El dinero y los niños

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Matot (Números 30:2-32:42 )

El pueblo judío llego a las planicies de Moav, el punto de partida para la inminente invasión de Canaán. Pero las tribus de Reubén y Gad, que tenían mucho ganado y rebaños, prefirieron quedarse en los exuberantes pastizales de Transjordania antes que recibir una porción en Eretz Israel. Ellos le pidieron permiso a Moshé para asentarse fuera de la tierra.

Moshé les reprochó que dejaran que los demás conquistaran Canaán mientras ellos se asentaban en sus ranchos. Además, su renuencia a entrar a la Tierra tendría un efecto desmoralizante en los demás, tal como ocurrió con el informe de los meraglim, (los espías) treinta y ocho años antes.

Ellos le dijeron a Moshé: "Esto es lo que queremos hacer. Queremos construir aquí corrales para nuestras ovejas y ciudades para nuestros niños. Pero nosotros rápidamente iremos al frente del ejército que luchará hasta que la tierra sea conquistada y repartida. Sólo entonces regresaremos a nuestros hogares".

Moshé les respondió: "Muy bien. Construyan ciudades para sus niños y corrales para sus ovejas y asegúrense de cumplir lo que han dicho" (32:24)

Presta atención que Moshé invirtió el orden de sus prioridades. Ellos querían "construir corrales para nuestras ovejas y ciudades para nuestros niños". Primero se iban a ocupar del rebaño y del ganado, para estar seguros de que los animales no se fueran por las colinas y se perdieran o se los robaran. Las vacas y las ovejas son valiosos, y tenían que cuidarlos bien. Luego hablaron de construir "ciudades para nuestros niños". Luego proveerían a sus hijos de un lugar donde pudieran vivir mientras ellos participaban en la guerra.

Oh no, les respondió Moshé. Están equivocados. Antes que nada "construyan ciudades para sus niños". Asegúrense de atender a las necesidades de sus hijos. Después pueden construir también corrales para sus ovejas. Primero se ocupan de los niños, después del ganado.

El Midrash resume esta conversación con el versículo (Kohelet 10:2): "El corazón del hombre sabio está a su derecha y el corazón del tonto a su izquierda". El corazón de Moshé estaba a la derecha. Él tenía las prioridades correctas. Los corazones de las tribus de Gad y Reubén estaban a la izquierda. Ellos dieron precedencia a consideraciones secundarias. A ellos les preocupaba más su dinero que sus hijos.

Al ver este incidente, nos preguntamos: "¿Cómo pueden ser tan tontas las personas? ¿Cómo pueden tener los valores tan mezclados? ¿Cómo es posible que alguien ponga el bienestar de su ganado por encima del bienestar de sus hijos?".

Lamentablemente, este no es un incidente aislado, algo raro que ocurrió hace miles de años. Es un fenómeno de todos los días. La gente se enfoca tanto en su manutención, en desarrollar un negocio o avanzar profesionalmente, en construir una práctica… y sus hijos se pierden en el camino. No se dan cuenta que cometen el mismo error que las tribus de Reubén y Gad. Pero es cierto. Y ocurre demasiado a menudo.

Rashi escribió (32:24) que las tribus de Gad y Reubén no regresaron a su hogar en Transjordania hasta después de los siete años de conquista y los siete años de posesión de la tierra. Permanecieron catorce años en la Tierra de Israel. ¿Cuántos años tenían los niños que habían dejado (supongamos que tenían en ese momento 3 o 4 años) cuando volvieron sus padres? ¡Eran adolescentes! Prácticamente adultos. El Midrash dice que los padres se sorprendieron al ver que sus hijos tenían el cabello largo, que no se distinguían de sus vecinos paganos.

Esto es lo que ocurre cuando los padres dan prioridad a su riqueza antes que a sus hijos.

El Ktav Sofer formula una pregunta respecto a la última parte de las palabras de Moshé. Después de ayudar a las tribus de Gad y de Reubén a acomodar sus prioridades, Moshé les dijo: "y asegúrense de cumplir lo que han dicho". ¿Por qué era necesario decirles esto?

El Ktav Sofer dice que la respuesta es que Moshé sabía con quién hablaba. No se puede confiar en la gente que puede llegar incluso a pensar en proteger a su dinero antes que a sus hijos. Están tan concentrados en su riqueza que pueden llegar a hacer cualquier cosa. Por eso Moshé tuvo que exhortarles que cumplieran su palabra.

Rav Tzadok HaCohen explica que el deseo por el dinero es más fuerte que cualquier otro impulso material, porque es el único que es insaciable. Hay un límite a cuánto una persona puede comer, cuantas veces puede cometer adulterio, pero no hay un límite a cuánto dinero puede acumular. La búsqueda de riqueza puede volverse más obsesiva que ninguna otra cosa. A menudo, los niños pagan el precio de la riqueza.

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