[Historia Judía #52] El movimiento jasídico

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Siendo en sus comienzos un movimiento de los pobres e ignorantes, los jasídicos enfatizaron la espiritualidad en la vida diaria.

El movimiento jasídico —de los ‘píos’ o jasidut en hebreo— fue fundado en el siglo XVIII en Europa Oriental por Rabí Israel ben Eliezer, más conocido como el Báal Shem Tov, que significa “Maestro de buen nombre”.

El Báal Shem Tov nació en 1698 en Okup, en la provincia de Podolia (que en la actualidad es parte de Ucrania), cerca del Río Dniester. El Báal Shem Tov (conocido también como el Besht) fue un niño huérfano y pobre que trabajó en los Montes Cárpatos como obrero. Durante este tiempo estudió con una sociedad secreta de judíos místicos, los Nistarim, y eventualmente se convirtió en un reverenciado rabino.

Viajó de comunidad en comunidad, ganándose en todo lugar al que iba la reputación de ser un hombre sagrado y espiritual —además de un sanador místico— y atrayendo una gran cantidad de seguidores.

Sus enseñanzas revolucionaron a los perseguidos y desmoralizados judíos de Europa Oriental.

Después de los pogromos y las masacres (ver capítulo 49), gran parte de la judería de Europa Oriental había caído en la extrema pobreza. Además de la tremenda destrucción física que trajeron las masacres de Chmielnicki, la gran desilusión causada por el falso mesías Shabetai Tzvi (ver capítulo 51) dejó a gran parte de la población judía de Europa Oriental en un estado colectivo de profunda depresión. Una de las víctimas de esta situación fue la erudición judía, ya que sólo una pequeña elite estudiaba en Ieshivot, mientras que el resto apenas sobrevivía. Como resultado de la disminución en la erudición, la vida religiosa judía bajó de nivel (el judío promedio no se conectaba con Dios ni intelectual ni espiritualmente). Esto fue lo que el Báal Shem Tov buscó remediar.

Sus enseñanzas (no dejó ningún escrito) generaron un movimiento que enfatizaba la idea de incorporar a Dios en todos los aspectos de la vida, en particular por medio de intensas plegarias y alegres cánticos. Enseñó que las acciones del judío simple, si son realizadas correcta y sinceramente, son equiparables a las de los más grandes eruditos.

El pensamiento jasídico destacó la importancia de la devekut, o ‘aferrarse a Dios’. Esto involucra sentir la presencia de Dios en todos los aspectos de la vida, en lugar de sólo hacerlo a través del estudio de Torá y la observancia de los mandamientos.

La parábola siguiente describe la forma en que los primeros maestros jasídicos diagnosticaron la situación:

Un aprendiz de herrero, después de haber aprendido el oficio de su maestro, hizo una lista para sí mismo sobre cómo trabajar en su profesión. La forma en que debía tirar aire con los fuelles, asegurar el yunque y empuñar el martillo. No omitió nada. Sin embargo, cuando fue a trabajar al palacio del rey, descubrió que no podía hacer su trabajo y fue despedido. Había olvidado advertir una cosa, quizás porque era demasiado obvia: lo primero que debía hacer era encender una chispa para prender el fuego. Tuvo que volver al maestro, quien le recordó el primer principio que había olvidado (1).

Tratar de infundir espiritualidad en todos los aspectos de la vida se volvió rápidamente algo popular, particularmente entre los judíos simples. A gran velocidad, principalmente en Europa Oriental, miles y miles de judíos fueron atraídos hacia el movimiento jasídico.

Dinastías jasídicas

En 1760, cuando murió el Báal Shem Tov, lo sucedió Rav Dov Ber de Mezeritch, cuyos discípulos desarrollaron diferentes corrientes dentro del movimiento jasídico y fundaron sus propias dinastías. En este grupo hubo muchas personalidades importantes (para los interesados en leer sobre ellas, ver Chassidic Masters: History, Biography and Thought, de Aryeh Kaplan). Aquí mencionaremos unos cuantos:

  • Rav Dov Ber (1704-1772). Conocido como el Maguid de Mezeritch, sucedió al Báal Shem Tov como líder del movimiento jasídico y desarrolló muchas de sus filosofías. A propósito, el importante psicólogo Carl G. Jung dijo poco antes de morir que todos sus avances en psicología fueron descubiertos previamente por Rav Dov Ber, lo que nos da una idea del entendimiento del Maguid sobre la naturaleza humana (Ver Carl G. Jung Speaking, pp. 271-272.)

  • Rabí Schneur Zalman de Liadí (1745-1812). Fue conocido como el Alter Rebe y también como el Báal HaTania. Escribió la famosa obra Tania y fundó la secta jasídica Lubavitch. Los jasidim de Lubavitch son conocidos como Jabad, que es un acrónimo de jojmá (sabiduría), biná (entendimiento) y dáat (conocimiento). De acuerdo a la Cábala, esas son las tres sefirot (canales de energía Divina) más intelectuales y el nombre de esta secta jasídica indica cómo sus enseñanzas están basadas en la Cábala.

  • Rabí Najman de Breslov (1772-1811) fue el bisnieto del Báal Shem

Tov. Fue un talentoso narrador de historias y, quizás, lo más conocido de él sean las historias alegóricas de mendigos y príncipes con las que trató de enseñar verdades profundas a la gente simple. Fundó la secta jasídica Breslov. 

Las sectas jasídicas tienen nombres como Kotzk, Sanz, Belz, Satmar, Lubavitch, Skver. Todos estos son nombres de ciudades en países como Polonia, Lituania, Ucrania, etc. Cuando estas comunidades jasídicas se mudaron, llevaron los nombres con ellas. Así que hoy en día en Israel tienes Kiryat Sanz y Kiryat Belz (kiryat significa ‘distrito’ en hebreo). En Nueva York están los jasidim de New Square, que son los jasidim de Skver con el nombre anglicanizado.

El movimiento tuvo un impacto muy grande en la espiritualidad, revitalizando al mundo judío. Mantuvo a muchos judíos dentro del judaísmo y devolvió mucha alegría al mismo.

Aryeh Kaplan escribe (en su ensayo titulado “A World Beyond” en Chassidic Masters History, Biography and Thought, p. 4):

El jasidismo elevó a las masas, pero sería erróneo suponer que sus enseñanzas estaban diseñadas sólo como una especie de medicina espiritual, necesarias para el enfermo, pero carentes de valor para el saludable. Una importante enseñanza del jasidismo es que sus ideas son importantes para el bienestar espiritual de todo judío. Si bien sus maestros destinaron gran parte de su energía a ayudar a los judíos pobres y analfabetos, decir que esa fue la característica principal del jasidismo sería un error, dado que el movimiento también le trajo una nueva visión y profundidad al cuerpo completo del pensamiento judío”.

La oposición

A medida que iba expandiéndose, el movimiento jasídico también fue generando una gran oposición de los rabinos más tradicionales e intelectuales, la mayoría de los cuales estaban en contra de éste.

La personalidad principal que se oponía al movimiento jasídico era el rabino Eliahu ben Shlomó Zalman, conocido como el Gaón de Vilna (Genio de Vilna) y también como el Gra (acrónimo de “Gaón Rabí Eliahu”), quien vivió en este período de tiempo (1720-1797). El Gaón de Vilna fue un brillante erudito que tuvo un enorme impacto en el estudio judío. Sus intereses eran muy variados, y escribió unos 70 libros sobre diferentes temas; el Gaón de Vilna sobresalió en muchas áreas de la erudición. Sabía sobre ley judía, Cábala, matemática, astronomía, física, anatomía, etc. Apenas dormía, sólo tomaba siestas de una hora cuatro veces al día y estudiaba durante el resto del tiempo. Cuando se cansaba, ponía sus pies en agua fría para despertarse. Nunca quiso desperdiciar ni un solo minuto. Nunca viajó a Israel, pero envió a muchos de sus estudiantes a vivir allí.

Lo que más le preocupaba al Gaón de Vilna no eran los aspectos cabalísticos del jasidismo (después de todo, él mismo estudiaba Cábala), sino su potencial para producir otro falso mesías (como Shabetai Tzvi, cuya historia vimos en el capítulo 51). El Gaón de Vilna también objetaba el concepto jasídico de que Dios está ‘en todas las cosas’ por considerarlo demasiado cercano al panteísmo y a la idea de que todo tiene la misma cantidad de santidad (2).

También le preocupaba la idea de un ‘Rebe’ (como era llamado el líder de cada secta jasídica) porque sentía que el concepto jasídico de que una persona se eleva espiritualmente simplemente por “apegarse” a una persona sagrada, en este caso un Rebe, es una idea idólatra.

Otra importante preocupación que tenía el Gaón de Vilna era la disminución de la intelectualización de la Torá. El movimiento jasídico estaba formado principalmente por judíos simples y sin educación, y le preocupaba que la erudición judía fuera reemplazada por el canto y el baile. Una religión que era la síntesis de corazón y mente, pasaría a ser exclusivamente corazón.

Finalmente, el Gaón de Vilna y muchos otros rabinos objetaban fuertemente el hecho de que los jasidim cambiaron el texto de la plegaria, lo cual era considerado un quiebre muy serio con la tradición y algo completamente inaceptable.

El Gaón de Vilna estaba tan en contra del movimiento jasídico, que él y otros eran llamados mitnagdim, que significa “los que están en contra”. En 1772, los mitnagdim excomulgaron a los jasidim, pero la excomulgación no duró mucho. Este es un fragmento de la excomulgación de los jasidim (abril de 1772):

Nuestros hermanos, Hijos de Israel… como saben, nueva gente ha aparecido, impensado por nuestros patriarcas… y se asocian entre ellos, y sus caminos son diferentes de los de los hijos de Israel en su liturgia… se han comportado de manera desquiciada y dicen que sus pensamientos vagan por todos los mundos… Menosprecian el estudio de la Torá y afirman repetidamente que uno no debería estudiar mucho, ni tampoco arrepentirse profundamente de las transgresiones… Por lo tanto, hemos venido a informarle a nuestros hermanos, los Hijos de Israel, a los cercanos y a los lejanos… y a hacerles llegar con fuerza la voz de la excomulgación y la confinación… hasta que ellos se arrepientan por completo… (3) (Para más información sobre este tema, ver Triumph of Survival por Berel Wein, pp. 86-119).

Mientras que efectivamente en un inicio la creación del movimiento jasídico causó una seria división en el mundo judío, no creó una separación permanente. Hoy en día vemos sectas jasídicas que han adoptado una mentalidad que apoya la erudición, abriendo sus propias Ieshivot y estudiando intensamente el Talmud.

En retrospectiva, vemos que el movimiento jasídico contribuyó significativamente a la revitalización de la judería de Europa Oriental. Mantuvo a mucha gente conectada al judaísmo, gente que de otra forma se hubiera perdido porque no tenía tiempo para estudiar Torá. La presión ejercida por los mitnagdim en contra de los jasidim actuó como un “freno” evitando que se alejaran demasiado.

Como resultado de la contribución jasídica, el judaísmo se fortaleció y estuvo listo para enfrentar el ataque de un nuevo movimiento secular occidental llamado Iluminismo.


Notas:

1. Raphael Jospe, ed., Great Schisms in Jewish History (Ktav Publishing House, 1981), p. 129.

2. Panteísmo: la doctrina de identificar a una deidad con diferentes fuerzas de la naturaleza.

3. Paul Mendes-Flohr & Yehuda Reinharz ed., The Jew in the Modern World, (Oxford University Press, 1995), p. 390.

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