El campo británico Kitchener salvó a 4.000 judíos alemanes

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Una historia poco conocida sale a la luz.

Desde que los nazis asumieron el poder en Alemania en 1933, la vida para los judíos alemanes y austríacos se volvió cada vez más restringida. El 9 de noviembre de 1938 una multitud corrió salvajemente por las calles de las ciudades alemanas y austriacas, vandalizando casas y negocios judíos, incendiando sinagogas y aterrorizando y golpeando a los judíos.

Esa noche, conocida como Kristallnacht o la 'Noche de los cristales rotos', fueron asesinados cerca de cien judíos, destruyeron cientos de edificios y enviaron a campos de concentración a 30.000 hombres judíos.

Los judíos querían irse, pero había pocos lugares en el mundo dispuestos a recibir a los desesperados refugiados judíos. A los hombres judíos que fueron confinados a los campos de concentración en 1938 les dijeron que eran libres para marcharse… si encontraban un país dispuesto a recibirlos. Esto resultó ser una tarea casi imposible.

Los judíos de Gran Bretaña se movilizaron para ayudarlos. En 1933, cuando Hitler subió al poder, un grupo de judíos prominentes que incluían a Anthony de Rothschild, Otto Schiff, Simon Marks (presidente de la famosa tienda Marks & Spencer) y el Dr. Jaim Weitzman (quien luego fue el primer presidente de Israel), formaron el Fondo Central Británico (FCB) para la judería alemana. Después de Kristallnacht, el FCB ideó dos planes audaces para rescatar a los judíos.

El FCB llevó a unos 10.000 niños judíos a Gran Bretaña en 1938 y 1939 en un programa masivo llamado Kindertransport o “Transporte de niños”.

Luego del horror de Kristallnacht, el gobierno británico relajó las reglas de entrada para ciertas categorías de personas. Los niños refugiados sin compañía de adultos podían entrar al país, recibiendo una visa de viaje temporal, si había ciudadanos privados que garantizaban que pagarían por la educación, el cuidado y el eventual pasaje para salir del país de cada niño. El FCB organizó a los ciudadanos británicos que garantizarían los gastos.

Campo Kitchener, 1939. Georg Benjamin, adelante a la izquierda. Cortesía de http://www.kitchenercamp.co.uk/

Algunas mujeres judías pudieron entrar a Gran Bretaña con visas de trabajo “domestico” por dos años para aliviar la escasez de sirvientes. (Mi abuela estuvo entre esas mujeres judías que se salvaron porque había británicos que querían un servicio doméstico barato). Pero los 30.000 hombres judíos que languidecían en los campos de concentración nazi no tenían opciones. Ningún país los quería.

El FCB se puso a trabajar y presionó a los oficiales para que aceptaran a esos hombres judíos. El gobierno británico no quería campos de refugiados en su territorio. Recibir ciudadanos alemanes, cualquiera fuera su religión, se consideraba algo particularmente riesgoso. Pero el FCB obtuvo permiso para establecer un campo de tránsito. Acordaron que el Campo Kitchener, un campamento militar en desuso que estaba en el condado de Kent, al sur de Inglaterra, proveería refugio temporal. Si el FCB conseguía fondos para financiar su cuidado, podían llevar a Kitchener hasta 5.000 hombres.

Campo Kitchener, 1939, Moshe Jaim Gruenbaum, http://www.kitchenercamp.co.uk/

No había mucho tiempo. En febrero de 1939 el FCB comenzó a llevar a Inglaterra a hombres judíos que estaban en los campos de concentración. Para dirigir el campo, la comunidad judía pidió ayuda a los hermanos Jonas y Phineas May, quienes previamente habían ayudado a organizar la Brigada de Muchachos Judíos, un grupo juvenil. El FCB pensó que con su experiencia en la organización de campamentos de verano, Jonah y Phineas podrían ayudar a darles la bienvenida a los traumatizados hombres judíos.

Lothar Nelken era un juez en Alemania, pero lo despidieron de su puesto por ser judío y lo enviaron al campo de concentración de Buchenwald. Él llegó al campo Kitchener el 13 de julio de 1939. “Llegamos al campo alrededor de las 9 pm”, escribió en su diario. “Nos recibieron con júbilo… las camas eran sorprendentemente buenas. Se dormía como si fuera una cuna”.

Eventualmente, miles de hombres judíos llegaron al campo Kitchener. “Fue necesario organizar un sistema para recibir a 400 hombres al día”, escribió Phineas el 14 de junio de 1939.

El campo Kitchener, Jack Agin, cocinero, 1939. Fuente: “Four Thousand Lives” por Clare Ungerson, con permiso de la Biblioteca Wiener.

El campo rebosaba de vida. Rezos de Shabat, clases, un periódico, varias bandas, todo formado por la creciente población del campo. El campo también organizó bodas para los refugiados y sus novias que habían logrado salir de la Europa nazi. Los hombres tenían esperanzas de traer a sus esposas e hijos para comenzar nuevas vidas en Inglaterra. A medida que la guerra se volvía una realidad más probable, comenzó a decaer el ánimo en el campo. Las mujeres y los niños judíos que seguían en la Europa nazi estaban en grave peligro.

El 3 de septiembre de 1939, cuando se declaró la Segunda Guerra Mundial, habían llegado al campo Kitchener unos 4.000 hombres. Con el mundo en guerra, los hombres entendieron que sus familias no podrían reunirse con ellos.

Muchos de los refugiados estaban decididos a luchar contra los nazis. A los “hombres Kitchener” les permitieron unirse al Cuerpo Pionero de Auxiliares Militares de Gran Bretaña, una división logística que ayudaba a planear las invasiones militares británicas. Más de 800 refugiados Kitchener acompañaron al ejército británico en las luchas al norte de Europa en 1940. Después de la evacuación de las tropas británicas de Dunkirk, los refugiados Kitchener regresaron a Inglaterra.

Cuando Francia cayó en manos nazis en 1940, el ánimo publico cambió y las autoridades británicas se sintieron incómodas de tener tantos hombres alemanes en suelo inglés. A los refugiados que se enrolaron para luchar les permitieron quedarse en el ejército. Otros refugiados fueron trasladados a campos de confinamiento, principalmente en la remota isla de Man. Muchos de los refugiados fueron enviados a Canadá y Australia. Pocos volvieron a ver a sus familias.

Durante 70 años, la historia del campo Kitchener fue muy poco conocida. Hace un par de años comenzaron a contarla. El 2 de septiembre del 2019 se reveló una placa en el pueblo de Sándwich, cerca del campo, conmemorando la extraordinaria historia del rescate de 4.000 hombres judíos. Allí estuvieron presentes los hijos de Phineas y Jonah May, así como los descendientes de algunos de los refugiados cuyas vidas fueron salvadas en Kitchener.

Uno de los participantes fue Paul Secher. Otto Secher, el padre de Paul, llegó al campo en mayo de 1939. “Mi padre no hablaba mucho de esto. Para él era un tema doloroso. Él logró escapar (de Alemania), pero sus padres y una hermana no pudieron hacerlo. La carga debe haber sido inmensa”.

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