El judaísmo y "vivir sin remordimientos"

10/10/2024

5 min de lectura

Por qué el remordimiento es un elemento esencial para el cambio real.

"No regrets" o "sin remordimientos", es un lema popular, un tatuaje popular y, para algunos, una forma de vida. A pesar de su atractivo, en realidad estamos preprogramados para sentir arrepentimiento, y eso es algo bueno. El arrepentimiento no sólo nos hace humanos, sino que también puede volvernos mejores personas. Brene Brown, la popular profesora y autora, lo expresó muy bien: "'Sin remordimiento' no significa vivir con valentía, sino vivir sin reflexionar".

Hace algunos años, un grupo de investigadores puso una pizarra en una calle de Nueva York y le pidió al azar a los transeúntes que escribieran sus mayores arrepentimientos. Quienes respondieron pertenecían a diversos grupos sociales, pero todos sus arrepentimientos tenían algo alarmantemente compartido: la palabra "no". Se refirieron sobre todo a oportunidades no aprovechadas, a palabras no pronunciadas, a sueños nunca perseguidos. Al finalizar el día, la pizarra estaba llena de historias de arrepentimiento.

El remordimiento es el componente principal del proceso de arrepentimiento que se lleva a cabo en Iom Kipur. ¿Acaso esto significa que debemos castigarnos a nosotros mismos y sentirnos atormentados con culpa y vergüenza? ¿O acaso el arrepentimiento tiene un propósito diferente?

Sin remordimiento no significa vivir con valentía, sino vivir sin reflexionar.

Hace dos años, Daniel Pink publicó un libro llamado "El poder del arrepentimiento", en el que escribió: "La conclusión tanto de la ciencia como de la encuesta es clara: el remordimiento no es peligroso ni anormal. Es sano y universal, es una parte integral del ser humano. Y lo que es igualmente importante, el arrepentimiento es valioso. Aclara. Instruye. Llevado delante de la forma correcta, no tiene por qué hundirnos, puede elevarnos".

Pink descubrió que para que nuestros remordimientos funcionen a nuestro favor, debemos responder sistemáticamente, sin evitarlos ni perseverar sobre ellos. Él dice que hay tres pasos críticos que son correlativos con lo que enseña el judaísmo:

1. Reformular el arrepentimiento

¿Lo que lamentas merece bondad o desprecio? ¿El arrepentimiento representa un momento de tu vida o define tu vida? Le pedimos a Dios que elimine los errores, no que aniquile a quienes los cometen. Incluso cuando pasamos el día presente enfrentándonos a lo que hemos hecho mal, es crítico reconocer que los errores no tienen por qué definirnos.

2. Revelar tu experiencia y tu arrepentimiento

Pink sostiene que usar el lenguaje, ya sea escrito u oral, nos obliga a organizar e integrar nuestros pensamientos. En lugar de que esas emociones desagradables revoloteen sin control a nuestro alrededor, el lenguaje nos ayuda a analizarlas, limitarlas, aprender y, en última instancia, crecer a partir de ellas. El Vidui, la confesión verbal que se recita muchas veces en Iom Kipur, reconoce errores y defectos, y es un elemento indispensable (quizás el más crítico) para la teshuvá, el arrepentimiento.

No podemos corregirnos ni repararnos sin articular nuestro arrepentimiento. Sólo cuando lo revelamos, lo enfrentamos y lo analizamos, podemos aprender de él y superarlo.

3. Extraer una lección

Por último, Pink dice que no hay que marinar, perseverar ni estancarse. El subtitulo del libro es: "Porque mirar atrás nos puede ayudar a avanzar". Después del remordimiento, el siguiente paso en el arrepentimiento en hebreo es kabalá al haatid, extraer una lección para el futuro, dar sentido al arrepentimiento convirtiéndolo en una acción positiva. Nos alejamos de las malas decisiones, acciones o sentimientos y reorientamos nuestras prioridades, nuestro enfoque y nuestras elecciones.

Tres meses de vida

En el 2005, a los 53 años Eugene O'Kelly estaba lleno de vida. Como presidente y director de KPMG, una de las mayores empresas contables de los Estados Unidos, O'Kelly era un consumado viajero del jet-set mundial. Su exitosa carrera lo llevó a estar ante la presencia de Warren Buffet y otros gigantes de los negocios. Eugene pasaba sus días, noches y fines de semana planificando la continuidad del éxito de la empresa. Se describía a sí mismo como "vigoroso, infatigable y… casi inmortal".

En la primavera del 2005, Corinne, la esposa de Eugene, notó que el lado derecho de la cara de su marido estaba flácido. Eugene fue a ver un neurólogo y una semana más tarde le diagnosticaron un cáncer cerebral inoperable, en fase avanzada. Le dieron tres meses de vida. Con este diagnóstico repentino e impactante, Eugene tuvo que decidir rápidamente cómo pasaría los 100 días que le quedaban en la Tierra. Él tomó de inmediato la decisión de hacer que cada minuto de su vida contara.

Eugene escribió que quería que "cada paso calculado estuviera lleno de verdad de propósito". Él luchó para vivir en el momento mientras comenzaba un proceso que llamó de "relajación y liberación". Despedirse de amigos y seres queridos no sólo estimuló a Eugene a rememorar recuerdos felices, sino que lo mantenía "enfocado en la vida, no en la muerte". Eso garantizaba que "casi siempre estuviera pensando en lo que era importante".

Para aquellos que piensan tomarse algún día el tiempo para planificar sus últimas semanas y meses, Eugene tenía un consejo: "'¡Adelante, no esperes!"

Rabí Eliézer dijo: "Arrepiéntete un día antes de morir". Sus alumnos le preguntaron: "¿Acaso la persona sabe cuándo va a morir?". Rabí Eliezer respondió: "Por eso la persona debe arrepentirse hoy, porque tal vez muera mañana. De esta manera todos sus días transcurrirán en arrepentimiento".

No esperes para relajar tu vida, ¡acelérala! Agradece a los amigos que han enriquecido tu vida. Pide perdón a quienes has herido o decepcionado. Identifica tu arrepentimiento, reformúlalo, extrae una lección y corrígelo reorientándote.

Edita tu Libro de la Vida y de la Muerte 

Eugene hizo algo más en esos tres meses: escribió un libro titulado: "Momentos perfectos". Es un relato conmovedor que describe la búsqueda de Eugene de una forma mejor de morir. Él comienza el libro diciendo: "Fui bendecido. Me dijeron que me quedaban tres meses de vida". Eugene cuenta que había trabajado muy duro para poder pasar los años después de jubilarse con su esposa, una meta que de repente se desvaneció con su diagnóstico.

En Iom Kipur se abren el Libro de la Vida y el Libro de la Muerte. Por lo general imaginamos que Dios está sentado frente a estos dos grandes libros de contabilidad determinando dónde poner nuestro nombre. Pero Rav Aryeh Zvi Frimer dice que Dios no es el único autor de estos libros. En este día especial, nosotros decidimos qué queremos escribir en el Libro de la Muerte, las cosas que queremos dejar atrás, destruir, olvidar. Y también decidimos qué escribir en el Libro de la Vida, aquello a lo que queremos darle vida, de lo que queremos aprender, con lo que queremos crecer y construir un futuro.

Los remordimientos nos guían en este proceso editorial a medida que elegimos las relaciones, los hábitos y las experiencias que necesitamos dejar atrás y aquellas en las que necesitamos apoyarnos para tener una vida con sentido. El arrepentimiento no es una máquina del tiempo, no podemos deshacer a la persona, el padre o el cónyuge que fuimos, pero sí podemos determinar la persona que todavía podemos ser.

Eugene pasó muchas horas valiosas escribiendo su libro, plenamente consciente de su limitación fundamental: él sería incapaz de escribir el capítulo final. Al terminar el libro que había comenzado su marido, Corinne, reflexionó respecto a que Eugene estaba muy preocupado por cómo despedirse de su hija adolescente. "Se esforzó mucho en encontrar el viaje, el gesto o el regalo perfecto para que ella lo tuviera durante el resto de su vida… pero, ¿cómo es eso posible? ¿Cómo deshaces una relación con tu hija que sólo tiene 14 años?

En sus últimos días, Eugene se arrepintió profundamente de una cosa: "De haber sabido entonces lo que sé ahora, casi seguro que habría sido más creativo a la hora de encontrar una forma de vivir una vida más equilibrada, de pasar más tiempo con mi familia".

Al terminar el experimento en Manhattan, los investigadores borraron la pizarra y escribieron: "borrón y cuenta nueva". En Iom Kipur, cuando sentimos arrepentimiento, podemos editar nuestros Libros de la Muerte y de la Vida, lograr hacer "borrón y cuenta nueva" y empezar de nuevo.

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