El Gran Diluvio y la Torre de Babel

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Noaj (Génesis 6:9-11:32 )

¡La vista era simplemente impactante! Cada especie animal terrestre estaba alineada de dos en dos en frente de la gigante embarcación que Noaj había construido con sus dos manos. La columna se extendía por kilómetros. Cualquiera que estuviera parado cerca podía distinguir a las jirafas, los tigres, los ornitorrincos con hocico de pato, los conejos y los ratones – animales de todas las formas y tamaños, esperando pacientemente su turno de entrar al Arca que salvaría sus vidas. La gente de la generación malvada, que se negó a internalizar el mensaje de Noaj, observaban con estupor mientas continuaba la procesión.

“¿Acaso podía ser cierto?”, se preguntaban el uno al otro. “¡Este excéntrico personaje ha pasado 120 años construyendo un bote gigante, a kilómetros de distancia de la fuente de agua más cercana!”. Cuando esos mismos curiosos le preguntaban sobre su propósito, Noaj contestaba, “Mejor arrepiéntanse antes de que llegue el diluvio. (¡Uno no puede caminar sobre el agua!) Dios está decidido a destruir a todas las almas vivientes a través de un diluvio a nivel mundial y la única esperanza es que ustedes cambien su estilo de vida. ¡Esta inmoralidad debe detenerse ahora mismo!”.

¡Los líderes de la generación estaban furiosos! “Sólo esperen al día que intenten entrar al Arca. Nosotros vamos a romper el Arca y a todos los que estén en ella”.

El día desdichado llegó. Tan pronto como el último de los animales había entrado al refugio de Noaj, los guerreros designados estaban preparados para llevar a cabo su amenaza. Los misiles de catapulta estaban listos para ser lanzados: las feroces flechas estaban ya encendidas. Repentinamente, cientos de animales emitieron un rugido al mismo tiempo. Los leones, los tigres y los osos (¡Oh Dios!) atacaron al unísono. Los pseudo guerreros volaron a los cerros temiendo por sus vidas. En ese momento, empezó a llover… (Adaptado del Midrash).

La parashá Noaj relata una de las historias más antiguas y más contadas universalmente. Casi toda nación antigua - desde los indios americanos hasta los chinos - tienen una tradición de un diluvio conectado con una torre. La Torá enfatiza la lección moral: El hombre es responsable por el mundo y ¡sus acciones pueden destruirlo o preservarlo!

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La generación de Noaj

Estas son las generaciones de Noaj” (Génesis 6:9). Pero, en vez de informarnos a continuación acerca de los hijos de Noaj, como sería el procedimiento normal al mencionar las generaciones, el verso continúa, “Noaj era un hombre recto”. Esto lleva a los sabios a comentar: “El principal descendiente de una persona son sus buenas acciones”.

Cuando se le pregunta a una persona, “¿Para qué vives?”, la gente normalmente responde “¡para mis hijos!”. Cuando los hijos crecen, también viven por sus hijos y así siguen para siempre. ¡Me encantaría conocer a la última generación por la que todos estuvieron viviendo! Realmente, las personas deberían vivir para ellos mismos. Primero clarificar qué es lo verdaderamente importante en la vida y luego traspasarlo a los hijos. Ese es el mejor legado que puedes dejarles.

“Los tres hijos de Noaj fueron Shem, Jam y Yefet” (Génesis 6:10). Los comentaristas explican que los nombres de los hijos contienen el concepto clave de las características de su carácter. Shem significa “nombre” – él tenía la sabiduría de dar nombres al igual que Adam. Jam significa “caliente” – él personificaba el calor sensual de los deseos físicos. Yefet significa “belleza” – su legado era el arte y la cultura.

Alegóricamente, podemos ver en sus nombres el camino apropiado para realizar las Mitzvot y las buenas acciones. Debemos hacer las Mitzvot con "Shem", en el nombre de Dios – es decir, por amor a Dios sin segundas intenciones. En segundo lugar, con "Jam", con calidez y sentimiento, no mecánicamente simplemente para cumplir la obligación. En tercer lugar, una Mitzvá debe realizarse con ”Yefet”, con belleza – es decir, de la forma más bonita posible. (Maayana Shel Tora)

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El diluvio

La humanidad continuó haciendo mal uso de su larga vida (antes la gente vivía por cientos de años), y haciendo mal uso de las oportunidades que Dios les daba de crecer espiritualmente. Dios “se arrepintió” de crear al hombre. Por supuesto, un Dios Omnisciente y Todopoderoso no se arrepiente realmente de nada de lo que Él hace.

La Torá se refiere habitualmente al Creador en términos humanos para recordarnos que Él no es un concepto abstracto, relegado al tema del sermón semanal. Sino que Dios es nuestro padre espiritual, que se relaciona con nosotros y que desea una relación recíproca con nosotros.

Dios es alguien con quien podemos y con quien debemos relacionarnos. Por eso la Torá habla de Dios en términos humanos para sacar a relucir este punto, asumiendo que nosotros vamos a entender que no debemos tomar esos términos en forma literal. En este caso, Dios es descrito como teniendo enojo y arrepentimiento. (Rabino S.R. Hirsch)

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Construcción del arca

La construcción del Arca tomó muchos años de trabajo duro para Noaj. Podemos imaginar cómo venían las multitudes, durante los muchos años que pasaron durante la construcción del Arca, a observar la extraña embarcación y a cuestionar su propósito. Ese fue el último intento de salvar a la generación. Noaj utilizó su Arca como una advertencia. Él alzó su voz a todos aquellos que venían y los motivó a hacer teshuvá antes del día de la retribución. Sus palabras no dieron muchos frutos. (“Behold a People”, pag. 20)

La gran contribución de Noaj a la humanidad fue la moralidad. Sin duda la gente comparaba el trabajo infructuoso de construir el Arca con los logros más útiles de la sociedad – la cultura y la tecnología. “¿Por qué no haces algo más constructivo, Noaj?”.

Hubo una vez un tiempo donde la gente creía que una persona culta era una buena persona. Desde el Holocausto, eso ya no se da por hecho. El hecho que doctores y licenciados torturaran a sus víctimas hasta la muerte mientras escuchaban música clásica y vivían en lo más alto de la cultura y la academia, era común en la Alemania Nazi. (Rabino Avigdor Miller)

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Espacio en el arca

Pregunta: ¿Cómo cabían todos los animales en el Arca?

Respuesta: Para Dios, el espacio no es un problema.

Cuando Albert Einstein llegó por primera vez a América, los reporteros le pidieron que explicara su Ley de la Relatividad en un lenguaje “¡que podamos comprender!”. Él contestó: “Originalmente se creía que si podías meter todo el universo en una maleta, entonces, te quedarías con espacio eterno y tiempo infinito. Yo le enseñé al mundo, que si toda la materia estuviera en una maleta, ahí estaría también el espacio y el tiempo, ¡por ser relativos a la materia!”. (Escuchado del Rabino Shlomo Wolbe)

Esto significa que las limitaciones del tiempo y el espacio no son invenciones nuestras, sino creaciones de Dios, y de acuerdo a eso, no aplican a Él. El Talmud dice que el Arca Sagrada en el Templo de Jerusalem era demasiado grande como para entrar en el lugar designado para ella y que milagrosamente se insertó en ese lugar.

El libro “The Neck of the Giraffe” (“El Cuello de la Jirafa” página 110) hace un cálculo matemático del Arca de Noaj. Empezamos con las medidas precisas de la Biblia: 300 x 50 x 30 codos. De acuerdo a la mayoría de los cálculos, esto formaría una nave rectangular de considerable estabilidad que podría contener 24.000 toneladas. Un buen tamaño incluso para estándares modernos, comparable a un portaaviones británico moderno y casi la mitad de la capacidad de tonelaje de un portaaviones gigante americano.

La pregunta siguiente es cuántas especies tenían que entrar a bordo. De las 1,5 millones de especies que viven en la tierra hoy en día, sólo a una pequeña proporción se le debía dar espacio. Por supuesto, los peces permanecieron nadando en el mar. Noaj sólo tomó las especies que vivían en la faz de la tierra: personas, ganado, criaturas que se arrastran y aves. El Arca debía contener, entonces, una pajarera con 25.000 especies de aves y una colonia de animales que contenía 25.000 especies de anfibios, 6.000 especies de reptiles y 15.000 pares de mamíferos – dando un espacio promedio de menos de un metro cúbico para cada par de vertebrados, además de suministros de comida para un año.

Otro cálculo lo soluciona de manera diferente. Sólo se necesitaban 17.500 especies. Aún así tenemos un pequeño problema con esa cantidad. Si has estudiado varios años de biología y un par de años de fisiología, puedes darte cuenta que para preservar la vida en la tierra, se requiere un macho y una hembra, preferiblemente de la misma especie. Entonces necesitamos 17.500 machos y 17.500 hembras de las mismas especies, un total de 35.000 animales, dentro del Arca. El tamaño promedio de estos animales es como el tamaño de una oveja. Elefantes, jirafas, rinocerontes, hipopótamos son promediados con ratones y perros de las praderas. Los enormes animales de la antigüedad no fueron llevados al Arca y no sobrevivieron el diluvio.

También debemos tomar en cuenta a los insectos. Hay 850.000 especies de insectos. Necesitamos un macho y una hembra de cada uno, sumando 1,7 millones. Afortunadamente, Noaj no tuvo que preocuparse de buscar un macho y una hembra de la mosca tse-tse, porque Dios hizo que los animales fueran a él. Noaj podría haberle dado a cada uno de estos insectos 5 centímetros de espacio de vuelo, siendo muy cuidadoso de poner a las termitas en el medio.

El Arca, equivalente a un zoológico de 40 kilómetros de largo (“Behold a People”, pag. 19), tenía la capacidad de contener a todos los animales en el compartimento del medio, a Noaj y a su familia en el compartimento superior y mucho espacio en el inferior para los desechos.

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Por las aguas del diluvio

La Torá enfatiza que Noaj y su familia entraron al Arca sólo por las aguas del diluvio (Génesis 7:7). Los sabios perciben esto como una leve reprimenda: ¿Por qué no entró Noaj cuando sintió las primeras gotas? ¿No es acaso suficiente la palabra de Dios? “Noaj era un pequeño creyente”, afirman los Sabios. Esto en contraste a Abraham, como veremos en la siguiente parashá.

Pregunta: ¿Cuál es el ejemplo de un “gran creyente”?

Respuesta: El Talmud cuenta acerca del rabino Yojanán ben Zakai, quien quería hacer la paz con los romanos. Llamó al General Vespasiano y le dijo, “¡Oh Emperador, tenga piedad!”.

El General respondió, “¡Yo no soy el emperador. El emperador está en Roma!”.

El rabino contestó, “Tú debes ser el emperador – porque Dios te está dejando a ti capturar la Ciudad Santa y los rabinos aprenden de los versos que esto sólo será logrado por un rey. Entonces, no discutas conmigo, ¡tú eres emperador y rey!”.

En ese momento llegó un mensajero respirando con dificultad y jadeando. “¡El Emperador está muerto y el Senado lo ha designado a usted como su sucesor!”.

¡Eso es un real gran creyente! El rabino Yojanán ben Zakai estaba dispuesto a enfrentar al más importante general. Noaj, por otra parte, después de dedicarse a hacer el Arca por 120 años y de haber advertido al mundo del inminente diluvio, ¡realmente esperó hasta ver las gotas antes de entrar al Arca!

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¡Está lloviendo, es torrencial!

El Gran Diluvio fue en el año judío 1656 desde la creación. Por 40 días cayó la lluvia y cubrió todas las montañas donde se refugió la gente (Génesis 7:19). Los sabios explican el significado de los 40 días como correspondientes al tiempo de formación del feto en el útero. Dado que la gente había actuado con inmoralidad sexual, ellos recibieron un castigo que correspondía a eso.

En el Arca, Noaj trabajó día y noche, preocupándose por todas las criaturas vivientes que tenía a su cargo. A pesar de que muchos animales hibernaron, esta enorme colección de animales salvajes requería del esfuerzo de Noaj y de los 7 miembros de su familia. Durante esos meses de esfuerzo sobrehumano, Noaj aprendió una importante lección: “¡El Hombre es responsable por la preservación del mundo!”. Sus errores pueden causar un desastre universal y sus virtudes pueden mantener su existencia.

El Diluvio dejó muchas marcas en el mundo. El continente norteamericano – desde Alaska hasta México – muestra explícitamente que alguna vez el océano lo cubrió. Los Himalayas y otras cadenas montañosas están cubiertas por innumerables fósiles de las profundidades del mar. Los niveles del agua son discernibles en las grandes depresiones de tierra que están hoy en día muy lejos del nivel del mar.

Las inscripciones de la antiguedad relatan la historia del diluvio conectada con una torre. El antiguo cronista Berosus el Caldeo (un contemporáneo de Alejandro Magno) copió las viejas inscripciones de las piedras relacionadas con el Diluvio, entremezcladas con confusión y fantasías de cuentos y fábulas mitológicas antiguas. El poema épico de Gilgamesh ha sido desenterrado y también describe el diluvio. Pero en ninguna parte está descrito tan detalladamente como en la Torá y en ninguna parte se destaca tan claramente su lección moral en primer plano. (“Behold a People”, pag. 21)

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El cuervo y la paloma

Noaj envió primero a un cuervo, para comprobar la sequedad de la Tierra. Los comentaristas explican que Noaj pensó que un pájaro no doméstico, como el cuervo, preferiría su libertad incluso si la tierra estuviera todavía lodosa (si es que era de alguna forma habitable).

El cuervo dio vueltas alrededor del Arca y no encontró ninguna tierra seca. Los sabios explican que él se negó a cumplir su misión, alegando que si algo le pasaba a él, su raza se extinguiría. “¡Yo soy el único cuervo por aquí!”, proclamó.

Noaj envió entonces a una paloma, (de los animales casher habían 7 machos y 7 hembras). La paloma, un pájaro doméstico, sólo se quedaría afuera si encontraba un pedazo de tierra completamente seca. En su tercera misión la paloma no regresó.

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El arcoíris

Dios hace un pacto con Noaj que Él nunca más va a destruir al mundo entero con un diluvio. El símbolo de ese pacto es el arcoíris. El arcoíris está dividido en tantos colores y matices, sin embargo, cuando ellos se combinan se convierten en un blanco brillante. Así también, la humanidad parece como dividida, sin embargo, ¡somos todos uno!

Al observar un arcoíris, recitamos la bendición: “Bendito es Dios, Quien recuerda el pacto (de Noaj)”.

Sin embargo, los rabinos advierten que no debemos observar el arcoíris, dado que es un mensaje negativo: el mundo merece un diluvio, pero debido a que Dios hizo un pacto, ¡vamos a dejarlo pasar!

El Talmud relata que durante el tiempo de vida de ciertos grandes sabios, nunca se vio un arcoíris, porque ellos eran capaces de salvar al mundo del diluvio, ¡por su propio mérito!

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La Torre de Babel

Los descendientes de Noaj decidieron vivir juntos en el gran valle de Babel. Designaron su primer dictador y todos hablaban el mismo idioma (hebreo, de acuerdo a la tradición). Después decidieron hacer una guerra contra su propio Creador. “¡Vamos a construir una torre para ascender al Cielo y hacer guerra contra Dios!”.

Otros explican que ellos negaron la mano de Dios en el diluvio y simplemente lo vieron como una rareza de la naturaleza. Por eso era imperativo construir soportes para el cielo, ¡para asegurar que no se iban a caer nuevamente!

De cualquier forma, desde un punto de vista ideológico ellos estaban mucho peor que la generación del diluvio. Sin embargo, ellos no fueron eliminados como la generación anterior, ¡porque tenían la gran cualidad de unidad entre ellos!

Esta fue la primera dictadura, donde el individuo no es importante, sino la sociedad. Los sabios comentan que cuando un ladrillo se caía en la construcción de la torre, la gente se quejaba por la pérdida: “¡Cuánto vamos a demorar en acarrear otro hasta ahí arriba!”. Sin embargo si una persona se caía, era considerada prescindible. Ese tipo de sociedad monolítica nunca podría producir un pensador independiente como nuestro patriarca Abraham.

Una vez más Dios pidió consejo a los ángeles (ver parashá Bereshit) y bajó a ver por Sí mismo. Dios los confundió y los hizo hablar en 70 idiomas diferentes (Babel=balbucear), que corresponden a la lista de los descendientes de Noaj al final de la parashá. No se podían comunicar el uno con el otro, y por lo tanto, no podían coordinar ese enorme proyecto.

De acuerdo al Midrash, un tercio de la torre colapsó, otro tercio se hundió en el suelo y el tercer tercio quedó como recordatorio de la gran insensatez de este proyecto de la humanidad. Los 70 idiomas se repartieron alrededor del globo, dando origen a diferentes culturas. Sólo los descendientes de Shem (los semitas) mantuvieron el idioma original, Hebreo.

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