Antigüedad
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En 1947, un adolescente judío de 16 años fue secuestrado en Jerusalem y nunca se lo volvió a ver. Su presunto secuestrador, un héroe británico de la Segunda Guerra Mundial, pudo evitar ser castigado.
Una placa celeste en un muro de piedra en el barrio de Rejavia, en Jerusalem, parece tener un significado especial. Una tarde de mayo de 1947, Alexander Rubovitz, de 16 años, fue secuestrado en ese lugar y nunca se lo volvió a ver.
Aunque tenía sólo 16 años, Alexander estaba en una misión para Lojamei HaJerut beIsrael, los luchadores por la libertad de Israel (conocidos por su sigla en hebreo como LEJI). Este grupo estaba dedicado a poner fin al opresivo régimen antisemita del Mandato Británico y a establecer el estado judío de Israel. Alto, moreno y tranquilo, el carácter afable de Alexander ocultaba su ardiente dedicación a la guerra que libraba la resistencia judía contra el Mandato Británico en lo que entonces se llamaba Palestina.
Alexander vivía en el antiguo barrio de Mea Shearim de Jerusalem con sus padres y tres hermanos. Él pertenecía al Brit Jashmonaim, un grupo juvenil religioso y la organización de fachada del LEJI. De sus 150 miembros en Jerusalem, unos 30 participaban en actividades secretas. El LEJI utilizaba habitualmente a adolescentes para distribuir información, como correo y para transportar armas. Ellos eran especialmente valiosos para pegar carteles en las paredes, una tarea esencial después de que el LEJI perdiera su estación clandestina de radio en una redada policial en 1946, porque carecían de un periódico para difundir su mensaje y mantener informado al público judío. El trabajo era arriesgado ya que los adolescentes eran susceptibles de caer en manos de las patrullas policiales. De hecho, a menudo eran capturados, aunque recibían castigos menos severos que los adultos.
Aunque la familia Rubovitz simpatizaba con el nacionalismo judío, ellos no comprendieron el alcance de las actividades de Alexander hasta que fue expulsado de la escuela. Temiendo que su comportamiento peligroso pusiera en riesgo la salud ya frágil de su madre, sus hermanos intentaron convencerlo para que abandonara el LEJI. Sin embargo, Miriam Rubovitz sorprendentemente alentó a Alexander declarando: "Tiene que ir. Ahora todos se van. Tiene que ir y triunfar".
Abandonando su educación, Alexander se levantaba antes del amanecer para reunirse con los otros nueve jóvenes de su grupo y pegar los mensajes de LEJI por todo Jerusalem. En la primavera de 1947, cuando se intensificó la lucha entre los británicos y la resistencia judía, su trabajo se volvió cada vez más peligroso.
Una tarde de mayo, Alexander se dirigió a una misión en el centro de Jerusalem. Tras atravesar el mercado o shuk Majané Iehudá, llegó al frondoso suburbio de Rejavia. Una mujer que estaba en el balcón de su departamento vio a un adolescente corriendo por la calle. Desde allí pudo ver claramente al joven, a quien más tarde identificó como Alexander Rubovitz, perseguido por un hombre corpulento y rubio. Muy pronto el poderoso perseguidor lo alcanzó cerca de la intersección de las calles Ussishkin y Keren Kayemet leIsrael. Dos jóvenes vieron cómo el hombre obligó a Alexander a subir a un auto que lo esperaba, aunque el adolescente forcejeó con tanta fuerza que necesitó la ayuda del otro hombre, que salió del auto, para empujar a Alexander al asiento trasero.
El comandante británico, Roy Farran
Meir Cohen, de 15 años, quien también vio el forcejeo, se acercó valientemente al auto y preguntó quiénes eran. El hombre le respondió en perfecto inglés que era un oficial de policía, indicando su certificado de identificación policial. Entonces amenazó con disparar a Meir con su revolver. Meir escuchó un grito en hebreo desde el interior del auto: "¡Soy de la familia Rubovitz!". Pudo ver a Alexander en el asiento trasero, recibiendo repetidos golpes en la cabeza. Las puertas se cerraron de golpe y Meir vio con impotencia cómo el auto se alejaba.
Los dos jovencitos que habían presenciado el secuestro encontraron un sombrero de hombre que había caído a la acera durante el forcejeo. Adentro del sombrero estaba escrito el nombre de su dueño: Roy Farran.
Alexander había sido capturado por un escuadrón encubierto de la policía, dirigido por el comandante británico Roy Farran, un conocido simpatizante árabe. Su escuadrón era una de las dos unidades encubiertas encargadas de penetrar en la resistencia judía. Ellos demostraban poca moderación y los documentos públicos sugieren que torturaban a los sospechosos.
Los secuestradores llevaron al joven a un área desierta en las afueras de Jerusalem (posiblemente Wadi Kelt, cerca de Jericó), con la esperanza de que les revelara los nombres de miembros influyentes del LEJI. Con gran valentía, Alexander se negó a hablar. Posteriormente Farran admitió ante su oficial al mando, el coronel Bernard Fergusson, que había golpeado repetidamente la cabeza del muchacho con una roca hasta que murió.
La policía de Palestina llevó adelante una investigación y el sombrero de Farran, encontrado en el lugar del secuestro, se usó como prueba. Farran fue detenido, aunque nunca se encontró el cuerpo de Alexander. Después de que Farran huyera dos veces de la custodia, un consejo de guerra lo absolvió alegando que, sin un cadáver, no se podía probar el asesinato. En octubre de 1947 las autoridades británicas en Palestina quemaron todo el expediente de la investigación, lo que puede haber sido un encubrimeitno autorizado oficialmente.
El libro "Major Farran's Hat", del historiaodr británcio David Cesarani describe esta historia en vívidos detalles. Aunque el caso de Farran es ahora una nota al pie de página en la historia, fue un factor importante en la decisión de Gran Bretaña de alejarse de su mandato en Palestina. Ese caso incrementó todavía más las tensiones entre los judíos y los británicos que vivían allí. Pocas semanas después de la absolución de Farran, las tropas británicas se retiraron.
Roy Farran, años más tarde en Canadá.
En mayo de 1948, un año después del asesinato de Alexander, fue establecido el estado judío de Israel por el cual este valiente joven había entregado su vida. Lamentablemente, los intentos de la familia Rubovitz de llevar a Farran ante la justicia a través de procedimeintos civiles y militares fueron inútiles. Los miembros del LEJI enviaron una carta bomba a la casa de Farran en Inglaterra, pero esta mató a su hermano.
Farran se negó repetidamente a discutir sobre el secuestro. Fue una figura heroica condecorada de la Segunda Guerra Mundial y luego tuvo una exitosa carrera como editor de periódico y político en Canadá. Murió en el 2006 a los 85 años, quedado impune por el asesinato.
Además de la placa celeste en Rejavia marcando el lugar de su secuestro, en Jerusalem hay una calle que lleva el nombre de Alexander Rubovitz. Mientras su cuerpo siga sin aparecer, se lo considera oficialmente como desaparecido. Para su familia, siempre faltará.
Aunque era sólo un niño pequeño cuando su tío Alexander fue asesinado, Moshé Rubovitz supo quién fue el responsable.
"En 1974 viajamos a Canadá y tratamos de reunirnos con Farran para obtener más información que nos permitiera encontrar el cuerpo de mi tío. Pero el abogado de Farran se negó a permitir que lo viéramos. Yo sólo quería preguntarle donde estaba enterrado el cuerpo para poder darle una tumba judía adecuada".
"En el cementerio de Monte Herzl hay sólo una lápida para Alexander, y hasta la década de 1970 ni siquiera tenía eso. Nuestro dolor y nuestra desilusión son enormes", explicó Moshé Rubovitz, quien dio a su propio hijo el nombre en honor de Alexander.
"Estoy orgulloso de ser el sobrino de ese joven que dio su vida por un estado que no existía en ese momento. La mayoría de nosotros no tuvimos la oportunidad de conocerlo, pero todos crecimos con su recuerdo como un héroe".
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