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La parashá de esta semana trata sobre la enfermedad de tzaráat (lepra espiritual), que en los tiempos bíblicos afligía a quienes hablaban lashón hará. La mayoría de las personas piensan que lashón hará es hablar calumnias o mentiras, pero es un error. Toda habla maliciosa o peyorativa cae en la categoría de lashón hará, incluso si lo que se dice es verdad.
La Torá considera que el pecado de lashón hará es tan atroz que quienes lo cometían sufrían una enfermedad cutánea conocida como tzaráat. Dado que era una dolencia espiritual (aunque tenía manifestaciones físicas), para ser examinada y que se le indicara el tratamiento necesario, la persona afligida debía presentarse ante Aharón, el Sumo Sacerdote, o ante alguno de sus descendientes y no tenía que ir a un médico.(1)
La pregunta que debemos formularnos es por qué la persona afectada debía ir específicamente ante Aharón, el Sumo Sacerdote. ¿Qué tenía Aharón que lo diferenciaba y le permitía examinar y curar al individuo que había hablado lashón hará?
El lashón hará genera división, enemistad y desprecio, fuerzas opuestas a la armonía y al bienestar. Aharón, el Sumo Sacerdote, amaba a los demás con tanta intensidad que era capaz de neutralizar esas fuerzas negativas. En Pirkei Avot 1:12 dice: “Aharón amaba la paz y perseguía la paz”. Cuando él veía a dos personas en conflicto, se acercaba a cada una y le decía: "Sabes, tu amigo realmente se arrepiente de este altercado. De hecho, me pidió que hable contigo. Él te quiere y quiere hacer las paces". Luego repetía el mismo mensaje a la otra persona involucrada y así lograba que se calmaran y que se amigaran.
Para apreciar la grandeza de lo que hacía Aharón, podemos contrastar su actitud con lo que lamentablemente se volvió la norma en nuestra sociedad, donde las personas se alegran al poder repetir un chisme y de esa forma incitan y profundizan los conflictos entre los demás. Durante toda su vida, Aharón buscó cimentar los lazos y llevar armonía y amor a las familias fragmentadas y a las relaciones quebradas. Cuando Aharón murió, toda la nación lloró y se lamentó, porque en una u otra ocasión todos habían experimentado su increíble amor y su apasionado compromiso con la paz. Todos sabían que Aharón era irreemplazable.
Quizás ahora podamos entender mejor la razón por la que se designó a los descendientes de Aharón para bendecir al pueblo judío con birkat cohanim (la bendición sacerdotal). Antes de pronunciar estas bendiciones, los sacerdotes deben decir: "Bendito eres Tú, Hashem nuestro Dios, quien nos santificó con la santidad de Aharón y nos ordenó bendecir a Su pueblo, Israel, con amor". ¿Cuál es la santidad de Aharón? La devoción y el compromiso absoluto que Aharón sintió por cada judío, un compromiso que se resume en una pequeña palabra: beahavá, con amor. El amor de Aharón es la característica distintiva de todos sus descendientes, y ese amor es lo que los califica para impartir la bendición.
Hay quienes justifican hablar lashón hará argumentando que sólo son honestos y directos, que dicen la verdad. Pero Aharón nos enseñó que hay ocasiones en las que la verdad debe dejarse a un lado, porque no podemos ni debemos atrevernos a avergonzar a otros. Tenemos leyes específicas respecto a dar información correcta sobre shidujim y sociedades comerciales para que nadie resulte engañado. Sin embargo, incluso en esos casos, debemos saber cómo expresar nuestras palabras… qué revelar y qué ocultar… y deberíamos consultar con una autoridad de Torá antes de compartir esa información.
El lashón hará es una transgresión muy grave que abarca 14 mandamientos positivos y 17 negativos. El Jafetz Jaim advirtió que el lashón hará es el pecado más destructivo, porque literalmente destruye a las personas. De hecho, “la vida y la muerte dependen de la lengua”.(2) Dios nos creó de forma tal que nuestros órganos sirven como un recordatorio del peligro potencial inherente a la lengua. Tenemos órganos externos (ojos, oídos, etc.) o internos (riñones, corazón, pulmones, etc.). La lengua es el único órgano que es tanto interno como externo. Para protegernos de su mal uso, Dios nos dio dos puertas para resguardarla: los dientes y los labios. Esto nos recuerda que antes de usar la lengua debemos cerrar las puertas y pensar con cuidado si debemos permitirle a la lengua hablar o si es más sabio permanecer en silencio y mantener las puertas cerradas.
Por lo general, las parashiot Tazría y Metzorá se leen juntas. La palabra metzorá es una combinación de dos palabras: motzé y ra, que implica hablar mal de los demás. La yuxtaposición de estas dos parashiot con la parashat Sheminí es muy instructiva, porque en la parashá anterior no sólo aprendimos sobre los peligros de hablar lashón hará, sino también sobre los alimentos prohibidos, no kasher. Al yuxtaponer estas parashiot (sobre los alimentos prohibidos y lashón hará), la Torá nos recuerda que no sólo debemos ser cuidadosos respecto a lo que entra en nuestra boca (lo que comemos), sino que debemos ser igualmente cuidadosos con lo que sale de ella (lo que decimos). Siempre debemos estar en guardia para no causar a nadie dolor con nuestras palabras. No es una tarea fácil, por eso le pedimos a Dios que nos guíe y nos ayude, y concluimos cada Amidá con las asombrosas palabras: “Mi Dios, cuida mi lengua del mal y mis labios de hablar engaños”.(3)
Puede resultarnos difícil comprenderlo, pero el lashón hará es equivalente a los tres pecados cardinales. En el siglo XXI, el chisme se convirtió en una profesión. Los periódicos emplean a columnistas de chimes que son respetados socialmente y muy buscados por los conductores televisivos y por la prensa. Algunos de los libros más vendidos se basan en chismes. Las leyes de nuestra Torá son como un faro que ilumina nuestro camino y nos recuerdan nuestra meta superior. El habla es un regalo Divino que sólo se le otorgó al hombre. Abusar de ese regalo es traicionar esa confianza.
Podemos aprender cuánto tenemos que evitar el lashón hará a partir de lo que ocurrió con Miriam, la profetiza. Con buenas intenciones, ella criticó a Moshé, su hermano menor, y por esas palabras inocentes sufrió la aflicción de tzaráat. La Torá nos ordena recordar lo que le ocurrió a Miriam y cuidar nuestras palabras incluso cuando creemos que hablamos en beneficio de otra persona.
“Esta será la Torá (ley) del metzorá”.(4) Un metzorá es alguien que pecó hablando lashón hará. Es interesante que en este tema se menciona cinco veces la palabra Torá, lo que nos enseña que cuando una persona habla mal sobre los demás es considerada como si hubiera transgredido los Cinco Libros de la Torá. Esto debería ayudarnos a entender la severidad de esta transgresión.
Podemos contrastarlo con la rima infantil popular en muchas culturas que dice: Las varas y las piedras pueden romper mis huesos, pero las palabras nunca me lastimarán.
Respecto a esta rima, nuestra madre, la Rebetzin Esther Jungreis, decía que la verdad es exactamente la contraria. Para reparar huesos rotos uno siempre puede consultar con un traumatólogo, ¿pero cómo se arregla un corazón roto? ¿Quién puede curar las heridas del alma?
“Esta será la ley del metzorá”. En este versículo el verbo está en tiempo futuro, lo que nos enseña que los sentimientos de remordimiento y la decisión de no hablar lashón hará deben caracterizar al metzorá incluso después de pasar el proceso de purificación. En tiempos de crisis y dolor, es fácil comprometerse a hacer teshuvá, pero la prueba de verdadera sinceridad es mantener esos compromisos una vez que se supera la crisis y uno se curó. ¿Cómo puede una persona mantener su decisión y respetar sus promesas? La respuesta es a través del estudio de la Torá, el mejor programa de manutención.
Cuando se estudia Torá con pureza de corazón, esto eleva, cura y protege de dolencias espirituales. Dios nos dijo: “Creé el iétzer hará (la inclinación al mal), pero creé la Torá como su antídoto”. (5)
NOTAS
1. Levítico 13:12.
2. Ver Proverbios 18:21: "La muerte y la vida están en el poder de la lengua… "
3. Ver Salmos 34:14.
4. Levítico 14:2.
5. Kidushín 30b.
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