El arte de escuchar

8 min de lectura

Itró (Éxodo 18-20 )

Enseñanzas profundas de la parashá semanal del líder espiritual de Moshav Matitiyahu en Israel.

    "Y escuchó Itró, sacerdote de Midián, suegro de Moisés, acerca de todo lo que Dios había hecho por Moisés y Su pueblo Israel, cuando Dios sacó a Israel de Egipto". (Éxodo 18:1)

¿Qué fue lo que escuchó Itró que lo hizo venir? La respuesta es: la Apertura del Mar y la guerra con Amalek (Rashi).

Considerando que la entrega de la Torá es la base del mundo entero – espiritual y físico – ¿no hubiera sido más apropiado que los Sabios designaran una porción completa de la Torá solamente a esta ocurrencia? ¿Por qué se incluyó el episodio de Itró en esta parashá y no en parashat Beshalaj? Después de todo, la Apertura del Mar y la guerra con Amalek de las que escuchó Itró están ambas contenidas en esa porción.

Aún más difícil de entender es la opinión de Rashi de que Itró en realidad no se unió al pueblo judío sino hasta después de la entrega de la Torá. ¿Por qué entonces la Torá introduce la entrega de la Torá con la llegada de Itró?

"Y escuchó Itró". (Éxodo 18:1)

El Zohar pregunta: ¿¡Solamente Itró escuchó y el mundo entero no escuchó!? ¿¡Acaso no está escrito, "las naciones escucharon y temblaron"!? La respuesta es que si bien el mundo entero escuchó, ellos no se hicieron más humildes, sin embargo Itró escuchó, se hizo más humilde y se acercó a temer a Dios".

Muchos escuchan, pero pocos realmente toman en serio lo que escuchan. Como lo pone el Midrash (Tanjuma Itró 2), "Están aquellos que escuchan y pierden, y aquellos que escuchan y se benefician". Oír y escuchar correctamente son la clave para el éxito de uno en este mundo. El Midrash (Shemot Rabá 27:9) ofrece la siguiente alegoría sobre el versículo, "Inclina tu oído y ven a Mí; escucha y vivirás" (Isaías 55:3):

Tan preciado es el pueblo judío para Dios que Él les sube el ánimo. Él les dice a ellos, "Si una persona cae de un techo y sufre lesiones en todo su cuerpo, el doctor lo visita y le pone vendajes en su cabeza, brazos, piernas, y en todo su cuerpo, y queda totalmente envuelto en vendas. Yo no soy así. El hombre tiene 248 órganos y uno de ellos es el oído. Si todo el cuerpo está manchado con pecado, pero el oído oye y escucha, entonces todo el cuerpo recibe vida.

Antes de que la Torá nos diga, "Y Dios habló", debemos aprender primero qué significa escuchar. Si no hay un oído escuchando, incluso el mensaje más poderoso de la boca de Dios mismo se pierde. Por esa razón, el episodio de "Itró escuchó" precede la entrega de la Torá. Investiguemos ahora qué significa escuchar correctamente.

El Midrash Mejilta relata que anterior a la entrega de la Torá, los reyes de las naciones escucharon los ensordecedores sonidos y se reunieron para pedirle consejo a Bilaam. Ellos estaban preocupados de que Dios estuviese trayendo otro cataclismo – si no de agua, quizás de fuego – para destruir el mundo. Bilaam acalló sus miedos diciéndoles que Dios le estaba entregando la Torá a Su pueblo. Los reyes respondieron, "Dios debiera bendecir a su pueblo con paz".

Itró escuchó los mismos estruendosos sonidos y fue a unirse al pueblo judío y a aceptar la Torá personalmente. De hecho, relata el Mejilta, Itró fue la primera persona en exclamar, "¡Baruj Hashem!".

La palabra baruj (bendito) connota aumento y fortalecimiento. Moisés y los judíos estaban tan profundamente inspirados por el Éxodo y por la Apertura del Mar que ellos no podían imaginarse que el efecto desapareciera o se disipara. Aunque ellos rezaron profusamente y le agradecieron a Dios, ellos no vieron la necesidad de utilizar la palabra "baruj"; ellos no sintieron necesidad de pedirle a Dios que fortaleciera el efecto de estos milagros.

Sin embargo, Itró se dio cuenta que el efecto de los milagros puede disiparse rápidamente si esos efectos no son de alguna manera incorporados en las acciones de uno. Él se dio cuenta de que Amalek también escuchó acerca de la Apertura del Mar, sin embargo la impresión rápidamente desapareció y Amalek atacó a los judíos. Por lo tanto Itró apreció la necesidad de dirigirse a Dios con una brajá, una súplica de intensificar y aumentar el efecto de los milagros ya realizados.

En contraste a Itró, los reyes de las naciones estaban preocupados personalmente solamente cuando pensaron que los impresionantes sonidos eran un presagio de su condena. Una vez que se les dijo que los sonidos eran los sonidos de la Torá, ellos inmediatamente se distanciaron. Ellos dirigieron las bendiciones de Dios a Su pueblo, pero no actuaron como si estuviesen involucrados personalmente. No había nada que ellos sintieran que pudiesen ganar de estos sonidos. Solamente Itró tomó estos sonidos como un mensaje personal y dirigió sus bendiciones a Dios para poder beneficiarse personalmente de la Torá.

* * *

"Toda la nación vio los sonidos". (Éxodo 20:15)

Escuchar es indiscriminado; el sonido es recibido por la oreja desde todas direcciones sin necesidad de concentrarse o de voltearse. La visión, por otro lado, es dependiente de que uno abra los ojos y se enfoque en aquello que uno desea ver. Las palabras de Dios debían escucharse con el mismo enfoque intenso que se utiliza para la visión. Los Israelitas vieron físicamente los sonidos y eso los ayudó a escuchar correctamente.

Muchos sonidos y visiones llegan a nuestras orejas y ojos pero solamente una persona con la capacidad de realmente enfocarse puede absorber su mensaje. La Guemará cuenta que el punto decisivo en la vida de Rabí Akiva fue cuando presenció la erosión del agua en una piedra. Muchos observaron la misma cosa, pero solamente él captó el mensaje: si el agua puede erosionar una piedra, entonces la Torá puede cambiar un corazón. El mundo entero llama a gritos a una persona con un oído compenetrado y atento al servicio de Dios:

"Los cielos declaran la gloria de Dios". (Salmos 19:2)

Mira el cielo, escucha el océano y adquiere asombro de Dios:

"Mi corazón me dice en tu nombre, "Busca mi cara"" (Salmos 27:8)

Si alguien comienza el Shemá repitiendo la palabra "Shemá", lo silenciamos por la preocupación de que pareciera estar dirigiéndose a dos deidades (Talmud – Brajot 33b). Esto es difícil de entender, porque el Shemá se refiere a la persona que está escuchando y no a Dios. ¿Cómo entonces esto implica dos deidades? La respuesta es que toda la creación profiere la unidad de Dios. No hay multiplicidad, sólo la voz única y unificada de Dios que llama al hombre desde todas partes. Cualquier voz doble huele a idolatría y dualidad.

Todos los días una voz emana del Monte Jorev (Sinaí) y declara, "Pobres ellos, el pueblo, por su insulto a la Torá" (Avot 6:2). Los comentaristas explican que la entrega de la Torá no ha terminado, como está escrito, "Un gran sonido que no se detuvo" (Deuteronomio 5:19). Una persona con un oído afinado escucha la voz de Dios entregando la Torá continuamente, como la base de toda la creación. Cuando la voz no es escuchada, entonces la voz proclama la desgracia de la Torá.

El Mejilita (ver también Talmud – Kidushin 22b) describe la perforación del lóbulo de la oreja del esclavo judío como un castigo por su fracaso en escuchar y atender el mandamiento, "No robarás". Puede preguntarse, sin embargo, por qué perforamos el lóbulo de la oreja, un mero pedazo de cartílago, y no el tímpano que falló en escuchar.

Los Sabios nos dicen que el oído externo sirve como un embudo para recolectar las ondas sonoras y dirigirlas al oído interno. El problema del sirviente no fue que no escuchó en Sinaí que todos debemos subyugarnos solamente a Dios. Sino que falló en escuchar el mandamiento como si estuviese dirigido solamente a él. Su oído externo falló en canalizar esas palabras para él, y por ende acarrea la imperfección. Él escuchó la voz de Dios, pero no la percibió como si Dios le estuviese hablando a él.

* * *

    "Caín habló con su hermano Abel, y cuando estaban en el campo, Caín se levantó y golpeó a su hermano Abel" (Génesis 4:8)

Muchos Midrashim discuten qué fue exactamente lo que Caín le dijo a Abel. El Ibn Ezra observa que de acuerdo al entendimiento simple del versículo, Caín le repitió a Abel la amonestación que había escuchado recién de Dios:

    "Si actúas bien, entonces serás perdonado, y si no, el pecado está en la puerta, y te desea, pero tu debes dominarlo" (Génesis 4:7)

¿Cómo estas palabras de amonestación pueden haber conducido al asesinato? ¡Ellas deberían haber prevenido el asesinato!

Como la mayoría de las personas, Caín escuchó la amonestación dirigida a todo el mundo menos a él. Ya que Abel era la única persona alrededor, él asumió que estaba dirigido a él. Así que Caín "le repitió" la amonestación a Abel en vez de reflexionar sobre las implicancias de ella. Esta amonestación no solo falló en prevenir el asesinato, sino que al sugerirle a Caín que Abel tenía necesidad de amonestación, puede incluso haber despertado su rencor.

Cuando yo era más joven y más ingenuo, asumí que mi sermón de Shabat sería un medio efectivo para llegar a los miembros de mi congregación que necesitaban amonestación. Inevitablemente, los individuos a quienes estaba dirigido siempre se acercaban a mi después del rezo y me decían, "Rabino, realmente se la dio a ellos. Espero que aquellos que necesitaban escuchar hayan recibido el mensaje". "Obviamente", pensaba para mí mismo, "no lo recibieron".

La reprimenda es efectiva solamente si uno la toma personalmente. Incluso si uno la escucha directamente de Dios, así como lo hizo Caín. A menos que la persona reconozca que está dirigida a ella, la reprimenda es inútil.

Una persona verdaderamente sensible siempre escuchará cualquier reprimenda como dirigida a él o ella. Una vez me dirigí a un grupo de 350 personas completamente desconocidas en Johannesburgo y hablé sobre modestia y los problemas de ciertas vestimentas. Después de la charla, recibí la siguiente nota:

Querido Rav Leff,

    Quiero disculparme por la forma en la cual me vestí para la charla. Yo no utilizo normalmente ese tipo de vestimenta, pero en mi apuro para la charla, agarré lo que había disponible, yo sé que se estaba refiriendo a mí, y prometo no repetir este error.

Yo quedé asombrado de que pudiese haber un alma tan pura, que escuchara reprimenda dirigida a una audiencia de extraños como una reprimenda personal.

* * *

Los Sabios atribuyen otra función al lóbulo de la oreja. El Talmud (Ketubot 5b) comenta que los lóbulos de las orejas son suaves y flexibles, para que si uno está en una situación en que alguien está hablando Lashón Hará (discurso negativo), él pueda doblar su lóbulo hacia adentro como un tapón de oído y evitar escuchar el discurso prohibido.

Dado que los Sabios también dicen que los dedos son afilados para servir la misma función de tapar los oídos para evitar escuchar Lashón Hará, uno se pregunta por qué tanto los lóbulos y los dedos afilados son necesarios para la misma función. Más aún, ¿Por qué no debería uno tan sólo alejarse y de esa forma evitar escuchar Lashón Hará?

Hay de hecho tres tipos diferentes de habladores de Lashón Hará, y cada uno requiere una respuesta diferente. Están aquellos que hablan Lashón Hará constantemente, los chismes profesionales. Uno no debería tener ninguna relación con este tipo de personas, y caminar en la dirección opuesta cuando uno los ve venir es de hecho la respuesta adecuada.

El segundo tipo de Lashón Hará es el hablado por una persona básicamente buena, que de vez en cuando cae en la trampa de chismear. Él no necesita ser evitado completamente. La respuesta adecuada es simplemente no escuchar el Lashón Hará. Los dedos afilados alejan al Lashón Hará pero no al hablante.

Hay aun un tercer tipo de Lashón Hará. Alguien es interrogado en relación a la honestidad de cierto individuo por alguien que está contemplando entrar en una relación de negocios con él. La ley judía es clara en cuanto a que si la persona que está siendo interrogada sabe que el hombre es deshonesto, debe responder y relatar exactamente lo que sabe. (Por supuesto, no debe exagerar o agregar información que no fue solicitada, o hablar por ánimo personal). Si hay una tercera persona presente, que no necesita saber esta información, se considera Lashón Hará y no debe escuchar. Poner sus dedos en sus oídos parecería implicar que la información es intrínsicamente Lashón Hará y podría desalentar erróneamente a la persona que está relatando la información. Al doblar su lóbulo, sin embargo, él indica que esta información es solamente Lashón Hará con respeto a ser canalizada en sus oídos.

Mientras experimentamos una vez más la entrega de la Torá con la lectura de parashat Itró, aprendamos de Itró a afinar nuestros oídos para escuchar la ininterrumpida voz de Dios, dirigida personalmente a cada uno de nosotros, desde cada lugar de la creación.

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