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Vaikrá 1:1: “Y Hashem llamó a Moshé…”
Vaikrá Rabá, 1:3: “Moshé tenía diez nombres… Dios le dijo a Moshé, 'por tu vida, de todos los nombres que te fueron asignados, solo te llamaré por el nombre que te dio Bitiá,(1) la hija del Faraón', y ella le dio el nombre de Moshé.”
La porción de la Torá de esta semana comienza con Dios llamando a Moshé. El Midrash relata que Moshé tenía diez nombres, cada uno indicando un aspecto de su grandeza o su contribución al mundo. Por ejemplo, uno de sus nombres era Avigdor porque él era ‘avihem shel guedarim’ – el padre de las cercas, refiriéndose a los decretos que hizo. Otro nombre era Yered porque él bajó la Torá del Cielo. El Midrash concluye que Dios exclamó que a pesar de todos estos nombres elevados, Él sólo llamaría a Moshé por el nombre que le dio Bitiá, la hija del Faraón. Ella eligió ese nombre cuando lo sacó del agua, porque “min hamaim mishitiyu” – “yo lo saqué del agua".(2)
Sabemos que el nombre de una persona representa su esencia. Basado en este entendimiento, Rav Jaim Shmuelevitz(3) plantea dos preguntas fuertes sobre este Midrash. En primer lugar, ¿por qué Dios eligió este nombre sobre todos los demás que expresaban la grandeza de Moshé? ¿De qué manera el nombre Moshé refleja más su esencia que los otros nombres? En segundo lugar, todos los demás nombres alaban directamente a Moshé. Sin embargo, el nombre Moshé parece representar un elogio a Bitiá por haberlo sacado del agua, por lo que aparentemente no tiene ninguna conexión intrínseca con su esencia, y sería aún menos razonable usar este nombre.
Rav Shmuelevitz lo explica con un principio importante: cuando un rasgo es aplicado a una persona, ese mismo rasgo se internaliza en la esencia de la persona. Bitiá aplicó el rasgo de sacrificio personal de una manera extrema cuando sacó a Moshé del agua. Su padre era el gobernante todopoderoso de gran parte del mundo conocido, y él había emitido un decreto estricto de matar a todos los niños judíos. Ella estaba violando flagrantemente esta ley al salvar a un niño judío. Moshé absorbió este gran sacrificio. Esto responde a la segunda pregunta: el nombre Moshé efectivamente elogia a Bitiá, pero también refleja la grandeza de Moshé porque muestra que él sobresalió en el área del sacrificio personal al haber recibido este rasgo en abundancia. Con respecto a la primera pregunta de por qué este nombre tiene más peso que todos los demás, Rav Shmuelevitz explica que un líder necesita el rasgo del sacrificio personal por encima de todos los demás, y por lo tanto se consideró más valioso que todos los otros maravillosos rasgos y logros de Moshé.
Rav Shmuelevitz continúa trayendo una prueba del principio de que cuando alguien aplica un rasgo a otra persona, ese rasgo se internaliza en el receptor. El Talmud Ierushalmi(4) dice que los judíos están adornados con tres rasgos particulares: son misericordiosos, son vergonzosos y realizan actos de bondad. Luego trae una fuente de cómo sabemos que los judíos realizan actos de bondad: porque el versículo dice, “Y Dios, tu Dios, guardará por ti el pacto y la bondad”.(5) El entendimiento simple de este versículo es que Dios mantendrá Su promesa de actuar con bondad hacia el pueblo judío, pero no que el pueblo judío realice bondad. En consecuencia, la pregunta es: aunque el versículo muestra que el pueblo judío es receptor de bondad, ¿cómo es una fuente de que el pueblo judío haga bondad por sí mismo? Rav Shmuelevitz explica que es por este principio: cuando alguien trata a otro con un cierto rasgo, ese rasgo se internaliza en el receptor. Por lo tanto, el hecho de que Dios actúe con bondad con el pueblo judío implica que ellos también serán bondadosos.
Rav Shmuelevitz lleva esta idea aún más lejos y postula que incluso un objeto inanimado puede absorber un rasgo de carácter que se le aplica.(6) Él señala que Nóaj (Noé) tuvo que hacer un esfuerzo increíble durante un largo período de tiempo para construir el Arca para salvar al mundo de la destrucción total. En consecuencia, la madera del Arca absorbió en ella el ‘koaj hatzalá’ – ‘poder de salvación’, de manera extrema. ¿Cuándo se manifestó este poder? Un notable Ialkut Shimoni(7) relata que cuando Hamán quiso colgar a Mordejai, tomó una viga del Arca para usarla para colgarlo. Sin embargo, esta viga estaba completamente saturada con el ‘poder de salvación’ que Noé había puesto en ella miles de años antes. Ese poder de salvación hizo que la viga se transformara de un instrumento de destrucción de los judíos a un vehículo de su salvación.
Este principio tiene varias aplicaciones en nuestras vidas. Una de las más evidentes es en el ámbito de la educación. Es bien sabido que un niño sigue el ejemplo de su padre, pero la explicación de Rav Shmuelevitz lleva esta idea un paso más allá. Cuando un padre actúa hacia su hijo con cierta cualidad, el niño no sólo aprende del ejemplo, sino que realmente internaliza el rasgo que se le aplica. Por lo tanto, una persona cuyos padres le dieron mucho amor y afecto es mucho más probable que sea una persona amorosa y afectuosa y que sea un buen padre que alguien cuyos padres no lo trataron de esa manera. Y a la inversa, tampoco es raro que un niño que ha sido maltratado por sus padres sea mucho más propenso a maltratar a otros. En nuestras interacciones generales con las personas, aprendemos de Rav Shmuelevitz que una de las formas principales de influir en el carácter de las personas es actuar hacia ellas con el rasgo que necesitan mejorar. Por ejemplo, actuar con amabilidad hacia una persona egoísta puede tener el efecto de hacerla más amable.(8)
Moshé fue tratado con sacrificio personal, y se convirtió en el epítome del sacrificio personal. Que tengamos el mérito de absorber los rasgos positivos que se ejercen sobre nosotros y hagamos lo mismo con los demás.
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