El Papa, Abraham y el significado de la ciudad de Ur

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El peregrinaje del Papa a la ciudad donde nació Abraham nos lleva a preguntarnos cuál es el significado judío de esta antigua ciudad.

Esta semana, el peregrinaje a la ciudad de Ur del Papa Francisco llevó a los titulares a Abraham y su lugar de nacimiento. Allí el Papa convocó a todas las religiones a rechazar la violencia. Su visita nos recuerda el significado que tienen en nuestras vidas algunas partes de esa ciudad.

Ubicada en el margen sur del Éufrates, alrededor de 16 kilómetros de la ciudad de Nasiriyah en el Iraq moderno, la ciudad de Ur tiene unos 6.000 años de existencia. La primera mención escrita del lugar data de hace unos 4.000 años.

El lugar fue designado patrimonio mundial y hay vastas excavaciones. Uno de los descubrimientos más emblemáticos fue el Zigurat de Ur, un enorme santuario de piedra arenisca para el dios de la luna, Nanna. El santuario una vez fue parte de un complejo mayor y da testimonio de un gran centro de la edad de bronce y de una ciudad inmersa en el culto y las prácticas paganas, incluyendo el sacrificio de niños.

El Zigurat de Ur

Esto fija el telón de fondo para el nacimiento de Abraham, quien creció en la ciudad hace unos 4.000 años y luego se marchó abruptamente, rechazó la cultura pagana de la ciudad y obedeció la orden del Dios de Israel de trasladarse hacia el occidente, a la Tierra de Israel, en ese momento conocida como Canaán.

A diferencia de Jerusalem o de la ciudad de Jevrón, que es donde Abraham está enterrado, Ur no es un sitio de peregrinaje para los judíos, a pesar de ser el lugar donde nació Abraham. El judaísmo enfatiza menos cómo comenzamos nuestras vidas y se enfoca más en los caminos que seguimos. El significado de Ur reside más en el hecho de que Abraham "partiera de la ciudad" que en lo que ella representa.

En medio de la idolatría y el abuso de poder por parte de quienes dominaban la ciudad, el Talmud enseña que Abraham vio "un mundo en llamas". Él vio injusticia, inmoralidad y un mundo que había ahogado su compromiso con la verdad en el Éufrates.

El Talmud agrega que Abraham observó los templos, los ídolos, los santuarios y los cultos y se preguntó: Si el sol es el que gobierna el mundo, ¿Cómo puede ser que oscurezca cada día? Si la que gobierna es la luna, ¿cómo puede ser que la cubran las nubes que son dirigidas por el viento? El mundo debe tener un orden, una estructura y un diseño; debe tener un diseñador, un Creador. Abraham dedicó su vida a estos valores y llevó el monoteísmo al mundo. Su revolución ideológica requirió mucho coraje y convicción, incluso debió ir en contra de su padre, quien vendía ídolos, como queda en evidencia en la famosa historia de Abraham de niño, cuando rompió los ídolos de su padre.

El legado de Ur está en el rechazo de Abraham hacia todo lo que ella representaba, y el génesis del monoteísmo, la creencia en un Ser infinito que no tiene necesidades y que nos creó para nuestro beneficio y para que nos perfeccionemos al ser socios de Él en el desarrollo de un mundo moral. Abraham asumió la responsabilidad por el mundo que lo rodeaba. Al abrir las cuatro paredes de su tienda, él y su esposa Sará fueron pioneros de una vida de bondad y preocupación por toda la humanidad que fue creada a imagen de Dios.

Si bien Abraham nunca perdió su relevancia, el Papa volvió a llevar su nombre a los titulares. Cada día, en nuestra plegaria matutina mencionamos que Abraham partió de Ur para recordarnos buscar continuamente la verdad, el compromiso con la humanidad y la santificación del Nombre de Dios.

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