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No confundas tu verdadera identidad con aquello con lo que te identificas.
Desde que era un niño, el momento más destacado de Rosh Hashaná era cuando tocaban el shofar. Pero, ¿qué tiene de especial el shofar? ¿Qué deberíamos pensar cuando ese sonido perfora el aire?
El sonido del shofar es como un llanto, un grito primigenio. ¿Cuándo dejamos salir un grito? Cuando experimentamos dolor, nos cortamos, nos rompemos una pierna o perdemos a un ser querido. O cuando experimentamos una enorme alegría. ¡Gané la lotería! El nacimiento de un niño o cuando somos testigos de algo asombroso.
¿Por qué? ¿Por qué gritamos en esos momentos?
Por lo general, procesamos las cosas a través del lado derecho de nuestro cerebro y articulamos la experiencia con palabras concretas.
Experimentar una alegría o un dolor enorme y repentino, abruma ese lado de nuestro cerebro y va directo a nuestra esencia. No hay palabras para describir el intenso sentimiento que acabamos de experimentar. La experiencia no puede ser contenida en meras palabras. En cierta forma, el grito es una expresión pura y no adulterada de nuestro verdadero ser.
Es por eso que cuando un bebé grita, capta la atención de todos, porque repentinamente nos vemos confrontados con algo muy genuino y real y eso supera todo lo demás que está ocurriendo.
¡Ese es el poder del shofar!
Cuando ese shofar suena en Rosh Hashaná, es un momento que no puede ser expresado con palabras. Es un momento que traspasa todas nuestras capas externas y llega a nuestra esencia más pura, conectándonos con nuestro yo interno que anhela grandeza y significado.
Vivimos en un mundo en donde las personas a veces confunden su identidad con aquello con lo que se identifican.
Pueden identificarse a sí mismos en base a su trabajo, su estatus o su página de Instagram. Nos quedamos atrapados en proyectar cierta imagen, pero internamente sabemos que eso no es quiénes somos realmente.
En Rosh Hashaná, el shofar atraviesa esos personajes y nos permite reconectarnos con nuestro verdadero yo interno.
La palabra Shofar viene de la palabra en hebreo leshaper, mejorar. Está aquí para ayudarnos a mejorarnos a nosotros mismos, reconectándonos con quienes somos realmente.
¿Y saben qué? Si somos suficientemente afortunados y logramos conectarnos con nuestra alma, con nuestra esencia que anhela propósito y sentido
¡Ahí es cuando nos sentimos verdaderamente vivos!
Y ese es el momento en que le pedimos a Dios: Zajreinu Lejaim, ¡Recuérdanos para la vida!
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