El liderazgo en tiempos de crisis

21/07/2022

6 min de lectura

Masei (Números 33-36 )

La parashá Masé siempre se lee en medio de las Tres Semanas. Este es un período en el que nos dedicamos colectivamente a recordar nuestras dos grandes derrotas como nación. El símbolo de la nación era el Templo de Jerusalem. Por lo tanto, el símbolo de la derrota de la nación fue la destrucción del Templo. Esto ocurrió dos veces, la primera en el siglo VI AEC, la segunda en el siglo I EC. En ambos casos ocurrió debido a un mal liderazgo.

La primera derrota entró en movimiento tres siglos antes de que ocurriera con la terrible decisión del hijo de Salomón, Rejoboam. Durante la última parte del reinado de Salomón, el pueblo estaba intranquilo. Sentían que les habían otorgado una carga demasiado pesada, en especial durante la construcción del Templo. Cuando Salomón murió, fueron a su hijo y sucesor y le pidieron que aliviara su carga. Los consejeros de su padre le dijeron que accediera al pedido del pueblo. Le dieron el mejor consejo que recibió alguna vez un líder. Si tú sirves al pueblo, ellos te servirán a ti (Reyes I 12:7). Rejoboam no les hizo caso. El reinado se dividió. La derrota de ambas partes, el reino del norte y el del sur, era inevitable y sólo era cuestión de tiempo. Como dijo Abraham Lincoln: "Una casa dividida contra sí misma no se puede mantener".

La segunda derrota en los días de los romanos fue el resultado de un colapso completo del liderazgo durante el final del período del Segundo Templo. Los reyes jasmoneos, tras derrotar al helenismo sucumbieron a él. El sacerdocio se convirtió en algo politizado y corrupto. Maimónides escribió en su Carta a los Sabios de Marsella(1) que el Segundo Templo cayó porque los judíos no habían aprendido estrategias militares y las leyes de la conquista. El Talmud dice que cayó por el odio gratuito. Iosefo nos dice que cayó por los conflictos entre las fuerzas que defendían a Jerusalem. Las tres explicaciones son verdaderas y forman parte del mismo fenómeno. Cuando no hay un liderazgo efectivo, el grupo se divide. Entonces hay conflicto interno, la energía se desperdicia y no emergen estrategias coherentes. Una vez más, la derrota se volvió inevitable.

En el judaísmo, el liderazgo no es un lujo sino una necesidad. Nuestro pueblo es pequeño y sumamente vulnerable. Inspirados, nos elevamos a la grandeza. Sin inspiración, caemos.

Pero por extraño que parezca, hay un mensaje sumamente positivo en las Tres Semanas. Porque de hecho el pueblo judío sobrevivió a todas esas derrotas. No simplemente sobrevivió, sino que se recuperó y se reforzó. En el sentido más positivo se convirtió en una nación de sobrevivientes. ¿Quién les dio esa fuerza y ese coraje?

La respuesta es: tres líderes cuyos nombres están indeleblemente asociados con las Tres Semanas. Moshé, cuyo mensaje a las generaciones al comienzo del libro de Devarim siempre se lee en el Shabat previo a Tishá BeAv; Isaías, cuya visión le da a ese día el nombre de Shabat Jazón, y Jeremías, el profeta que previó la destrucción y cuyas palabras forman las haftarot de dos de las Tres Semanas.

¿Qué fue lo que hizo que estas personas fueran grandes líderes? Todos fueron críticos con sus contemporáneos, pero la mayoría de las personas lo son. No se necesita ninguna habilidad especial para ser crítico. Los tres predijeron la caída. Pero el propio Jeremías señaló que predecir la fatalidad es una opción sin riesgos. Si suceden cosas malas, se demuestra que tienes razón. Si no ocurre nada, bueno, obviamente Dios decidió tener compasión.(2)

Entonces, ¿qué fue lo que hizo que Moshé, Isaías y Jeremías fueran diferentes? ¿Qué fue lo que los hizo grandes líderes? Específicamente, ¿qué los hizo ser líderes en momentos difíciles y, en consecuencia, líderes para todos los tiempos? Hay tres cosas que los distinguen.

Lo primero es que todos fueron profetas de esperanza. Incluso en los momentos más oscuros fueron capaces de ver a través de las nubes de desastre el cielo claro. No eran optimistas. Hay una diferencia entre optimismo y esperanza. Optimismo es creer que las cosas mejorarán. Esperanza es creer que si trabajamos juntos suficientemente duro podemos hacer que las cosas mejoren. No hace falta coraje para ser optimista, pero para ser un profeta de esperanza hace falta coraje, sabiduría y un profundo entendimiento de la historia y las posibilidades, así como la habilidad de comunicarlo. Esto es lo que fueron Moshé, Isaías y Jeremías.

Así Moshé:

Y sucederá que cuando te sobrevengan todas estas cosas, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, entonces lo interiorizarás en tu corazón entre todos los pueblos adonde te haya dispersado Hashem tu Dios, y retornarás a Hashem tu Dios y escucharás Su voz según todo lo que yo te encomiendo hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma. Entonces Hashem tu Dios hará que regrese tu cautiverio y te tendrá misericordia y volverá y te juntará de entre todas las naciones adonde Hashem tu Dios te haya dispersado. Aunque te haya dispersado hasta el confín del cielo, de ahí te juntará Hashem tu Dios y de ahí te tomará (Deuteronomio 30:1-4)

Así Isaías:

Y restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como al comienzo. Después serás llamada ciudad de rectitud, ciudad fiel (Isaías 1:26)

Y así Jeremías:

Así dice Hashem: "Cese tu voz de llorar y quita las lágrimas de tus ojos, porque tu trabajo será recompensado", dice Hashem. "Y retornarán de la tierra del enemigo, y hay esperanza para tu futuro", dice Hashem, "Tus hijos volverán a su propia tierra" (Jeremías 31:15-16)

El punto sobre estas tres profecías es que fueron manifestadas sabiendo que estaban por ocurrir cosas malas al pueblo judío. No es una esperanza sencilla; expresan esperanza al rescate del valle de la desesperación.

La segunda característica que hace que Moshé, Isaías y Jeremías sean diferentes es que manifestaron su crítica con amor. Isaías dijo en nombre de Dios lo que quizás son las palabras más afectuosas que le dijeron al pueblo judío: "Las montañas podrán sacudirse y alejarse las colinas, pero Mi misericordia no se alejará de ti ni será anulado Mi pacto de paz" (Isaías 54:10). Jeremías, en medio de su crítica a la nación, dijo en nombre de Dios: "Recuerdo la bondad de tu juventud, cómo me amaste como una novia y fuiste tras de Mi en el desierto, en una tierra que no fue sembrada" (Jeremías 2:2).

El amor de Moshé por el pueblo era evidente en cada plegaria que elevó en su beneficio, especialmente después de que hicieran el becerro de oro. En esa ocasión, él le dijo a Dios: "Por favor perdona su pecado, pero si no, bórrame ahora de Tu Libro que escribiste" (Éxodo 32:32) Él estuvo dispuesto a dar su vida por su pueblo. Es fácil ser crítico, pero los únicos críticos que son efectivos son aquellos que realmente aman, y muestran ese amor, a quienes critican.

En tercer lugar, Moshé, Isaías y Jeremías fueron tres profetas que, más que cualquier otro, hablaron sobre el rol de los judíos y de Israel en el contexto de toda la humanidad. Moshé dijo: cuiden los mandamientos "porque ellos son su sabiduría y entendimiento a los ojos de las naciones" (Deuteronomio 4:6)

Isaías dijo en nombre de Dios:

"Ustedes son Mis testigos… que Yo soy Dios" (Isaías 43:12 y "Yo te he creado y te elegí como el pueblo del pacto, una luz para las naciones, para abrir los ojos ciegos, rescatar a los prisioneros del confinamiento, y de prisión a los que se sientan en la oscuridad" (Isaias 42:6-7)

Jeremías fue el líder que definió para todas las épocas el rol de los judíos en la diáspora: "Busca la paz de la ciudad donde te he exiliado y reza a Hashem en su beneficio, porque en la paz de ella tendrás paz" (Jeremías 29:7). La primera declaración de la historia respecto a lo que es ser una minoría creativa.

¿Por qué es importante esta perspectiva universal? Porque aquellos que se preocupan sólo por su propio pueblo son chauvinistas. Ellos crean falsas expectativas, emociones egoístas y bravuconería en vez de verdadero coraje.

Moshé tenía que mostrar (tal como lo hizo al rescatar a las hijas de Itró de los pastores locales, Éxodo 2:17), que él se preocupaba tanto por los israelitas como por los que no eran israelitas. Dios le dijo a Jeremías que se convirtiera en un "profeta para las naciones", no sólo para Israel (Jeremías 1:5). Isaías en una de las profecías más destacadas de todas las épocas manifiesta tanta preocupación por Egipto y Asiria, los enemigos de Israel, como por Israel mismo (Isaías 19:19-25).

Los grandes líderes no son grandes sólo porque se preocupan por su pueblo. Todos, menos alguien que se odie a sí mismo, lo hacen. Sino porque se preocuparon por la humanidad. Eso fue lo que le dio a la devoción hacia su propio pueblo dignidad y fuerza moral.

Ser un agente de esperanza amar al pueblo que lideras y ampliar tus horizontes para abarcar a toda la humanidad, esa es la clase de liderazgo que le da a las personas la capacidad de recuperarse de una crisis y seguir adelante. Eso fue lo que hizo que Moshé, Isaías y Jeremías fueran tres de los más grandes líderes de todos los tiempos.


NOTAS

  1. Traducción al inglés en "A Maimonides Reader", de Isidore Twersky, Behrman House, 1976m 463.
  2. Ver Jeremías 28; Maimónides, Hiljot Iesodei HaTorá 10:4
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