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Este Rosh Hashaná, el desafío de "elegir la vida" es más urgente que nunca.
Imagina que un extraterrestre aterriza en el planeta Tierra y queda perplejo al descubrir que Israel —solo un punto en el mapa— es el centro de toda la atención global.
Igualmente desconcertante para nuestro extraterrestre sería la narrativa invertida donde:
Nuestro extraterrestre perplejo se preguntaría: ¿Qué factores fomentan esta obscena inversión de la moral?
Nuestro extraterrestre descubre que el núcleo de esta locura es el antisemitismo, una fuerza metafísica que persigue a los judíos, no por lo que hacen, sino por lo que son: los vanguardistas morales de la humanidad, firmes contra los valores corruptos y las creencias fraudulentas.
Sin embargo, el extraterrestre no puede entender cómo esta locura antisemita se volvió dominante. ¿Por qué tantas personas inteligentes y destacadas —políticos, académicos, celebridades e influencers— promueven hipócritamente calumnias antisemitas contra Israel? ¿Realmente creen en estas mentiras? ¿O son incapaces de distinguir entre los terroristas y sus víctimas?
La confusión moral es alarmante. Una encuesta de Harvard-Harris mostró que una mayoría de los votantes estadounidenses de 18 a 24 años creen que Israel está cometiendo genocidio en Gaza y que Israel debe "ser disuelto y entregado a Hamás". ¿Se ha convertido el mundo en un gran manicomio dirigido por los internos?
Rosh Hashaná, el año nuevo judío que marca el nacimiento de la humanidad, abre una nueva página para el año venidero. En Rosh Hashaná, los libros de la vida y la muerte están abiertos. Dios declara: “¡Elige la vida!”.
Eres tú quien decide elegir la conexión o la desconexión. En el universo moral, no hay medias tintas. En Rosh Hashaná, elige la esperanza y la bondad sobre la oscuridad y la desesperación. Especialmente este año, cuando el mundo parece haber perdido su brújula moral, es esencial despejar las telarañas mentales y “elegir la vida”.
Rosh Hashaná se celebra durante dos días, porque cada día representa una dimensión diferente (Ramak – Ohr Yakar).
Hace milenios, los romanos consignaron al pueblo judío a la basura de la historia: “Un pueblo que alguna vez fue grande, ahora abandonado por Dios”. Burlonamente, rebautizaron la Tierra Santa como “Palestina”, en honor a una nación bíblica extinta conocida por ser una espina en el costado de Israel.
¿Cómo es posible que, después de 2.000 años de persecución y dispersión implacable por los rincones más remotos del mundo, el pueblo judío haya reunido milagrosamente a los exiliados, revivido el antiguo idioma hebreo, hecho florecer el desierto y construido la nación de la innovación?
Y aquí estamos, siendo testigos del milagro del destino judío desplegándose ante nuestros ojos, revelando el poder y la maestría de Dios a una escala bíblica.
Se cuenta la historia de cuando el rey Luis XIV preguntó al filósofo Pascal una prueba de una fuerza sobrenatural en el mundo. “Los judíos, su majestad”, respondió Pascal. "Los judíos".
En Rosh Hashaná, elegir la vida significa conectarse con este milagro del destino judío, mientras que los enemigos del pueblo judío, como Hassan Nasrallah, Mohammed Deif e Ismail Haniyeh, se pierden en el olvido.
Los eventos de este aterrador año pasado fueron una gigantesca y continua llamada de atención. Cuando el shofar suene en Rosh Hashaná, ese es el momento de la claridad moral y de la resolución de mantenernos unidos, firmes contra la obscena inversión moral que busca destruir a nuestra nación.
Dedicado a la memoria de mi padre, Noson ben Moshe z”l, cuyo 45º yortzait es el primer día de Rosh Hashaná.
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