades para proveer protección a los “barrios asediados” tras los últimos ataques antisemitas en una semana.

El sábado pasado, un judío ultra-ortodoxo fue violentamente atacado cuando regresaba a su hogar después de los servicios de Shabat en el barrio de Crown Heights en Brooklyn. El atacante lo amenazó con estrangularlo, quebró sus costillas y al arrojar su sombrero hacia el jardín de una casa vecina le dijo que odiaba a los judíos y que lo iba a matar.

En una atemorizante señal de la época, los judíos alemanes llegaron a lo que creen que “por ahora, es la mejor solución”. El director del Consejo Judío Central de Alemania, Josef Schuster, advirtió que no se deben usar símbolos religiosos en las calles de la ciudad por miedo a sufrir un ataque, y señaló que los judíos que usan kipá o una estrella de David en las calles de Alemania pueden encontrarse en peligro.

Sin embargo, el director de la Asociación Judía Europea, Rav Menajem Margoli, criticó a Schuster y dijo que “está equivocado respecto a la cura de este serio problema. No usar una kipá por miedo al antisemitismo de hecho cumple la visión de los antisemitas en Europa”.

Es irónico que los gorros ocupen un rol tan significativo en estos incidentes antisemitas. Sigmund Freud, el creador del psicoanálisis, enfatizó un incidente en su vida que él consideró fundamental. Él lo llamó “la escena primordial en su vida”, y ella nos ayuda a entender este tema. John Murrat Cuddihy, en su fascinante libro “The Ordeal of Civility”, nos cuenta cómo lo describió el mismo Freud:

Debo haber tenido diez o doce años, cuando mi padre comenzó a llevarme con él en sus caminatas y me reveló en sus charlas su opinión sobre el mundo en el cual vivíamos. En una de esas ocasiones, me contó una historia que me mostró cuánto mejor era la situación en ese momento que lo que había sido en sus días. Él me dijo: “Cuando era joven, un sábado salí a caminar por las calles del lugar en donde naciste. Estaba bien vestido y tenía un gorro nuevo en la cabeza. Un cristiano se acercó y de un solo golpe arrojó mi gorro al barro y me gritó: ‘¡Judío! ¡Sal de la vereda!'"

“¿Y tú qué hiciste?”, le pregunté.

“Me bajé de la vereda y levanté mi gorra”, fue su respuesta.

Me pareció que era una conducta poco heroica para un hombre grande y fuerte que llevaba de la mano a un niño pequeño.

Freud sigue describiendo su desilusión y su vergüenza ante la débil respuesta de su padre. Cuddihy relaciona en gran medida ese momento con gran parte de la obra de Freud: su relación ambivalente con los judíos y los no judíos, su teoría sobre el complejo de Edipo y su extraña afirmación en Moisés y el monoteísmo, respecto a que Moshé no era un judío sino un egipcio.

Usarlo con orgullo

Cubrirse la cabeza, el símbolo del orgullo judío, se convirtió en un recordatorio de la vergüenza, y para Freud eso tuvo consecuencias para toda su vida. Para los judíos, una kipá es una forma de declarar públicamente nuestra afiliación religiosa y nuestra identidad. El Talmud nos dice que hubo tres razones por las cuales los judíos sobrevivieron a pesar de estar esclavizados en la tierra de Egipto. Ellos no cambiaron sus nombres, su idioma ni sus vestimentas. Estas son las tres razones que evitaron que nos asimiláramos al comienzo de nuestra historia y siguen siendo las claves de nuestra supervivencia entre las naciones del mundo hasta el día de hoy. Los judíos mantienen por lo menos una prenda especial que declara su fe y su renuencia a ocultar el enorme orgullo que tienen de ser descendientes de Abraham.

Los judíos necesitan la firme determinación de dejarse guiar por su auto identificación como judíos y no por negar su identidad.

¿Acaso un gorro puede ser tan importante? No, lo importante es lo que el gorro representa. Sucumbir débilmente al horror del racismo, incluso con un gesto tan insignificante como quitarse la kipá para “evitar el conflicto” no implica sólo perder nuestro gorro, sino perder nuestra cabeza. El antisemitismo debe enfrentarse con toda la fuerza y la energía, con toda la fuerza política, con todo nuestro esfuerzo en los campos universitarios, en la prensa y en todos los ámbitos donde comenzó a infundir su veneno mortal. El antídoto para el antisemitismo, el único antídoto que tiene alguna posibilidad de tener éxito, es el pro-semitismo, la firme determinación de dejarnos guiar por el orgullo y no por el miedo, identificarnos como judíos y no negar nuestra identidad.

Si nos quitamos nuestros signos de judaísmo para calmar a nuestros enemigos, ya hemos perdido. El gorro no es más que un símbolo; sin embargo es un símbolo poderoso de nuestra firme creencia en que Dios dirige el mundo y, tal como lo prometió en la Torá, Él bendecirá a quienes nos bendigan y maldecirá a quienes nos maldigan.

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