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El ataque a los beepers deja de manifiesto la hipocresía anti-israelí en todo el mundo.
Imagina que presentas el siguiente reto a la comunidad internacional de derechos humanos:
Hay 5.000 terroristas dispersos por una amplia zona geográfica. Están metidos entre la población civil y es difícil identificarlos.
Tu misión: erradicar a esos terroristas de la forma más ética y eficaz posible, con el mínimo daño para la población civil y sus propiedades.
Después de mucho debate, nuestro equipo de expertos en derechos humanos propone una solución ideal:
Hacer llegar 5.000 "minibombas" a manos de cada uno de los 5.000 terroristas.
Los explosivos deben ser suficientemente pequeños como para herir a los terroristas, pero con mínimos daños colaterales.
Esta solución claramente está fuera del reino de la realidad.
O por lo menos eso era lo que pensaba todo el mundo, hasta la semana pasada, cuando Israel combinó increíble ingenio, tecnología y espionaje para lograr precisamente ese resultado.
Todavía mejor, Israel logró que Hezbolá mismo identificara a cada uno de los 5.000 terroristas.
Todavía mejor, Israel consiguió que Hezbolá distribuyera las minibombas a los 5.000 terroristas.
Todavía mejor, Israel consiguió que los terroristas (Hezbolá e Irán) pagaran por todo.
Imaginen cómo deberían celebrar ahora en el mundo el triunfo de Israel por sobre el terrorismo. Deberían ser elogiados por diplomáticos, académicos, medios de comunicación y "defensores de los derechos humanos".
Sin embargo, la reacción fue muy diferente:
Resulta inquietante ver hasta qué punto llega el antisemitismo en los corredores del poder. Con Israel en primera línea contra la malvada yihad, ¿cuántas más pruebas claras se necesitan para demostrar que quienes presentan a Israel como el malvado agresor están de lado equivocado de la historia, junto a una larga lista de antisemitas que promueven líbelos de sangre contra los judíos?
"Esta es una batalla sísmica de la civilización contra la barbarie, de la víctima contra el opresor, de la verdad contra la mentira", escribió Melanie Phillips. "Israel solitario lidera la gran lucha del bien contra el mal, mientras el llamado mundo civilizado ya no sabe de qué lado está".
Una cosa es obvia: haga lo que haga Israel, nada silenciará a los antisemitas y a sus partidarios. Así que en vez de tratar de satisfacer a los críticos, digamos con toda confianza: "El problema no somos nosotros. El problema es que dicen mentiras y o son antisemitas o les han lavado el cerebro o los han comprado".
La genialidad del ataque de Israel con los beepers logró mucho más que el objetivo de eliminar a los terroristas de Hezbolá y destruir su red de comunicaciones. En las semanas previas a las explosiones, los beepers sirvieron también como dispositivos de seguimiento GPS colocados en cada terrorista de Hezbolá.
Esto proporcionó información en tiempo real sobre la ubicación exacta de cada centro de Hezbolá: lanzacohetes, depósitos de armas, campamentos militares, túneles subterráneos y red de contactos.
Israel utiliza ahora esas mismas coordenadas GPS para atacar una amplia gama de objetivos terroristas con una precisión milimétrica.
El personaje central de esta historia, el humilde beeper, fue inventado en la década de 1940 por un ingeniero judío llamado Al Gross. Gross, hijo de inmigrantes judíos rumanos, creció en Cleveland (Ohio). A los nueve años quedó fascinado por la tecnología de comunicación inalámbrica, y a los 20 ya había inventado el walkie-talkie.
Contratado por la CIA durante la Segunda Guerra Mundial, Gross creó un innovador dispositivo de comunicación portátil que permitía a la inteligencia militar estadounidense comunicarse de forma segura, y a la vez servía como dispositivo inalámbrico de recopilación de información de inteligencia que salvó millones de vidas acortando la guerra.
Al Gross
En 1946, Gross fue inmortalizado en la cultura pop norteamericana cuando su concepto visionario de combinar un beeper con un micrófono inalámbrico (una versión primigenia del teléfono móvil) se convirtió en la icónica "radio de mano" en la tira cómica Dick Tracy.
El invento del beeper de Gross se usó por primera vez en 1950, como un medio para salvar vidas permitiendo comunicarse con los médicos del Hospital Judío de Nueva York.
Los primeros beepers disponibles de forma comercial fueron producidos por Motorola, que en 1964 se convirtió en la primera corporación de los Estados Unidos en tener una unidad de investigación y desarrollo en Israel, lo que contribuyó a allanar el camino para que otras empresas tecnológicas invirtieran en Israel.
Irónicamente, la oficina de Motorola se encontraba en Haifa, la capital en la región norte de Israel que hoy es uno de los principales focos de ataques de Hezbolá.
El invento de Al Gross estaba décadas adelantado a su época y él nunca llegó a cobrarlo. Sus patentes expiraron en la década del 70, justo antes de la explosión de la telefonía celular que transformó las comunicaciones mundiales.
Gross falleció en el año 2000. Sin duda estaría encantado del ataque con los beepers, en el que después de tantos años, su ingenioso dispositivo ayudó al estado judío a eliminar el mal.
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La idea de éste gran hombre hizo un segundo bien al pueblo de DI-S, espero de corazón que devuelvan a los secuestrados.