El Faraón, Putin y por qué este Pésaj es diferente

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De nuevo, un déspota le lava el cerebro a una nación para que cometa atrocidades en contra de un pueblo inocente.

Rav Avi Baumol trabaja en la comunidad judía de Cracovia, Polonia y es también el emisario de Shavei Israel en dicha ciudad.


Todos hacemos la famosa pregunta en el Séder de Pésaj 'ma nishtaná' (¿por qué esta noche es diferente de todas las demás)? Pero, a la luz de las últimas seis semanas de guerra, y ciertamente para aquellos como yo en Polonia cuyo vecino, Ucrania, está sufriendo atrocidades incalculables y agresiones injustificadas, realmente debemos reconocer que este Pésaj es como ningún otro que hayamos experimentado.

Gracias a Dios estamos suficientemente lejos del fuego, pero al mismo tiempo suficientemente cerca como para ofrecer apoyo, refugio y una sensación de normalidad para muchos refugiados. No podemos evitar sentir que los temas de la festividad —esclavitud y redención, tragedia y triunfo— repercuten muy fuerte en nuestros corazones y mentes, mientras las bombas continúan pulverizando ciudades en Ucrania y los refugiados continúan escapando en masa del peligro inminente.

Una de las mitzvot importantes de Pésaj es contar la historia del Éxodo de Egipto en el Séder y los rabinos nos instruyeron que la historia debe tener “un comienzo vergonzoso, pero un final digno de alabanzas”.

Si tuviera que relatar la historia de Pésaj en los tiempos modernos, unos 800 kilómetros al este de donde me encuentro, notaría que en la primera mitad de la historia —el comienzo vergonzoso— existe una gran simetría entre las personalidades de los dos villanos: el Faraón y Putin. Ambos “líderes” tienen control absoluto sobre sus naciones, ambos le lavaron el cerebro a sus ciudadanos para que cumplieran sus órdenes y los aislaron del mundo exterior, y ambos tramaron un plan para deshacerse de sus enemigos explotando a su propia gente.

El Faraón junto con sus ministros planeó en secreto convertir a los israelitas en parias, para demonizarlos y finalmente deshumanizarlos. Putin hizo lo mismo con su país vecino occidental, un pueblo muy similar a los rusos, pero con perspectivas diferentes sobre la vida y la sociedad, lo que Putin percibía como una “amenaza”.

Mediante el uso de mentiras y alarmismo, el Faraón logró lavar el cerebro de toda una nación, para que ésta cometiera actos indescriptibles contra personas inocentes, hasta el punto de asesinar niños. Así también la propaganda ficticia de Putin sembró las semillas del odio y la desconfianza entre los dos pueblos y su ataque no provocado contra Ucrania refleja su disposición a no detenerse ante nada para lograr sus maléficos objetivos.

Una nueva narrativa del Éxodo

Pero aquí es donde nos apartamos de la historia bíblica y nos involucramos en nuestra propia narrativa del Éxodo de hoy en día. La segunda mitad de la historia se relaciona con cierta "alabanza", una descripción del héroe que salva el día y redime a la nación. En la Torá, está muy claro quién es esa personalidad: Dios mismo. De hecho, una y otra vez la Torá habla de Dios peleando contra el Faraón, Dios derrotando a Egipto, Dios matando a los primogénitos y dividiendo el mar. El papel de Moshé fue sólo como un mensajero físico para advertir al Faraón sobre su maldad. Y para enfatizar este punto, ¡el nombre de Moshé no se menciona ni una sola vez durante la noche del Séder! Así, dada la impotencia de las víctimas —los israelitas— y la cobardía de los países vecinos para desafiar al Faraón, Dios mismo tuvo que hacer esta guerra y defender a los vulnerables.

La historia tiende a repetirse y los matones han seguido haciendo daño con impunidad mientras que los débiles han sufrido en soledad. Sin embargo, aunque ningún otro país se ha enfrentado a Putin y ha luchado junto a los ucranianos en esta guerra, países de todo el mundo han luchado contra esta injusticia de maneras menos convencionales: condenando rotundamente a Putin en los pasillos de la justicia internacional, prohibiendo el comercio con Rusia y poniendo un control absoluto sobre su solvencia financiera, proporcionando a Ucrania las provisiones que tanto necesita, militar y humanitariamente, y (para continuar con el paralelo del Éxodo) abriendo sus fronteras para permitir que los ucranianos huyan del peligro hacia la libertad.

Polonia ha estado a la altura de las circunstancias y se ha movilizado tanto a nivel nacional como, más significativamente, a nivel individual.

Después de haber estado en la frontera varias veces, me maravilló ver a los polacos sacrificando su tiempo y dinero para trabajar las 24 horas del día, los 7 días de la semana, sacando a los ucranianos del peligro y cuidándolos durante su viaje hacia la libertad. Algunos polacos han convertido sus centros comunitarios en puestos de avanzada humanitarios, brindando todo tipo de servicios día y noche; otros han abierto sus casas e invitado a extraños a entrar y encontrar consuelo; muchos millones más han donado, se han manifestado, mostrado verdadera solidaridad y dado la bienvenida a millones de refugiados en su tierra.

De hecho, es aquí donde nos apartamos de la historia estándar de Pésaj, porque no es sólo Dios en este caso, sino personas individuales de todo el mundo que se han ganado verdaderas alabanzas en estas últimas seis semanas. Y los polacos en particular, muchos de los cuales han tenido dificultades para confrontar su pasado y que a veces no han sido capaces de defender a los vulnerables en la historia reciente, son ellos, ahora, quienes se enfrentan a la tiranía en favor de los débiles, empobrecidos, perseguidos y solitarios.

Nuestro Séder de Pésaj es diferente este año no porque ya no haya maldad en el mundo, desafortunadamente, eso aún no se ha erradicado. Más bien, es porque aquellos que no han sido indiferentes al sufrimiento de los demás, pueden estar orgullosos, sabiendo que la historia no tiene por qué repetirse siempre.

La historia de Pésaj de antaño no es una celebración absolutamente gozosa, está llena de horribles recuerdos de destrucción, esclavitud y opresión. De hecho, comemos maror, las hierbas amargas, para reconocer que hay una tristeza intensa incluso en medio de la victoria. Del mismo modo, nuestra historia está llena de múltiples narrativas: alegres relatos de camaradería y amor, así como trágicas historias de guerra y pérdida, mientras que, en el momento de escribir este artículo, la guerra continúa y comienzan a surgir revelaciones de atrocidades.

Oremos y esperemos que, así como la redención de los antiguos israelitas tuvo lugar en un abrir y cerrar de ojos, en una noche, en un giro impactante del destino, así también, esta guerra cambie su curso en un instante y reine la paz.

Y así como el Éxodo del pasado finalmente llevó a Israel a regresar a su tierra prometida, esta guerra actual cesará, los enemigos serán rechazados y los ciudadanos ucranianos finalmente podrán regresar a casa para comenzar a reconstruir su patria.

Este artículo apareció originalmente en el Times of Israel.

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