El día que me enteré de que era judío

13/01/2025

7 min de lectura

Tenía 8 años y vivíamos en Czestochowa, Polonia, cuando me madre me dijo que yo era judío. Ese fue el comienzo de mi búsqueda.

Nací en Czestochowa, Polonia, en 1988. Como no había escuelas judías en Polonia en esa época, mi madre me envió a una escuela pública. Cuando tenía 8 años, regresé a casa y le dije a mi madre lo que nos había dicho la maestra: “Mami, mañana no podemos comer carne. Vamos a ir a la iglesia y el sacerdote verterá ceniza sobre nuestras cabezas”.

Mi madre me miró y dijo:

—Si no quieres comer carne mañana, no hay ningún problema, pero no irás a la iglesia.

—¿Por qué no?

—Porque eres judío.

Ahí fue cuando me enteré por primera vez que era judío. Pero no entendía lo que significaba ser judío. Todos mis amigos de la escuela iban a la iglesia y yo era el único que no lo hacía. Cuando me preguntaban a qué iglesia pertenecía, mentía e inventaba un nombre. Una vez le dije a mi mejor amigo que era judío y al día siguiente un grupo de niños me llamó “judío sucio”. Eso me enseñó a mantener mi boca cerrada y no contarle a nadie mi secreto.

Cantando con Rav Yonah Bookstein en Lauder Camp

Durante muchos años, mis padres y yo asistimos en Polonia a un campamento judío de verano y de invierno llamado Lauder Camp. Familias judías de todo Polonia pasaban algunas semanas aprendiendo sobre judaísmo. El campamento era para tres generaciones de judíos polacos: los sobrevivientes del Holocausto, sus hijos y sus nietos. Era refrescante estar en un lugar donde no tenía que esconder mi verdadera identidad. Allí todos eran judíos y todos se sentían cómodos.

Los padres de mi madre, Braindl y Yankiel Wasilewicz.

Mi madre era mi otra fuente de educación judía. Ella era hija de dos sobrevivientes del Holocausto. Después de la guerra era muy difícil cuidar cualquier cosa judía, pero ellos hicieron su mejor esfuerzo. La madre de mi madre encendía las velas de Shabat y el padre de mi madre hacía el Séder de Pésaj. Cuando mi madre era pequeña, en Rosh Hashaná y Iom Kipur mi abuela la llevaba a la “Congregación”, un edificio antiguo en Czestochowa donde estaba la mikve antes de la guerra. Mi abuelo solía hacer kaparot en casa con mi abuela y mi madre y luego llevaba las gallinas al shojet. Lo que sea que hubieran hecho después de la guerra, a pesar de lo difícil que les resultaba, era lo que mi madre sabía y eso es lo que ella me enseñó.

Mi madre, yo y una anciana judía, encendiendo la janukiá en Czestochowa.

Desde 1974 mi madre estuvo trabajando para la Sociedad Social y Cultural de judíos en Czestochowa. A lo largo de los años, ella trabajó duro para enseñarles a los judíos que quedaban en Czestochowa sobre las festividades judías. Organizó eventos, invitó a actores del teatro judío de Varsovia a Czestochowa, recibió a famosos artistas, escritores, músicos, etc. En ese centro judío aprendí mucho sobre judaísmo, pero para mí no era suficiente. Yo quería aprender más.

Cuando yo tenía 12 años, mi madre empezó a pensar que sería bueno que tuviera un bar mitzvá. Entonces llamó al Rav Mijael Schudrich, quien hoy en día es el Gran Rabino de Polonia. En ese entonces, era el Gran Rabino de Varsovia y Lodz y ella le pidió si podía enseñarme y prepararme para mi bar mitzvá. “¿Pero, tiene un brit?” le preguntó a mi madre.

“No”, le respondió.

Cuando nací, no había ningún mohel viviendo en Polonia, así que no pudieron hacerme el brit cuando cumplí 8 días. Nunca me circuncidaron. Rav Schudrich le dijo a mi madre que necesitaba tener un brit y que él arreglaría todo. Unos días después, recibimos una llamada informándonos que el mohel –Rav Fisher, de Monsey, Nueva York– iría a Polonia sólo por mí, para que yo tuviera un brit, y que debíamos ir a Varsovia, en donde eso ocurriría.

Nos tomó tres horas en tren llegar a Varsovia. Llegamos al barrio judío y entramos a la sinagoga Nozyk, la sinagoga principal de Varsovia, donde Rav Schundrich nos informó que desafortunadamente Rav Fisher no había podido llegar porque hubo un problema con su vuelo. Regresamos a Czestchowa. Unos días después, recibimos otra llamada de Rav Schudrich. Nos aseguró que esta vez Rav Fisher podría venir. Así que volvimos a viajar a Varsovia.

Fuimos al teatro judío, que no estaba lejos de la sinagoga, a comer y nos encontramos con una amiga de mi madre. Ella nos preguntó que estábamos haciendo en Varsovia y mi madre le contó sobre el brit. Su amiga me llevó a un lado e intentó convencerme de no hacerlo. Ella me dijo que era como cortarme un brazo. Le agradecí, pero le dije que yo era un niño judío y que si un niño judío debe tener un brit… ¡Yo iba a hacerlo!

Con Rav Schudrich y mi madre, después del brit.

Fuimos a la sinagoga y nos encontramos con Rav Schudrich y Rav Fisher. Esto era un día después del iortzait del famoso Rav Elimelej de Lizansk, Polonia. Miles de jasídicos regresaban de Lizansk y antes de ir al aeropuerto de Varsovia, algunos decidieron visitar la sinagoga. Vieron que algo estaba ocurriendo allí y uno de los jasídicos se convirtió en mi sandak. Su nombre era Rav Yaakov Yossef Neushloss. Después, estábamos bailando en un círculo y mi sandek me pidió mis datos. Se los di y mi madre y yo regresamos a Czestochowa.

Algunos meses después hice mi bar mitzvá en una ieshivá en Kishinov, Moldova, en donde por primera vez aprendí el alfabeto en hebreo para poder leer las bendiciones de la Torá para mi aliá. Los rabinos en la ieshivá descubrieron que me encantaba la música y me ofrecieron un maestro de música privado si me quedaba en la ieshivá. Tenía sólo 13 años y no quería quedarme solo en un país extranjero, así que regresé a Polonia con mi madre.

La comunidad judía de Varsovia nos invitó a acompañarlos para las Altas Fiestas. Nos quedamos en un hotel y le pedí a Rav Schudrich si podía ayudarme a ir a Varsovia para estudiar en la escuela judía Lauder. Le dije que no había mucha vida judía en Czestochowa. “Estoy en una escuela pública, no hay sinagoga en Czestochowa”. Unos meses después, Rav Schudrich llamó para decirnos que encontró un lugar en donde podíamos quedarnos y que podíamos ir a Varsovia. Yo tenía 14 años, estaba en la mitad de octavo grado y mi madre y yo nos mudamos a Varsovia por un año y medio.

Con compañeros del campamento JDC en Sarvash, Hungría. Yo soy el segundo desde la izquierda.

En la escuela Lauder, aprendí historia judía, cultura judía e idioma hebreo, pero no Torá. Después de la escuela tenía un profesor privado que me enseñó cómo ponerme tefilín y me dio unos tzitzit. Trabajé en mi lectura en hebreo y comencé a rezar, pero sólo en Shabat. Comencé a cuidar Shabat y kashrut lo más que podía.

En algún momento durante ese año, me llamó mi sandak, Rav Neushloss. Estaba en Polonia y quería que lo acompañara en un viaje conmemorando el iortzait de Rav Elimelej de Lizansk. Mandó a un chofer privado a buscarme y me estaba esperando con un autobús lleno de jasídicos. Después de viajar todo un día, llegamos a nuestro destino final: Lizansk. Allí pasé el Shabat más maravilloso de mi vida. Las calles de Lizansk estaban llenas de jasídicos. Sentía como si estuviera en otro mundo. Miles de jasídicos comían juntos, cantaban y bailaban. ¡El suelo temblaba! Fue una experiencia increíble.

Yo en la tumba de Rav Elimelej de Lizensk, Polonia

Cuando regresamos a Varsovia, Rav Neushloss me invitó a pasar Pésaj en Monsey con él y su familia. "Seguro", le respondí, pero no tenía idea de cómo podría pagar el pasaje. Le agradecí por todo y me despedí. En algún momento antes de Pésaj, Rav Schudrich me dijo que Rav Neushloss me había mandado un pasaje de avión.

Cantando con Rav Leiber en el campamento Lauder.

Pasé un Pesaj hermoso y también visité a Rav Lieber quien me había enseñado en el camp Lauder en Polonia. Le conté que estaba en la escuela judía Lauder, pero que no sabía a dónde ir después de mi graduación, ya que en Polonia no había escuelas secundarias judías ni ieshivot. Me dijo que intentaría buscar algo para mí.

En mi último año en la escuela Lauder, justo antes del verano, no sabía qué hacer. Todos mis amigos estaban aplicando a diferentes escuelas secundarias y yo esperaba una llamada de Rav Lieber. Finalmente, un mes antes del verano, recibí una llamada informándome que podía ir a una ieshivá en los Estados Unidos. Recibí una visa y dejé Polonia a los 15 años. Comencé a estudiar en la Ieshivá Bobov en Boro Park. Estudié allí alrededor de un mes antes de cambiarme a la Academia Talmúdica de Baltimore.

Con Rav Neushloss en su sucá

Como no sabía mucho sobre judaísmo y realmente nunca había estudiado Torá, me pusieron en un segundo grado en donde estudié Jumash (los cinco libros de Moisés) por primera vez en mi vida. La primera vez que leí una frase de la Torá, todos los niños en la clase aplaudieron. Ese mismo año fui a 4to grado y aprendí Mishná por primera vez. Al año siguiente estuve en sexto y octavo grado, en donde comencé a estudiar Talmud. Un año después fui a décimo grado y al año siguiente fui a doceavo grado y me gradué de la secundaria en el 2008.

Después de graduarme de la Academia Talmúdica de Baltimore, fui a la ieshivá Shor Yashuv en Lawrence, Nueva York, en donde estoy hoy en día.

Rav Yanky Brazil y yo en la ieshivá Shor Yashuv, 2009

Vivir como judío en Polonia no fue fácil. Intenté juntar todas las piezas del rompecabezas, pero me faltaban demasiadas. Hoy, gracias a muchas personas grandiosas y por supuesto a Dios, entiendo completamente lo que significa ser judío. Estoy eternamente agradecido con mi madre por permitirme salir de Polonia para estudiar en una ieshivá, a pesar de ser su único hijo, y con todas las personas que hicieron mi sueño realidad.


Una versión de este articulo apareció originalmente en The Jewish Home.

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