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"Rabí Itzjak dijo: 'Puesto que el objetivo principal de la Torá es la enseñanza de los preceptos, la Torá no debería haber comenzado por este relato, sino a partir del versículo: 'Este mes será para ustedes…', que es el primer mandamiento que fue ordenado a Israel. Entonces, ¿por qué razón la Torá comenzó con el relato de Bereshit? Para que si las naciones del mundo le dicen a Israel: 'Ustedes son asaltantes porque han conquistado las tierras de siete naciones', los israelitas les dirán: 'Toda la tierra es del Santo, Bendito sea, Él la creó y la entregó a quien le pareció recto a Sus ojos. Por Su voluntad la entregó a ellos (a los siete pueblos canaanitas) y por Su voluntad la tomó de ellos y la entregó a nosotros'" (Rashi, Bereshit 1:1)
Rashi comienza su monumental comentario sobre la Torá, citando a Rabí Itzjak,(1) quien nos dice que la Torá debería haber comenzado con la primera mitzvá que recibimos: santificar la luna nueva. Pero sólo comenzó con la historia de la Creación y los eventos subsecuentes para enseñarnos que el pueblo judío tiene sobre la tierra de Israel un derecho otorgado por Dios. Los comentaristas preguntan por qué este punto es tan significativo, al grado de que el orden de la Torá se haya visto drásticamente alterado por él.(2)
El Levush Haorá(3) responde que si fuera cierto que el pueblo judío robó la tierra de Eretz Israel, entonces toda la Torá se vería socavada porque en la Torá hay mitzvot que prohíben robar y apropiarse de la propiedad de otra persona (hasagat guevul). Por lo tanto, las naciones del mundo dirían que los judíos que sostienen que siguen la Torá no cumplen con sus mandamientos, porque robaron la tierra de las siete naciones canaanitas. Y si el pueblo judío respondiera que Dios les permitió robarla de las naciones, entonces eso sería todavía más problemático porque demostraría que incluso Dios mismo no observa Sus propios mandamientos (por así decirlo), tales como "no robar" y hasagat guevul. Esto provocaría un tremendo Jilul Hashem (profanación del Nombre de Dios), y socavaría todo el mensaje de la Torá.
Rabí Itzjak explica que la Torá se refiere a esta discusión, diciendo que no hay aquí ningún robo ya que Dios creó todo el mundo y Él determina quién posee cada porción de la tierra. Fue Su voluntad que las naciones la poseyeran primero, y fue Su decisión quitársela y entregarla al pueblo judío.
El Levush Haorá nos enseña una lección fundamental con esta explicación. El Jilul Hashem es tan grave que es necesario alterar la naturaleza de la Torá para evitar la posibilidad de que ocurra. Esto se debe a que todo el propósito de la Creación es Kidush Hashem, la santificación del Nombre de Dios, la antítesis de Jilul Hashem. Esto fue expresado en Pirkei Avot: "Todo lo que el Santo, Bendito sea, creó en Su mundo, sólo lo creó en Su honor"(4) La Mishná nos enseña que el propósito de nuestras vidas debe ser elevar a Dios ante los ojos del mundo.(5) Lo opuesto de esto es Jilul Hashem, actuar de forma tal que provoca que la gente vea a la Torá o al Creador bajo una luz negativa. Eso es tan importante que la Torá inmediatamente aclara el derecho otorgado por Dios que el pueblo judío tiene sobre Eretz Israel. Por lo tanto, la Torá comienza con un mensaje vital para todos nosotros: así como Dios es extremadamente cuidadoso de ser visto como consistente con Su Torá, también nosotros debemos ser cuidadosos para que nuestros actos también sean consistentes con las mitzvot de la Torá.
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