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Pavel Peter Gojdic fue maltratado y humillado por defender abiertamente a los judíos durante el Holcoausto.
Esta es la historia de un gentil justo y su impío enemigo. Pavel Peter Gojdic, un humilde monje católico, nació en 1888 en Eslovaquia, donde sirvió como obispo durante la Segunda Guerra Mundial y fue un amigo de los judíos que salvó muchas vidas.
La Alemania nazi ocupó la región en 1938 y rápidamente comenzaron a emitir órdenes anti judías. Las autoridades locales cooperaron, limitando la libertad de movimiento de los judíos y excluyendo a los niños judíos de las escuelas no judías.
Pavel Peter Gojdic
Poniéndose en riesgo como administrador apostólico, Gojdic habló abiertamente en favor de los judíos desde el comienzo de su persecución en Eslovaquia. Yad Vashem, el museo del Holocausto de Israel, nos informa que:
"El 25 de enero de 1939, dos días después del establecimiento de un comité especial del gobierno eslovaco autónomo encargado de definir el programa para la solución del problema judío, el obispo escribió una carta especial dirigida a todas las parroquias de su diócesis de Presov".
"En esa carta él advertía sobre los desastrosos resultados que podían causar esas políticas discriminativas. Él recordó a la gente los principios básicos de su creencia; que todos los seres humanos tienen los mismos derechos ante Dios. También advirtió sobre las consecuencias de la ideología y el racismo nazi".
Las actividades de Godjic no le cayeron bien al estado fascista eslovaco. Los otros sacerdotes se volvieron en su contra. En el verano de 1939, los sacerdotes escribieron un memorándum expresando su descontento con las acciones de Gojdic. Él renunció unos meses más tarde.
En 1940 el Vaticano aceptó la renuncia de su puesto como administrador apostólico, pero al mismo tiempo lo nombraron obispo de la diócesis de Presov. Esto sólo incrementó la tensión entre él y el gobierno.
Mientras tanto, el nuevo presidente de Eslovaquia, Jozef Tiso (también un sacerdote), comenzó a expropiar las propiedades judías y a deportar a los judíos a la Polonia ocupada por Alemania. Él se resistió a la presión que recibió del Vaticano y de los grupos judíos para poner fin a las deportaciones.
El historiador James Mace Ward, miembro visitante del Museo del Holocausto de los Estados Unidos, citó una conversación en la que Tiso lamentó haber eximido a 18.000 judíos de la expropiación y la deportación, porque él creía que ellos saboteaban la economía.
La investigación de Ward presenta a Tiso como un hombre que ayudó a condenar a los judíos de Eslovaquia. Finalmente , Tiso mismo sufrió una muerte violenta. Al finalizar al Segunda Guerra Mundial, la Checoslovaquia reunificada condenó y ahorcó a Tiso por traición, eliminación de la libertad y crímenes contra la humanidad.
A pesar de los esfuerzos póstumos por presentar a Tiso como un santo, Ward concluye que estaba lejos de serlo.
Por otro lado, el obispo Gojdic ayudó a los refugiados y a los prisioneros de los campos de concentración, volviéndose famoso como "el hombre con un corazón de oro". Se considera que Gojdic fue responsable de salvar directa e indirectamente alrededor de 1.500 judíos.
En el 2007, Yad Vashem reconoció al obispo Gojdic como uno de los Justos de las Naciones. En su página web leemos: "El 26 de octubre de 1942, el Servicio de Seguridad Eslovaca informó al Décimo Cuarto departamento del ministerio del interior sobre un alto número de conversiones ficticias que estaban teniendo lugar. El informe señalaba varios casos donde sólo un miembro de una familia judía se convertía al cristianismo para defender a toda su familia. De 249 familias judías sólo 533 judíos se convirtieron al catolicismo griego o a la fe ortodoxa rusa para rescatar a otros 1.500 miembros de sus familias, que no se convirtieron. Además de eso, la mayoría de aquellos que se habían convertido, continuaban cumpliendo activamente el judaísmo, ya fuera de forma abierta u oculta".
Al negarse a renunciar a su religión, le dieron una sentencia de por vida, por traicionar al estado comunista de Checoslovaquia.
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