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El inspirador mensaje de esperanza de Pésaj.
No puedo creer que ya pasó un año desde el Pésaj anterior. No puedo creer que ya compré mi matzá shmurá en oferta y que es tiempo de sentarme a planear el menú. No puedo creer todos los comestibles que he comprado (¡y todo el dinero que he gastado!), ¡y todos los comestibles que aún tengo por comprar! No puedo creer toda la limpieza y cocina que queda por delante. No puedo creer que tenga que encontrar nuevas formas de mantener a mis nietos entretenidos durante las plagas.
No puedo creer cuánto añoro la renovación y esperanza que trae esta festividad primaveral. Porque la época en la que cae esta festividad no es ningún accidente. Pésaj ocurre en la primavera para que podamos aprovechar nuestra conexión con la renovación física hacia nuestras metas espirituales. Igual como el suelo está produciendo nuevos florecimientos y la esperanza parece reencenderse después de un largo y sombrío invierno, así también ocurre con nuestras almas. Pésaj es nuestra oportunidad de elevarnos de la oscuridad, melancolía y pesimismo de los oscuros días de invierno, y abrazar la esperanza, optimismo y oportunidad de la primavera. Con la llegada de Pésaj y la primavera, nuestros oprimidos espíritus pueden volar nuevamente.
Este es también el mensaje del Séder. El Séder de Pésaj nos lleva en un viaje, un trayecto desde la esclavitud hacia la libertad. En el comienzo de la noche estamos atrapados en la amarga experiencia de nuestra esclavitud en Egipto. Estamos enfocados en las lágrimas y el dolor. Para el final de la noche nos hemos movido hacia la libertad. Cantamos canciones de alabanza a Dios culminando con nuestros sinceros deseos para el próximo año en Jerusalem, no solamente la ciudad física, sino la espiritual; no solamente la ciudad moderna de centros comerciales, autos y hi-tech, sino la espiritual con el Templo y el Mashiaj.
Cuando nos sentamos en nuestro Séder de Pésaj, en donde sea que estemos en el mundo, compartimos estas mismas metas. Compartimos esta esperanza por el futuro de nuestra nación. Hemos compartido muchos momentos amargos para nuestro pueblo a lo largo de las generaciones, y estamos expresando nuestra firme creencia de que en el futuro compartiremos la alegría de la redención.
“El próximo año en Jerusalem” no es solamente un eslogan, una meta común, un inteligente cartel publicitario en medio del centro de la ciudad. Es una profunda expresión de creencia y confianza en Dios. No es solamente una forma de concluir nuestro Séder con un momento emotivo, sino que es una expresión de nuestra realidad. Cuando pronunciamos esas palabras al final de nuestro Séder (¡aquellos que aún estamos despiertos!), estamos diciendo que sabemos que hay algo más que el dolor y el trauma que estamos viviendo ahora. Sabemos que, como todos los exilios pasados, este también acabará. Sabemos que nuestra salvación viene de Dios y que Él está esperando que nosotros nos acerquemos para venir a nuestro rescate. Cuando el pueblo judío se quejó bajo la carga de la esclavitud y le lloraron a Dios, Él “recordó” su pacto. Dios no tiene momentos de olvido, a Él no se le olvidó su pacto con el pueblo judío por estar ocupado con todas sus otras tareas. Él estaba esperando que nosotros le lloráramos.
Él está esperando ahora también. Pero lo está haciendo tan fácil para nosotros. Incluso nos ha dado el guión. A medida que expresamos nuestra gratitud a Dios por todo lo bueno que nos ha dado a través de los años, a medida que contamos historias de servidumbre y redención, seguimos enfocándonos en la máxima experiencia futura. Decimos esa última línea, cuando nos levantamos y bailamos alrededor de la mesa en un ferviente rezo por el cumplimiento de este sueño mesiánico, no nos quedamos solamente en el momento, no nos enfocamos solamente en nuestra familia y amigos alrededor de la mesa (¡por más maravilloso que eso sea!) sino que volteamos nuestros corazones y mentes hacia el cielo mientras reconocemos que solamente Dios puede traernos lo que verdaderamente creemos en lo más profundo de nuestras almas, leshaná habá be-Yerushalaim habnuyá, ‘¡el próximo año en la Jerusalem reconstruida!’.
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