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Después de perder un brazo, Izzy Ezagui superó enormes obstáculos y regresó al combate.
Después de perder un brazo en batalla, Izzy Ezagui se reentrenó para convertirse nuevamente en francotirador y regresó al combate. Sorprendentemente, se volvió incluso más rápido y preciso con un brazo que con dos.
“Soy solo un nerd judío de Miami”, dijo Izzy a modo de presentación en una entrevista exclusiva con Aishlatino.
Izzy creció en Miami, llevando la vida típica de un judío estadounidense que incluía horas jugando XBOX. “Jugar videojuegos probablemente me ayudó a convertirme en un mejor francotirador, porque refinó mi coordinación ojo-mano. Si un nerd judío como yo pudo hacer lo que hice, cualquiera puede hacerlo”.
Izzy asistió a escuelas judías y creció aprendiendo sobre la historia del pueblo judío. El Holocausto resonó profundamente en él. Cuando aprendió sobre las Fuerzas de Defensa de Israel y de lo especial que era el hecho de que los judíos finalmente tuvieran un ejército para defenderse, Izzy supo que quería ser parte de eso.
“Desde que era pequeño entendí lo que nuestro pueblo había sufrido. Finalmente tenemos un ejército y una forma de defendernos. ¿Cómo no iba a luchar para proteger a mi pueblo?”
En el 2008, hizo sus maletas y se fue a Israel para alistarse. Apenas había terminado el entrenamiento básico cuando fue enviado a la frontera con Gaza durante la Operación Plomo Fundido, cuyo objetivo era detener el bombardeo de cohetes a Israel.
El objetivo de la unidad de Izzy era localizar túneles terroristas. Un día, un capitán de su unidad fue asesinado por un RPG. Le ordenaron a su unidad entrar en Gaza para reforzar las tropas y recuperar el cuerpo del capitán. Izzy pensó en llamar a su madre.
“Ella no sabía que estaba cerca de Gaza. Le había dicho que estaba en la frontera con el Líbano, que en ese momento estaba tranquila. Nadie quiere que su madre se preocupe. Mentir era mi forma de protegerla.”
Pero entonces ocurrió lo inimaginable. Un mortero de 120 mm impactó directamente en Izzy, arrancándole el brazo. La decisión de llamar o no a su madre fue tomada sin su participación.
“Mi cuerpo decidió mantenerme despierto. Estuve consciente desde el momento en que me alcanzó el proyectil hasta que me durmieron para la cirugía en el hospital”.
Izzy supo antes de la cirugía que su brazo no podía ser reimplantado, pero ya estaba decidido a continuar su servicio. Cuando despertó, sus padres estaban a su lado.
“Quiero seguir sirviendo en combate”, les dijo Izzy.
Su padre comenzó a llorar. “¿Cómo puedes bromear con esto?”
Su madre dijo: “Si esto es lo que su corazón le dice, apoyémoslo.”
Izzy escuchó mientras sus padres discutían. “Si estaban discutiendo, significaba que creían que podía hacerlo. No estaban debatiendo si era o no posible, sino si debían apoyarme. Esa creencia me impulsó desde ese momento”.
A Izzy le tomó nueve meses volver a aprender tareas básicas de la vida: atarse los cordones, abrocharse el cinturón y abotonarse la camisa.
“Me tomó tiempo aprender a vivir con un solo brazo, y también tuve que aprender a dejar de tomar analgésicos.”
Le recetaron un cóctel de analgésicos, incluyendo fentanilo y opioides, tres veces al día para manejar el dolor fantasma que lo atormentaba.
“Aunque mi brazo ya no está, revivo el trauma una y otra vez.”
Contra las órdenes de sus médicos, Izzy dejó de tomar analgésicos de una sola vez. La abstinencia fue brutal: noches sin dormir, sudores fríos y terrores nocturnos.
“Hubo momentos en los que sentía como si me hubieran golpeado con el cohete otra vez. La parálisis del sueño congelaba mi cuerpo. Todo excepto mis ojos. Estaba atrapado en el dolor, incapaz de gritar”.
Una vez que Izzy se sintió estable, inició una misión para regresar al combate.
“Presioné a todos los generales y políticos que pude hasta que el general Yoav Gallant finalmente accedió a darme una oportunidad. Tenía un mes para aprobar las pruebas que normalmente se completan en ocho meses”.
Izzy volvió a aprender a disparar y a destrabar su arma, saltar muros de dos metros, trepar cuerdas y quitar los pasadores de las granadas con los dientes. Completó el curso de obstáculos mucho más rápido con un brazo que cuando tenía dos.
“Uno de los momentos más poderosos ocurrió durante el entrenamiento. Un grupo de soldados que corría cerca me vio atravesando el circuito con un solo brazo, completamente equipado para el combate. Se unieron para animarme. Ese día rompí mi propio récord con dos brazos. Su apoyo me alentó a hacer más de lo que pensaba que era posible”.
Mientras otros lo animaban, Izzy luchaba contra las dudas.
“En ese entonces, me motivaba con autocrítica negativa. Me decía a mí mismo que no era lo suficientemente bueno, lo que irónicamente me hacía esforzarme más para demostrarme lo contrario. Hoy no recomendaría ese enfoque”.
Ahora, Izzy se motiva a sí mismo con pensamientos positivos y refuerzo constructivo.
Después de aprobar nuevamente todas las pruebas, Izzy enfrentó meses de burocracia. Eventualmente, regresó al combate. Usaba técnicas especiales, como envolver cinta adhesiva de hockey alrededor de los pasadores de las granadas para proteger sus dientes al extraerlos.
Izzy sirvió en servicio activo del 2010 al 2011, completó la escuela de oficiales y dirigió un escuadrón de 13 soldados en su entrenamiento avanzado. Su momento de mayor orgullo fue ganarse el respeto de su equipo.
El 7 de octubre, Izzy estaba retirado, pero cuando vio los videos de las atrocidades de Hamás, supo que tenía que regresar.
“A los reservistas retirados les dijeron que no fueran. Pero yo sabía que no dormiría tranquilo a menos que me presentara, aunque eso implicara que me rechazaran.”
Fiel a su estilo, Izzy logró regresar a su unidad y volvió a Gaza. Hace apenas seis meses, estuvo en los túneles terroristas de Radwan en el Líbano.
“En el Líbano, mi unidad encontró el túnel terrorista más grande hasta la fecha: 1,7 kilómetros de largo. Se necesitaron 450 toneladas de explosivos para destruirlo. La explosión fue tan grande que se registró como un terremoto”.
Izzy está orgulloso de sus logros, pero admite que vivir con un solo brazo ha sido un proceso de aprendizaje.
“Los humanos somos resilientes cuando no tenemos opción. Aún hay cosas que no puedo hacer, como cortar un filete o tocar la guitarra. Algunas cosas las he aprendido a hacer igual de bien con un brazo, y otras las evito sin pensarlo. He seguido adelante y me siento muy cómodo”.
Regresar al combate lo ayudó a sanar y encontrar un nuevo propósito. En combate, hubo días en los que olvidaba que estaba herido, una mentalidad que moldeó la forma en que afrontó la vida civil.
“No me siento discapacitado y la mayoría de la gente tampoco me ve así”.
Izzy escribió un libro sobre sus experiencias: Disarmed: Unconventional Lessons from the World’s Only One-Armed Special Forces Sharpshooter (lecciones no convencionales del único francotirador de fuerzas especiales con un solo brazo).
“Soy sólo un nerd judío de Miami. Si yo puedo hacer esto, cualquiera puede hacerlo”.
La inquebrantable devoción de Izzy por la nación judía y su mensaje de resiliencia son realmente inspiradores.
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