El intento de asesinato a Donald Trump

17/07/2024

5 min de lectura

Cada uno debe dar un paso atrás y asumir responsabilidad por la forma en que interactuamos.

Cuando concluyó la paz y la armonía de Shabat y nos enteramos que hubo un intento de asesinar a Donald Trump, entre mis diversos pensamientos estaba la pregunta: ¿qué hubiera pasado si…?

Una serie titulada "What if? The World's Foremost Historians Imagine What Could Have Been" (¿Qué hubiera pasado si…? - Los mejores historiadores del mundo imaginan lo que podría haber ocurrido), examina los momentos cruciales de la historia y lo que podría haber pasado si determinados momentos hubiesen transcurrido de otra manera. Un momento diferente en Poitiers en 1356, en Gettysburg en 1863 o en Berlín en 1945 podría haber alterado todo el tapiz de la historia moderna.

Entonces, ¿qué hubiera pasado si Donald Trump no hubiese girado la cabeza a último momento y en vez de recibir el disparo en el borde de su oreja hubiera sido asesinado tal como fue la intención de quien le disparó? ¿Habría resultado una peligrosa e irreparable división, con violentas y graves consecuencias? ¿Quién hubiese reemplazado a Trump como el candidato presidencial republicano y cómo se hubiese visto impactada la elección en Estados Unidos?

Reflexionando sobre su roce con la muerte, Trump dijo que fue "sólo Dios quien impidió que ocurriera lo impensable".

El presidente Biden pidió a los norteamericanos que "bajen la temperatura" en la política y dijo que deben "permanecer unidos". Trump dijo que el milagro es la motivación para enfocarse en un mensaje de unidad. Aunque el atentado fue obra de un individuo, muchos culpan el nivel de retórica y el lenguaje extremista en ambos bandos. Las comparaciones con los hombres más malvados de la historia, las descripciones de una amenaza a la democracia, las afirmaciones de que las elecciones son un asunto de vida o muerte, crean una atmósfera que no sólo es tóxica sino también claramente peligrosa.

Aunque Trump fue el caso de intento de asesinato de mayor perfil en los últimos tiempos, no han faltado tiroteos ni intentos de asesinato tanto de republicanos como de demócratas. Desde que se creó el Congreso de los Estados Unidos en 1789, 15 de sus miembros fueron asesinados mientras ocupaban sus cargos y 14 sufrieron heridas graves en atentados. De los asesinados, 10 eran demócratas, 4 republicanos y uno demócrata-republicano. De los cuatro miembros del Congreso que fueron atacados físicamente desde el año 2011, Gabby Giffords, Steve Scalise, Rand Paul y Angie Craig, dos son demócratas y dos republicanos.

División en Israel

También en Israel existe división, discordia y una demagogia igualmente peligrosa. Muchos culpan el asesinato del primer ministro Rabin en 1995, jefe del partido laborista, a la incitación de sus adversarios políticos y sus seguidores. Otros se preocupan hoy por el incesante lenguaje incendiario contra el actual primer ministro Bibi Netanyahu, jefe del Likud.

La ira y el miedo llevan a la división, al odio y, como vimos esta semana, a la violencia.

Tanto en Israel como en los Estados Unidos, cada lado señala con su dedo al otro, culpa al otro, y le dice al otro qué debe mejorar. Un observador objetivo concluiría que la izquierda y la derecha en ambos países han contribuido a las venenosas y peligrosas polémicas y que ninguna parte reprende debidamente a sus propios partidarios por lo que contribuyen a la tóxica escena, incluso cuando ellos mismos abogan por la unidad.

Los políticos y los partidos políticos se benefician de la industria del lenguaje extremo e incendiario. La ira y el miedo generan división, odio y, como vimos esta semana, incluso violencia.

¿Qué podemos hacer nosotros?

En definitiva, de cada uno de nosotros depende bajar la temperatura, ser sensibles y regular cómo hablamos, qué decimos y el tono que usamos. Nosotros, el pueblo, debemos reconocer nuestra propia autonomía y asumir la responsabilidad por cómo actuamos. Podemos y debemos ser un ejemplo de cómo se puede estar en desacuerdo cordialmente, cómo debatir y discutir ideas y políticas, y no repetir, promover ni propiciar ataques ad hominem contra las personas.

La idea del Rey Shlomó en Proverbios (18:21) resulta especialmente conmovedora esta semana. Él dijo: "La muerte y la vida dependen de la lengua".

Muy pronto comenzaremos a observar las tres semanas que culminan en Tishá BeAv, el día más fatídico de nuestro calendario, que marca la destrucción de los dos Templos en Jerusalem e incontables calamidades y sufrimientos a lo largo de nuestra historia. Nuestros sabios enseñan que la causa de nuestro largo exilio fue sinat jinam, el 'odio infundado' cuyas raíces se remontan a la disputa entre Iosef y sus hermanos.

La Torá nos dice que los hermanos de Iosef lo odiaban al punto de que "velo iajlu dabro leshalom" 'no podían hablarle de forma pacífica' (Génesis 37:4). El Ibn Ezra explica: "No podían hablarle de forma pacífica, leshalom, implica que ni siquiera podían saludarlo diciéndole shalom. No era que sólo no podían hablar sobre los temas en los que estaban en desacuerdo, o que no querían ser hermanos cercanos. El odio y la intolerancia se habían vuelto tan profundos que ni siquiera podían soportar saludarse o estar juntos en la misma habitación.

Hacer lugar a los demás

Cuando estamos en desacuerdo con otras personas, nos alejamos de ellos y dejamos de hablarles. Los vemos como "el otro", diferentes y separados de nosotros. Cuando nuestra comunicación se quiebra, las divisiones se vuelven tan enormes que no podemos encontrar la manera de sobrepasarlas.

Lograr paz y armonía significa inclinarse hacia los que están a nuestra derecha y hacia los que están a nuestra izquierda, reconocerlos, comprometernos con ellos y dejarles espacio.

El antídoto está en nuestras manos y lo recordamos las tres veces que rezamos cada día. Nuestra práctica de dar tres pasos hacia atrás al concluir la Amidá viene de la declaración del Talmud: "Quien reza debe dar tres pasos hacia atrás y sólo entonces rezar por paz" (Ioma 53). Rav Menajem Zaks explica que no podemos rezar pidiendo paz, ni lograrla, si no estamos dispuestos a volvernos atrás un poco y dar lugar a los demás y a sus opiniones, gustos y personalidades.

Al final de la Amidá, después de literalmente caminar tres pasos hacia atrás, pedimos: "Osé shalom bimromav" 'Dios, por favor trae paz', y entonces nos inclinamos hacia la derecha y la izquierda. Lograr paz y armonía significa inclinarse hacia quienes están a nuestra derecha y a nuestra izquierda, reconocerlos, comprometernos con ellos, y dejarles espacio. Ese es un requisito previo para el shalom, la 'paz' que tanto ansiamos.

Votos, no balas

En Estados Unidos y en Israel hay demasiados temas que merecen un debate legítimo y a viva voz. Desde las elecciones al servicio militar, del control de armas al aborto, de la reforma judicial a la coerción religiosa… Hay cuestiones complicadas y múltiples perspectivas. Son temas que suscitan fuertes emociones y posiciones apasionadas, pero no pueden ni deben sembrar una división irreversible. No podemos permitir que nuestras diferencias y nuestras fuertes opiniones nos vuelvan incapaces de saludarnos los unos a los otros, o de ver a aquel con quien discrepamos como "el otro".

No podemos permitir que los sentimientos de unidad posteriores al 7 de octubre se desvanezcan o se esfumen. Podemos señalar con el dedo a los demás por cómo han vuelto a la retórica, o podemos darnos cuenta que, cuando uno señala con un dedo, al mismo tiempo hay tres dedos que nos señalan a nosotros mismos y asumir la responsabilidad por nuestro papel y nuestra contribución a las conversaciones.

Al acercarnos a las Tres semanas, no nos limitemos a preguntarnos "¿qué hubiera pasado si…" sobre el intento de asesinato a Trump. Pregúntate qué pasaría si todos asumiéramos la responsabilidad por cómo hablamos, si mantuviéramos el foco en las políticas y no en las personas, si evitáramos usar lenguaje que inflama e incita y en cambio usáramos un lenguaje que persuade e influye.

¿Qué pasaría si miráramos a nuestra derecha y a nuestra izquierda religiosa, políticamente, y en todos los sentidos, y trajéramos la gran bendición de la paz inclinándonos hacia lo que tenemos en común en lugar de hacerlo hacia lo que nos divide? ¿Qué pasaría?

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