El camino de un rockero punk hacia el judaísmo

09/07/2025

7 min de lectura

Ariel Moyal hizo giras con una banda punk y ahora está construyendo un caso en favor del judaísmo. Su viaje radical puede cambiar la forma en que piensas sobre la verdad, la fe y el sentido de la vida.

Criado en San Diego por padres israelíes, Ariel Moyal creció en un hogar tradicional y culturalmente judío. “Hacíamos Kidush el viernes por la noche y luego veíamos una película”, cuenta desde su hogar en Israel, donde ahora vive todo el año.

Para el momento en que llegó a la escuela secundaria, su vida había dado un giro brusco… hacia el mundo ruidoso y rebelde del rock punk del sur de California. Ariel era parte de una escena vibrante en Poway, el mismo suburbio que vio nacer a Blink-182. “Sus hermanos menores estaban en nuestras clases”, recuerda. “Todos nos conocíamos”.

Ariel Moyal (segundo desde la derecha), con sus compañeros de banda

A los 19 años, estaba de gira, ganando dinero real, tocando en conciertos abarrotados. Su banda firmó con una importante firma de Los Ángeles. Desde afuera, parecía un éxito. Pero algo por dentro comenzaba a resquebrajarse.

“Ves el lado oscuro de las cosas. El estilo de vida te desgasta. Cada concierto, cada fiesta… cuando desaparece la adrenalina, queda un vacío. Empecé a preguntarme: ¿esto es todo?”

Tocando en un recital en California. Moyal está a la derecha.

Un seminario que lo cambió todo

El cambio comenzó cuando su madre, exmodelo, asistió a un seminario educativo judío organizado por la organización israelí Arachim.

“Ella dejó de conducir en Shabat y empezó a aprender sobre judaísmo”, recuerda Ariel. “Había una calma en mi madre, como si hubiera conectado con algo más profundo. Hablaba todo el tiempo sobre el sentido de la vida, sobre el alma. Todas estas preguntas que yo ya había empezado a plantearme”.

Al principio, lo desestimó. Pero cada cena de Shabat a la que asistía hacía que el contraste fuera más difícil de ignorar. El caos al que estaba acostumbrado había sido reemplazado por paz, propósito y presencia.

Finalmente, la curiosidad ganó. Asistió a un seminario para ver de qué se trataba todo eso. Y cambió la trayectoria de su vida.

“Quebró por completo las ideas preconcebidas que tenía sobre el judaísmo. Me di cuenta de que no era solo tradición por tradición. Había pruebas. Tenía un marco racional con consecuencias en el mundo real”.

Ariel se resistió. Abrazar el judaísmo significaba algo más que adoptar costumbres y tradiciones… Implicaba un cambio drástico de estilo de vida. Y él no quería abandonar la vida que había construido. Pero cuanto más estudiaba, más convencido estaba. “No podía desaprender lo que había aprendido. Se abrió ante mí un mundo nuevo donde cada respuesta llevaba a más preguntas”.

La idea de estudiar en una ieshivá le era completamente ajena, e intimidante. Pero decidió que si realmente quería respuestas, tenía que ir directo a la fuente. Se inscribió en una ieshivá en Monsey, Nueva York, donde se sumergió en el estudio de la Torá a tiempo completo y construyó la base intelectual que siempre le había faltado.

“Fue una experiencia muy fuerte. Tuve que ser honesto conmigo mismo. Todos esos rabinos que antes descartaba como raros, ellos realmente sabían de lo que hablaban”.

Se sorprendió al descubrir que el judaísmo no solo permite el escrutinio, sino que lo exige.

“La gente piensa que la religión requiere que abandones el pensamiento crítico. Pero con el judaísmo es exactamente lo contrario. El Rambam [uno de los más reconocidos eruditos de Torá de la historia judía] dice que los judíos no creemos a ciegas. Estamos obligados a usar nuestro intelecto. El primer mandamiento es saber que Dios es real, no aceptarlo por fe ciega. Nuestra relación con Dios se basa en la educación, no en la fe ciega”.

Eventualmente, Moyal se casó, se mudó a Israel y se convirtió en abogado con licencia en California e Israel. Su experiencia —combinada con su formación legal— lo llevó a escribir el tipo de libro que hubiera querido tener cuando comenzó su búsqueda.

El resultado es Judaism: A Rational Approach (Judaísmo: un enfoque racional), un caso al estilo tribunal a favor del origen Divino de la Torá, destilado de más de una década de conferencias y debates en Israel y los Estados Unidos.

El caso en favor de la Torá

Estructurado como un argumento legal, el libro presenta un caso acumulativo para el origen divino de la Torá, basado en la transmisión histórica, profecías, revelación nacional e incluso huellas de previsión científica incrustadas en el texto.

“Es un método similar al que usé como abogado litigante”, dice Ariel. “Sigues la evidencia, eliminas las emociones y preguntas: ¿qué se sostiene?”

Moyal quiere que los lectores examinen todo el conjunto de pruebas, como un jurado. “Si quieres, puedes refutar cualquier argumento individual. Pero al considerar todos juntos, la imagen se vuelve imposible de ignorar”.

Ariel insta a los lectores a no tomar su palabra como definitiva. “Usa el libro como trampolín. Haz tu propia investigación. Desafía las ideas. No te quedes solo conmigo. Verifica la evidencia tú mismo”.

Moyal sostiene que el proceso de determinar la verdad en la religión no es diferente del proceso que usamos para tomar decisiones en cualquier otro ámbito de la vida.

“Todo el tiempo tomamos decisiones basadas en la probabilidad. Cuando subes a un avión, todos saben que hay un pequeño riesgo, pero suben porque las probabilidades están abrumadoramente a su favor. Lo mismo aplica a todo lo demás. ¿Cómo sabes que el Holocausto ocurrió? ¿Cómo sabes que Abraham Lincoln fue presidente? ¿Cómo sabes que tu madre realmente es tu madre? Evaluamos la evidencia (testimonios, documentación histórica, cartas y artefactos) y nos basamos en lo más probable”.

En su libro, Moyal aplica ese mismo estándar a la pregunta: ¿Acaso Dios escribió la Torá y la entregó al pueblo judío en el Monte Sinaí? Él invita al lector a actuar como jurado y a mantenerse lo más objetivo posible.

Verdad vs. comodidad

Moyal cree que construir el caso para el judaísmo no es el mayor obstáculo. “La gente no rechaza la Torá porque la evidencia sea débil. La rechazan porque si es verdad, tienen que cambiar”.

Él lo sabe por experiencia personal.

“No llegué a la Torá porque quería que fuera verdad. Llegué pataleando. Quería seguir tocando música. Quería mi libertad. Pero una vez que vi la evidencia, no pude dejar de verla”.

Aun así, no intenta que nadie sienta culpa para que crea. Solo quiere honestidad. Y canaliza ese mismo espíritu rebelde que alguna vez alimentó el rock punk para alzar la voz en un mundo que generalmente evita la controversia.

“Hay demasiado caos en el mundo, demasiadas mentiras. Las personas necesitan ser honestas consigo mismas si quieren sanar. Su visión del mundo viene del ambiente en el que crecieron, impulsado en el mejor de los casos por ignorancia y en el peor por intereses corporativos. La mayoría de la gente nunca se detiene a preguntar: ¿por qué creo lo que creo? Cuando investigas la evidencia, debes preguntarte: ¿de dónde viene este escepticismo? Si realmente piensas que la evidencia es débil, sigue buscando. Formula preguntas, desafía ideas, habla con expertos. Pero si el verdadero problema no es la evidencia sino los cambios de vida que el judaísmo exige si es verdad, entonces te enfrentas a una pregunta diferente: ¿vas a hacer lo que es verdad o lo que es fácil?”

Moyal entiende la resistencia. Sabe lo que es preferir la comodidad a la verdad, aferrarse a narrativas conocidas porque es más fácil vivir con ellas. Pero, sostiene que esa comodidad tiene un precio. “Ese no es el camino para alcanzar la paz”, dice. “La deshonestidad genera insatisfacción. Y hoy vemos esa deshonestidad en todo el mundo. En el fondo, el alma sabe cuándo le están mintiendo”.

Una generación necesitada

“Al crecer, mis maestros de la escuela hebrea tenían buenas intenciones. Pero el mensaje era más tradición que verdad. Me decían: ‘El judaísmo es hermoso’. Y yo pensaba: bueno… también lo es el budismo. También lo es el jazz. También el rock punk. La belleza no es una base para la creencia”.

Moyal no buscaba sentimentalismo, quería sustancia. Algo que pudiera poner a prueba, interrogar, llevar a juicio.

“Hemos creado una cultura donde los sentimientos subjetivos pesan más que la verdad objetiva. Los hechos ya no importan si alguien puede decir: ‘Bueno, no es así como me siento’, y se acaba la conversación”.

Para el judaísmo, esa clase de relativismo es catastrófico para nuestra identidad nacional. “Nuestra tradición se basa en hechos, historia y evidencia. Si un judío puede decir: ‘Bueno, no fui criado así, así que creo otra cosa’, y tratamos eso como un razonamiento válido, entonces básicamente le estamos dando permiso para redefinir el judaísmo en sus propios términos. No es de extrañar que estemos viendo una asimilación masiva y un colapso en la educación judía. Cuando eliminas la verdad objetiva, la distorsión es inevitable”.

Su objetivo no es solo defender intelectualmente el judaísmo, sino empoderar emocional y espiritualmente a los judíos, y crear conciencia sobre los problemas que enfrenta el mundo judío hoy.

“Cuando realmente entiendes los fundamentos de tus creencias, te mantienes más erguido, más resiliente en tu identidad judía. Ves ese orgullo más naturalmente en los judíos israelíes porque están obligados a confrontar su historia diariamente, mientras que los judíos fuera de Israel a menudo están demasiado cómodos para formularse las preguntas difíciles”.

Ariel argumenta que las distracciones son infinitas. “Netflix, TikTok, YouTube… La gente quiere dosis de dopamina cada pocos segundos. Pero al alma no le importa nada de eso. Ella anhela sentido”.

Y ese anhelo, dice, se está volviendo más fuerte. “La gente está despertando. Quiere algo real”.

Moyal escribió su libro con la intención de presentar los fundamentos del judaísmo con autenticidad, no con disculpas. Espera que sirva como chispa para una investigación más profunda, no como un punto final.

“Quiero que los lectores terminen pensando: ‘Quizás hay en esto más de lo que pensaba’. Esa curiosidad es el motor para explorar las profundidades del judaísmo”.

En una generación que se ahoga en la duda, Ariel Moyal reparte botes salvavidas.

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