Los seres humanos tienen una relación extraordinariamente compleja con la comida. No hay otra especie que tenga tantos cuestionamientos respecto a qué comer, cuándo, cuánto y muchos otros matices y consideraciones que enfrentamos sólo para tragar un alimento y que llegue a nuestro estómago. Las vacas se deleitan diariamente con su pasto y tu rana croará alegremente cada día por unos simples grillos.
Pero no ocurre lo mismo con los homo-sapiens. ¿Por qué comer es tan confuso para nosotros?
A diferencia de los animales, nosotros no vinimos de fábrica con un programa de alimentación instalado. Como en muchos aspectos de nuestra vida, tenemos mucha libertad, para bien o para mal. A diferencia de mi perro, quien puede ser manipulado con comida (cada vez), nosotros tenemos una multitud de posibilidades disponibles, desde la dieta Paleo al vegano crudo. Podemos experimentar, probar dietas o hacer una huelga de hambre. En esencia, mientras que para los animales comer es unidimensional (básicamente llenar un hoyo), los humanos pueden infundir en esta actividad mundana niveles de significado más elevados.
El acto de comer puede tratarse de muchas cosas simultáneamente. Puede tener relación con la familia, la salud, la comunidad, la aventura, el descubrimiento, el arte y el ritual. Como muchas culturas, el judaísmo acoge cada una de estas formas de comer. Por ejemplo, el Talmud sugiere que tendremos que rendir cuentas por cada fruta que tuvimos la oportunidad de probar y no lo hicimos. ¿Cómo puedes no probar algo delicioso que Dios creó especialmente para ti?
La advertencia es que el disfrute de los aspectos materiales y sensuales debe incorporar algo de lo trascendente. Por ejemplo, cuando comemos algo, podemos estar agradecidos con la persona que lo preparó, contemplar lo brillante y fascinante que es nuestro sistema digestivo y/o meditar sobre el maravilloso origen de la comida pronunciando una bendición por ella antes de comer.
El judaísmo también enseña que “no hay alegría sin carne y vino” (esto presume que te gustan, pero no son requeridos si no te gustan). El punto es que una cosa física como la comida puede ser aprovechado para generar felicidad. Hay dos acercamientos basados en la comida para generar estados más elevados de consciencia y espiritualidad. Aunque es relativamente raro, uno es evitar comer por completo, como lo hacemos en Iom Kipur. Este es un intento de una vez al año de vivir en un estado casi angelical que está más allá de la necesidad de comer y, cuando se hace en el espíritu correcto por una cantidad suficiente de tiempo, realmente funciona.
El otro acercamiento es llamado en hebreo “Piut haguf” (satisfacer el cuerpo) y es lo que ocurre en Shabat y en la mayoría de las festividades. En este acercamiento, el cuerpo es lo primero que se cuida. Le proveemos generosamente provisiones para que deje de necesitar cosas por un tiempo y permita que emerja nuestra naturaleza espiritual. Vemos que la comida misma es una meta secundaria. Es un vehículo para crear estados de consciencia más profundos y valiosos. En este sentido, comer es un paradigma de cómo usar todo el mundo físico y como incorporarlo en nosotros.
Hace tiempo, los judíos tenían un Templo en Jerusalem. La Cábala sostiene que todos los instrumentos del Templo tenían un paralelo en el cuerpo humano. La Menorá representa al cerebro y se la asocia con la sabiduría. El lavabo de cobre se compara con los riñones que limpian el cuerpo de toxinas, y el Altar que consumía las diversas ofrendas se compara al estómago. Tal como el acto de comer literalmente mantiene el alma de un humano anclada en su forma física, así también el altar mantenía a la Divinidad anclada en el Templo.
Aunque anhelamos su restauración, el Templo ha estado ausente por dos milenios. El judaísmo enseña que la mesa de la cocina ha reemplazado al Altar, y la familia y amigos que se reúnen en ella son los sacerdotes que lo administran. De acuerdo con el judaísmo, comer puede ser un acto de santidad y de nosotros depende hasta qué grado queremos maximizarlo. ¿El “almuerzo” es tragarse un sándwich en la calle, o es una oportunidad de obtener placer de los regalos del Creador y ascender un peldaño en la escalera espiritual? La elección es nuestra.