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El dolor y la tristeza ayudan a ajustar la realidad y hacen que la persona tenga compasión.
La tristeza es un sentimiento temido, descalificado y en lo posible, ignorado o evadido. Nadie disfruta sentirse triste, el desánimo aísla y desconecta. Cuando uno se siente triste, la sensación de soledad y desapego llenan el alma; la tristeza roba las ilusiones.
La persona afligida, pierde las ganas de seguir luchando ya que le cuesta trabajo reestablecer su energía. Su atención se dispersa y es difícil poner atención.
Vivir triste es como vivir en una nube de humo gris, que no te permite moverte, ni ver más allá de tu nariz.
Se necesita valor para reconocer cuando uno está triste. Hay más de mil razones que entristecen a las personas. Cada razón es válida y no es justo juzgar o exigir que otro deje de sentirse triste sólo porque uno considera que su razón no es motivo para sentirse así de mal.
No se puede vivir triste toda la vida. Ya que la tristeza a la larga amarga y ocasiona problemas de salud más serios.
Ofrecer una mano amiga, regalar una sonrisa o algunas palabras de ánimo, son acciones de compasión y de responsabilidad humana.
Es injusto decir que la tristeza es "mala". Los sentimientos no se deben calificar. Éstos, determinan el estado de ánimo y la forma como se integran las experiencias y las emociones en la mente.
A medida que uno reconoce, valida y permite que los sentimientos incómodos existan, sin pena, sin culpa y sin rechazo, entonces uno adquiere una visión panorámica de lo que le sucede y cómo reacciona ante lo que está sintiendo.
El valor que la tristeza da es la reflexión. Reconocer que hay personas que están cerca, que se preocupan. Gracias a la tristeza, uno aprende a ser más atento, más noble y más compasivo.
Cuando uno se siente feliz, rara vez se toma el tiempo de apreciar lo que es obvio y preciado. Sólo cuando uno se siente derrumbado o se siente solo, entiende el valor de la amistad, el amor y la alegría. Puede ver la bondad escondida y aprecia las cosas diminutas.
La única manera de enfrentar a la tristeza es dándole la cara de frente. Encontrando el tiempo para reconocer el dolor, aceptar la pérdida y el vacío que se siente. Para luego reconciliarse con gratitud por lo que se tiene, lo que se tuvo y lo que se perdió.
Cuando se acepta la tristeza como una parte del sentir, entonces se puede sanar una porción de su dolor, se aprende a ver con más claridad y sabiduría lo que es. Y lo más importante, reconoce que el amor propio y la compasión —sin sentir pena por uno mismo— es el regalo más grande que la tristeza puede ofrecer.
Ingredientes
Afirmación positiva para aceptar la tristeza:
Me permito sentirme triste. No le temo a la tristeza porque sé que este sentimiento me enseña a apreciar los detalles que la alegría no me deja ver. Respiro profundo y lleno mi corazón de esperanza y fe. Sé que la tristeza no es permanente y tengo el valor para aprender mi lección, recuperar mi ánimo y mi equilibrio. Dejo fluir libremente mis sentimientos. Mañana sale el sol y otro día será.
Aprendiendo de la tristeza:
"La tristeza es el mejor testimonio del crecimiento espiritual y de el trabajo personal que forja el carácter para ser mejor".
Extraído de recetasparalavida.com
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