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Renunció a todo para convertirse en judía y ganó mucho más.
Tehila, nació en 1981 en una familia católica no practicante en el Bronx y la llamaron Cheris Marie. Se casó a los 17 años cuando ella y su esposo, Miguel Muñoz, ya tenían un hijo de dos años. Como eran tan jóvenes, su esposo sintió que la mejor manera de proveer a su familia era unirse al ejército.
Fue enviado a Carolina del Sur, donde vivieron durante tres años. En el 2010 la familia fue trasladada a Alemania, pero luego el ejército envió a Miguel solo a Afganistán. Tehila admitió que en ese momento su matrimonio estaba en crisis y que consideraron que vivir separados era una bendición.
Los primeros años
A los 27 años, con tres hijos de 11, 8 y 5 años y su esposo ausente por casi un año, Tehila comenzó una búsqueda espiritual y a cuestionar el origen del cristianismo.
"Estaba tratando de entender por qué creía lo que creía. Por qué celebraba lo que celebraba". Tehila tenía un fuerte deseo de comprender quién era Dios y qué quería de ella.
"Necesitaba conocer el propósito de la vida. Quería descubrir mi rol y mi identidad. Mi alma tenía mucha sed de verdad".
Tehila también tenía una amiga cristiana que mencionó que estaba investigando sobre la observancia del Shabat judío.
A través de su investigación en línea, Tehila descubrió que fue la iglesia católica la que cambió el Shabat del sábado al domingo. Descubrió el antisemitismo histórico y notó que ciertos elementos, incluso ficticios, fueron añadidos o modificados en la Biblia.
Al profundizar más, descubrió que gran parte de los orígenes del cristianismo fueron alterados para encajar convenientemente en la narrativa de la religión.
Sus hallazgos la llevaron a formularse todavía más preguntas. "No se puede simplemente cambiar los hechos de lo que ocurrió hace 1.000 años en determinada región".
Tehila comenzó a enviar información a su esposo pidiéndole que verificara los datos. Él también se sintió intrigado y quiso aprender más.
Tehila comenzó a explorar sitios web judíos como Aish.com. Cada semana encontraba la porción semanal de la Torá y compartía sus hallazgos con su esposo a través de Skype.
Un reencuentro feliz
Lo que más perturbaba a Tehila eran las alteraciones que la Iglesia hizo en la Biblia. "Imagina que yo establezco reglas y mis hijos comiencen a quitar y agregar reglas por su cuenta. Me molestaría si regresara a mi casa y viera que mis hijos ignoraron mis reglas y comenzaron a hacer las cosas a su manera".
El cristianismo parecía haber eliminado la naturaleza eterna de la Biblia. "Había estado siguiendo algo que no funcionaba porque no estaba destinado a funcionar".
En ese momento, Tehila comenzó a hacer cambios importantes. "Aunque oficialmente no comía kasher, dejé de comer animales no kasher. Dejé de comer cerdo y cualquier otra cosa que la Torá indicara explícitamente como prohibida".
Ella y sus hijos comenzaron a observar el Shabat el sábado. Sus amigos comenzaron a distanciarse lentamente debido a los cambios que estaba haciendo. "Fue un proceso muy solitario".
Tehila dejó de celebrar todas las festividades cristianas, incluyendo la Pascua y la Navidad. Envió un email a su familia pidiéndoles que no le enviaran regalos de Navidad, lo que provocó una fuerte reacción. Aunque ella y su esposo estaban en la misma sintonía, su familia pensó que estaba perdiendo la cabeza.
Con nuestros tres hijos mayores antes de convertirnos
"Mis padres pensaron que había pasado demasiado tiempo sola en Alemania y que estaba atravesando algún tipo de crisis. Me sentía incómoda y diferente entre mis amigos cristianos. Cuando intentas practicar el judaísmo en una sociedad cristiana y secular, te sientes peculiar. Eso no me molestaba".
Los hijos de Tehila estaban emocionados con los cambios. "Dejamos todo atrás y llegamos a una tierra extranjera. Ellos vieron todos los cambios que yo estaba haciendo como una aventura. Teníamos una buena conexión y un buen apego, así que estábamos en el mismo equipo. Ellos aceptaron todo el proceso. No los obligué ni les impuse nada".
Tehila cree que la misión de su esposo en Afganistán salvó su matrimonio.
"Si él se hubiera quedado en casa, probablemente nos habríamos divorciado. Yo comencé a cambiar mi perspectiva. En lugar de enfocarme en los problemas matrimoniales, me concentré en la espiritualidad, en mi sistema de creencias y en mi crecimiento personal. Así que Miguel regresó a una familia completamente nueva. Pasé el año trabajando en mí misma. El judaísmo sanó una parte de nosotros. Estoy agradecida por eso".
Tras haberse reunido, partieron de Alemania en el 2012.
"Al principio no sabíamos qué era. Parecía cristianismo con una kipá en la cabeza. Fuimos a una sinagoga mesiánica y todos parecían entusiasmados con el Shabat, llevaban tzitzit y kipot. Pero algo se sentía extraño. No estábamos felices porque creíamos que ese no era el verdadero judaísmo".
Mientras Tehila asistía a los servicios mesiánicos, Miguel comenzó a asistir a los servicios de Jabad, que estaba a sólo unos minutos de su casa. Él le contaba a Tehila lo que sucedía en Jabad. Poco a poco, se alejaron de los servicios mesiánicos y comenzaron a asistir a Jabad a tiempo completo.
“Asistimos a nuestro primer Séder de Pésaj. Sabían que aún no nos habíamos convertido, pero nos permitieron unirnos a ellos. También fuimos a otros eventos. Comprendimos que ese era el lugar donde queríamos estar, pero no éramos judíos. No sabíamos qué hacer”.
Mi esposo preguntó sobre la conversión y nos sugirieron que permaneciéramos como cristianos y simplemente cumpliéramos con las siete leyes de Noé, los mandamientos básicos de la Torá para los no judíos.
“Nos sentíamos extraños asistiendo a la sinagoga porque todos los demás caminaban y nosotros seguíamos conduciendo. Ya no quería sentirme diferente”.
En el 2018, Tehila y Miguel decidieron mudarse a Orlando, donde ambos tenían familia. Pensaron que allí lograrían encontrarse a sí mismos.
Se unieron a una sinagoga conservadora y pasaron por un proceso de conversión de seis meses. "Me sentía en la cima del mundo. Aunque no fue una conversión halájica, mi alma se sentía bien."
Tehila inscribió a sus hijos en una escuela pública y odiaba el hecho de que fueran los únicos niños que usaban kipá y cuidaban kashrut.
“Llamé al Centro de Torá de Orlando y les dije: ‘Somos conservadores, pero queremos que nuestros hijos estén en su escuela’”.
El rabino Shapansky, el rabino principal, respondió: “Vengan a nuestro centro y visiten nuestra comunidad”.
“Me presenté un sábado, luciendo un vestido bastante corto, claramente no religiosa, y a pesar de eso casi todas las personas en la sinagoga nos preguntaron: ‘¿Les gustaría comer hoy con nosotros?’”
“No imaginé que serían tan abiertos y amables. Me enamoré de la comunidad y pregunté si mis hijos podían ir a su escuela. Me dijeron que necesitábamos mudarnos a la comunidad”.
"Pusimos nuestra casa en venta y nos mudamos dos meses después. Dejé mi hermosa casa de cinco habitaciones y me mudé a una casa alquilada que no había sido renovado desde la década de 1970. ¡Pero estaba feliz! Los niños fueron a la escuela judía y les encantó".
Fue entonces cuando Tehila y Miguel decidieron hacer una conversión ortodoxa.
"Conocí a mujeres increíbles. Tenía una pila de libros sobre la observancia judía. Nunca había aprendido las leyes judías del día a día. Incluso cuando visitaba Jabad, no querían enseñarme porque era una noájida. ¡Estaba TAN feliz!", exclama Tehila.
Lo único que Tehila extrañaba era tener una familia con quien compartir las festividades judías.
"Durante las festividades, éramos los únicos sin familia judía. Mis hijos dicen que no tienen una bobe y un zeide ni primos judíos. Escucharlos decir eso me rompe el corazón. Pero somos los pioneros del judaísmo en mi familia. La comunidad ha sido nuestra familia. Nos invitan todo el tiempo".
Tehila y su esposo, ahora Mijael Akiva, se convirtieron el mismo día y se casaron de acuerdo con la ley judía.
Antes de la boda, cuando estaba lista para hacer su entrada, Tehila sintió que la invadía una ola de pánico.
"De repente me sentí muy sola, porque me di cuenta que no había presente ni una sola persona de mi familia, y comencé a llorar. Sentí que había dejado todo atrás. Pero cuando doblé la esquina, vi a toda la comunidad de pie, lista para darme la bienvenida a mi boda. Puede que haya perdido a mi familia, pero gané toda una comunidad que ahora es mi nueva familia".
"Sentí que había perdido demasiado, pero luego me di cuenta que había ganado mucho más. Ver a todos allí el día de mi boda llenó mi corazón. Entendí que todas las personas que habían sido parte de mi viaje estaban presentes, y me sentí abrumada por el amor".
Tehila y Mijael Akiva atravesaron un largo y arduo camino para tener más hijos. Hoy tienen ocho hijos. Algunos se han convertido y otros no.
Tehila comparte palabras de aliento con otros conversos y con aquellos que están en proceso de conversión.
Toda la familia durante Janucá
"Uno no entiende realmente la importancia de la comunidad hasta que vive en una. Te ayuda y es un requisito previo para la conversión".
Tehila cree que la conversión es un viaje y no un destino. "No se trata de decir 'Bueno, me convertí, eso es todo'. No, sigues creciendo y aprendiendo por el resto de tu vida. Te estás uniendo a algo que tiene milenios de historia. Y cada capítulo de la vida trae una nueva y emocionante historia."
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Muy hermosa la historia, que Hashem les bendiga siempre..
Maravillosa historia. La fe mueve montañas
Es interesante y conmovedora la historia. Soy judía, mitad ashkenazi y mitad sefaradita marroquí. Amo el judaísmo pero soy una intelectual( soy Escritora y Prof. En Letras) . Es hermoso ser judía para mí.