El número 40: Una perspectiva espiritual de la cuarentena

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Una perspectiva significativa derivada de la etimología de la palabra “cuarentena”.

¿Cuánto debe durar una cuarentena?

La palabra misma tiene una respuesta etimológica y es una fascinante verdad histórica que probablemente tiene raíces bíblicas.

Para encontrar el origen de la palabra debemos remontarnos al siglo XIV en Europa. En esa época, olas de plagas atacaban repetidamente al continente. Tras llegar al sur de Europa en 1347 la 'Peste Negra' se dispersó rápidamente a Inglaterra, Alemania y Rusia en 1350. Se estima que murió un tercio de la población de Europa y el impacto de la pandemia llevó a la instauración de medidas extremas para controlar su propagación. En 1374 el Vizconde Bernabo de Reggio, Italia, declaró que se debía sacar de la ciudad a cada persona enferma con la plaga y llevarla a los campos para que se recuperara o muriera allí.

En el puerto Mediterráneo de Ragusa, el famoso médico judío Iaakov de Padua, aconsejó el establecimiento de un lugar fuera de las murallas de la ciudad para tratar allí a los habitantes de la ciudad y a extranjeros que buscaban una cura. De alguna manera, el médico intuyó la teoría del contagio que promueve la separación de las personas sanas de aquellos que están enfermos.

Con esta idea en mente, en 1377 el Gran Consejo aprobó una ley estableciendo treinta días de aislamiento para los barcos que llegaban de áreas infectadas por la plaga. Ninguna persona de Ragus tenía permitido visitar esos barcos bajo trentino, el período de 30 días de aislamiento, y si alguien quebraba la ley, también tenía que aislarse durante 30 días. La ley pareció ser efectiva para reducir los estragos de la Peste Negra y se difundió. Durante los siguientes 80 años, Marsella, Pisa y otras ciudades adoptaron medidas similares. Hubo sólo un cambio instituido para el trentino. Por alguna razón, los 30 días se extendieron a 40: de aquí viene la cuarentena, los '40 días de aislamiento'.

Los historiadores no están seguros respecto a qué fue lo que impulsó el cambio y por qué se eligió precisamente 40 días. Por supuesto, es posible que simplemente se deba a la sensación de que el período más breve no era suficiente para prevenir la diseminación de la enfermedad. Pero muchos eruditos creen que en una época de profundas creencias religiosas y reverencia por la Biblia, el número 40 resonaba con mayor significado, el mismo significado que tanto cristianos como judíos reconocieron por su énfasis en las narrativas de la Torá.

La historia de Nóaj y el diluvio tiene una línea temporal de 40 días. Eso fue suficiente para cambiar el mundo. Posteriormente, Moshé ascendió al Monte Sinaí y permaneció allí precisamente 40 días antes de regresar con las dos tablas de la ley con los Diez Mandamientos. También eso cambió la historia. Cuando los judíos que salieron de Egipto dudaron en cumplir la orden de Dios de entrar a Israel, insistieron en enviar antes delegados para “espiar la tierra”. Su viaje duró 40 días. El reporte que trajeron estuvo repleto de pesimismo y provocó desesperación entre los esclavos liberados. Eso enojó a Dios por la falta de fe en su promesa Divina y por esa razón los judíos fueron forzados a vagar 40 años por el desierto, un año por cada día de su pecado, hasta que surgió una nueva generación que ya no estaba marcada por el derrotismo de la mentalidad esclava.

Para los judíos, el número 40 mantiene su significado simbólico para el concepto de 'cambio' y 'renovación' también en el reino de la ley judía. Alguien ritualmente impuro debe sumergir su cuerpo en agua, en una mikve que contiene 40 seá, una medida de capacidad líquida, para poder cambiar su identidad espiritual. Un no judío que desea convertirse al judaísmo también tiene que entrar a una mikve para considerarse como un "recién nacido". El agua simbólicamente representa el preludio del nacimiento del feto dentro del saco de líquido amniótico. Hacen falta 40 días para que un embrión se forme en el útero de la madre; hasta entonces se lo considera poco más que agua. Cada año, los judíos pasan desde el primer día del mes de elul hasta Iom Kipur completamente dedicados a la introspección, el cambio y la teshuvá (arrepentimiento), con la profunda esperanza de que estos 40 días los conviertan en una mejor versión de ellos mismos.

Es notable que la palabra que describe el intento del mundo de combatir las temidas consecuencias de la plaga mortal que nos afecta físicamente sea 'cuarentena'. La misma referencia al número 40, tan fundamental en el énfasis bíblico respecto al cambio, el mejoramiento personal y el renacimiento a una realidad más elevada desde una perspectiva espiritual.

Sí, el mundo sobrevivirá a la pandemia de coronavirus. Esperemos que muy pronto podamos salir de la cuarentena y retomar nuestras vidas normales. Pero el tiempo que pasamos confinados en nuestros hogares junto a nuestros seres queridos, alejados de las vidas agitadas a las que nos habíamos acostumbrado, vidas que no nos permitían tener tiempo para la reflexión personal, en retrospectiva debería inspirarnos para lograr una mayor conexión con las referencias más significativas del número 40. Quizás el 40 de cuarentena puede imbuirnos con claridad respecto al propósito de nuestras vidas, lo que nos conectará mejor con los 40 días que Moshé estuvo en el Monte Sinaí.

Es una tarea formidable buscar un "rayito de luz" en nuestra oscuridad actual. Sin embargo, es la fe la que nos exige escuchar el mensaje del número 40; el mensaje de cambio, renovación espiritual y esperanzas para un futuro mejor.

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