El pianista con una mano

5 min de lectura

"Estaba desolado". En el año 1964, León Feisher, uno de los más grandes concertistas de piano del mundo, descubrió que no podía usar su mano derecha.

Desde que era muy pequeño, la familia Fleisher hizo todo lo que estuvo a su alcance para que León pudiera llegar a la cima de la escena musical. Sus padres eran inmigrantes judíos en los Estados Unidos. Su padre, Isidore, había llegado de Odessa y su madre, Berta, de Polonia. Ellos construyeron una nueva vida en San Francisco, manejando dos comercios de sombreros. Aunque ellos mismos no eran particularmente musicales, querían que sus hijos aprendieran piano, y ahorraron para comprar un viejo piano. Cuando su primer hijo, Raymond, fue suficientemente grande, arreglaron que tomara lecciones de piano.

Raymond practicaba diligentemente, pero quien realmente amaba el piano era León, su hermano menor. "Recuerdo que me escondía en un rincón del salón". Desde que tenía cuatro años, León Fleisher esperaba que terminaran las lecciones de Raymond y de oído tocaba todo lo que Raymond había pasado horas practicando. Para León, la música era su segunda naturaleza. "Era un montón de cosas. El sentido táctil formaba parte del tema. Los sonidos eran hermosos. Había una especie de orden, una especie de forma, una estructura. Había cierta lógica… Y todo eso despertaba en mí una gran mezcla de sentimientos. Simplemente lo disfrutaba. Me encantaba".

Cuando león Fleisher tenía 10 años, en 1938, él y su madre viajaron a Italia para que pudiera estudiar con el renombrado pianista austríaco Artur Schnabel. (Berta le dijo a León que tenía dos opciones: podía convertirse en el primer presidente judío de los Estados Unidos o en un concertista de piano. León eligió el piano). Artur Schnabel era un judío originario de Alemania, que huyó de su país en 1933 cuando Hitler subió al poder, y encontró lo que pensó que sería un refugio seguro en Italia. Pero en 1938 ya era claro que los judíos no podían sentirse seguros en ninguna parte de Europa. En 1939, Schnabel, Berta y León Fleisher partieron de Europa rumbo a Nueva York.

Una presentación en Carnegie Hall en 1995

El genio de Fleisher en el piano continuó creciendo. Él debutó con la Filarmónica de Nueva York en 1944, cuando tenía dieciséis años. Pierre Monteux, el conductor, anunció que Fleisher era "el hallazgo pianístico del siglo". Cuando todavía era un adolescente se presentó en todo el mundo, ganó concursos y medallas en Europa y en los Estados Unidos. Se casó, se divorció, volvió a casarse y comenzó a enseñar en el Instituto Peabody en Baltimore, un respetado conservatorio de música.

Entonces, en 1964, tuvo lugar la tragedia. "Me estaba preparando para el tour más importante de mi vida, cuando tuve un pequeño accidente". Se cortó la mano derecha con un mueble de jardín y le dieron puntos. Para su horror, cuando comenzó a retomar la practica en el piano después del accidente, las cosas no marcharon bien. Poco después, el cuarto y el quinto dedo comenzaron a perder su tono muscular y luego se enroscaron hacia abajo. En unos pocos meses, esos dos dedos de su mano derecha quedaron completamente inutilizados y entumecidos. Fleisher ni siquiera podía escribir su propio nombre, mucho menos tocar su exigente repertorio de piano.

Los médicos estaban desconcertados. A pesar de diversos tratamientos médicos, nada cambió. Fleisher canceló sus conciertos y también una serie de grabaciones. "Mi vida se vino abajo". Él cayó en una profunda depresión.

Se dejó crecer el cabello y estaba todo el tiempo sentado en la casa. Se compró una motocicleta, pero eso no le dio la mínima alegría. Todavía peor, su depresión arruinó su relación con su esposa y posteriormente se divorciaron. "Sentía que ya no tenía un propósito. Simplemente no sabía qué hacer".

Esta inactividad duró durante dos años. Pero entonces comprendió algo que le dio fuerza para cambiar su vida. León Fleisher, quien había movido montañas para aprender a tocar el piano de niño, quien amaba la música desde los cuatro años, no podía ceder por completo a la música. Era algo que estaba demasiado arraigado en él. Él había probado muchas curas médicas para su mano, incluyendo psicoterapia, y posiblemente eso lo ayudó a desarrollar las herramientas necesarias para enfrentar su angustia mental. Lentamente comenzó a entender que lo que alimentaba su alma era la música misma (más que el hecho de tocar el piano). Fleisher resolvió nutrir esa parte de su ser, incluso si ya no podría tocar nunca más un repertorio normal de piano.

Comenzó a enseñar nuevamente. Les dijo a sus estudiantes que el dolor que había experimentado lo había convertido en un maestro más paciente. "Me volví mucho mejor para explicar esas elusivas áreas de expresión y matices que son tan difíciles de expresar en palabras". También empezó a conducir, una practica que todavía podía efectuar, a pesar de que estar frente a una audiencia lo cohibía intensamente.

Y, lo más remarcable, Fleisher comenzó una vez más a tocar el piano en conciertos. Sorprendentemente, hay cientos de piezas de piano escritas sólo para la mano izquierda. En piano, la mano izquierda expresa la matizada armonía de una pieza, mientras que la mano derecha por lo general interpreta la melodía. Si bien hay muy pocas piezas de piano sólo para la mano derecha, hay muchas sólo para la mano izquierda.

"Pensé en Paul Wittgenstein, el concertista de piano austríaco a quien le dispararon en la mano derecha durante la Primera Guerra Mundial. Él comisionó obras para la mano izquierda a Richard Strauss, Korngold, Hindemith, Prokofiev, Ravel y Britten, por lo que existía literatura de piano para pianistas que no podían usar las dos manos".

Algunos compositores contemporáneos, incluyendo a Lukas Foss y a William Bolcom, también escribieron piezas para la mano izquierda, especialmente para Fleisher. Aunque estas piezas para la mano izquierda no eran suficientes para mantener una carrera como concertista, ellas le ofrecieron a Fleisher una forma de volver a presentarse, y él lo aceptó agradecido, retomando los conciertos que tanto amaba.

En 1982, Fleisher se casó por tercera vez con la pianista Katherine Jacobson. La pareja se presentó junta hasta que él falleció el 1 de agosto del 2020, a los 92 años. Fleisher nunca dejó de buscar una cura para la parálisis parcial de su mano, y en el 2000 recuperó en cierta medida el uso de la mano y pudo volver a interpretar obras con las dos manos, aunque él dijo que nunca sintió la misma fluidez que tenía en su juventud.

Su determinación por continuar interpretando la bella música que era capaz de ofrecer inspiró a las audiencias. Sin importar qué obstáculos se interpusieran en su camino, León Fleisher estaba decidido a continuar expresando la música que tenía en su alma. "Allí afuera hay fuerzas, y si uno se mantiene abierto, si las sigues, encuentras sorpresas maravillosas".

En un sentido, todos somos un poco como León Fleisher. Todos tenemos una bella música que sólo nosotros podemos contribuir para la magnífica y constante sinfonía del mundo.

A veces sentimos que es imposible tocar nuestra parte. Los obstáculos que enfrentamos parecen insuperables. El remarcable ejemplo de León Fleisher puede recordarnos que, si lo permitimos, las limitaciones que enfrentamos pueden ayudarnos a sacar nuestra propia música. Los obstáculos que encontramos nos ayudan a dar forma a quienes somos y nos dan oportunidades para crecer.

Todos tenemos que interpretar una parte única, una pieza de la música de nuestras almas, para crear y darle libertad.

Haz clic aquí para comentar sobre este artículo
guest
0 Comments
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
EXPLORA
ESTUDIA
MÁS
Explora
Estudia
Más
Contacto
Lenguajes
Menu
Donar
Únete a nuestro newsletter
Redes sociales
.