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Me sorprendió descubrir que el judaísmo tiene una rica y profunda tradición de meditación y practicas espirituales para lograr una mayor consciencia y autodominio.
Son las 4 de la madrugada.
Me despierto de mi incómodo sueño en la cama de madera con una almohada de madera, en una habitación en la que apenas cabe la cama y mi bolso, por el incesante sonido del timbre. Estoy participando en un retiro Wat Suan Mohk de 10 días de meditación silenciosa en la provincia Surat Thani, al sur de Tailandia.
Estoy aquí con otros 50 extranjeros, todos buscando paz mental, dominio del pensamiento, aplacar el deseo, nirvana 'esclarecimiento'. Salgo de mi red de mosquitos y camino hacia afuera en donde escucho ruido de agua. Otros participantes se echan encima cubetas de agua fría de los enormes bebederos de cemento que hay en el patio.
Me uno al ritual. No hay nada mejor que una ducha fría para despertarte por la mañana.
Caminamos hacia la sala de meditación mientras las primeras luces grisáceas comienzan a revelar las siluetas de las palmeras que cubren las colinas cercanas. Quince horas después, caemos nuevamente en nuestras camas de madera, otro día de respiración consciente, caminar consciente, comer conscientemente, encontrarnos cara a cara con nosotros mismos conscientemente. Lejos de las distracciones, sin televisión, teléfono, sin leer, sin escribir, sin computadoras, y solamente una comida al día. Sólo nosotros y nuestros pensamientos.
Como muchos judíos buscando espiritualidad, no consideré que mi propia tradición fuera relevante para encontrar lo que estaba buscando.
Estamos aprendiendo a centrar toda nuestra atención en la respiración, intentando descubrir la paz interior, la dicha y la conciencia superior que yace bajo el constante parloteo de la mente…
Como muchos judíos buscando espiritualidad, no consideré que mi propia tradición fuera relevante para encontrar lo que estaba buscando. Los pocos judíos religiosos que había visto no parecían estar demasiado conectados espiritualmente y lo que sabía de la religión me parecía un montón de leyes y detalles absurdos, demasiado rígidos para un espíritu libre como yo.
Sin embargo, después de vivir seis años en el Lejano Oriente estudiando artes marciales (cinturón negro en taekwondo y cinturón marrón en aikido), de haber participado de varios retiros de 10 días de meditación silenciosa, cursos de yoga, ayunos y escalar el Himalaya, fue para mí una gran sorpresa descubrir que el judaísmo tiene una tradición rica y profunda de meditación y prácticas espirituales para lograr una mayor conciencia y autodominio.
La persona promedio pasa el 90% de las horas que está despierto mirando una pantalla. La moda de mindfulness es una reacción a la rampante distracción.
El término mindfulness hoy está de moda con libros de mindfulness vendiendo millones de copias, centros de yoga apareciendo por todos lados y aplicaciones de meditación inundando el mercado. Esto no es tan sorprendente, dada la tendencia a la que se está reaccionando: la rampante distracción. De acuerdo con una encuesta reciente, la persona promedio pasa el 90% de las horas que está despierto mirando una pantalla. Muchas personas admiten que lo primero que hacen cuando se despiertan es revisar sus teléfonos en busca de mensajes y actualizaciones. Muchos trabajan frente a la computadora, en el baño revisan su teléfono, en el gimnasio hay pantallas, en casa está la televisión, redes sociales y Zoom en la laptop y muchos van al cine o a bares de deportes en sus noches libres. La persona promedio tiene al menos cinco canales de notificaciones, WhatsApp, SMS, Instagram, teléfono y correo electrónico, vibrando y haciendo bip constantemente. Agrégale a esto LinkedIn, Snapchat, Facebook, TikTok, Twitter, YouTube… Somos bombardeados constantemente por cosas que compiten por nuestra atención.
Parte de la razón de esto es que cuando no tenemos distracciones nos quedamos con lo que posiblemente sea nuestro peor enemigo: nuestra propia mente. La voz en nuestra cabeza no para desde el segundo en que nos despertamos hasta el segundo en que nos dormimos. Para muchas personas, esa voz no es el compañero más alentador, amable, dulce o positivo con quien estar. Entonces nos distraemos, lo cual por supuesto no es una verdadera solución.
En vez de intentar escapar de la mente, necesitamos aprender a calmarla y controlarla, convirtiéndola de un enemigo a nuestro mejor amigo. Tus pensamientos crean toda tu experiencia de vida, por lo tanto, es imperativo que aprendamos a empezar a calmarlos y controlarlos.
El primer objetivo de la meditación es domar la mente, hacer que deje de saltar por todos lados rápida e incontroladamente, observarla, enfocarla, calmarla y experimentar la calma que se esconde abajo. En general, hay dos clases de meditación: pasiva y activa.
La meditación pasiva es el ejercicio de acallar el incesante parloteo de la mente. Una forma de hacerlo es enfocando toda la consciencia en algo del momento presente, por ejemplo, la respiración o uno de los cinco sentidos. En la meditación judía esto se llama hashkata 'silenciar'. Cuando, inevitablemente, la mente comience nuevamente su parloteo, la clave es no frustrarse, sólo sonreír y regresar tu foco a la inhalación y exhalación constante de tu respiración.
Otra técnica de meditación judía es habata 'observar sin juzgar' todos los pensamientos y emociones que surgen y dejarlos pasar a través de la consciencia sin reacción o resistencia. En vez de juzgarte a ti mismo, culpar a otros, pelear o involucrarte en el pensamiento, sólo lo vemos pasar como una nube en el cielo o una ola en el mar.
Después de un tiempo, los descansos entre pensamientos se hacen más largos a medida que el enfoque se vuelve más consistente y fácil. En ese momento se siente algo como la profunda paz que sientes cuando el bebé finalmente deja de gritar y se duerme a las tres de la madrugada.
Todos hemos vivido este sublime estado naturalmente por algunos momentos. Quizás al escuchar música clásica o los pájaros cantando en el parque o sintiendo el sol en nuestra cara en un hermoso día de primavera. La vida es a menudo como caminar sobre el agua, con constantes olas de desafíos, emociones y responsabilidades rodando hacia nosotros. Se consume tanta energía pensando que en las raras ocasiones en que nos elevamos por encima de nuestros pensamientos (incluso por un corto tiempo) es como retirarnos a la playa, finalmente descansando, encontrando serenidad y recargándonos.
La meditación activa involucra usar la mente de una forma enfocada y controlada para obtener un entendimiento más profundo de las cosas, crear ciertos pensamientos, sentimientos y creencias y enfrentar la vida de una forma más positiva.
Un ejemplo de esto en las enseñanzas judías es la hitbonenut 'contemplación'. Contemplar todos los regalos que tenemos en la vida despierta gratitud, contemplar la belleza y majestuosidad de la naturaleza despierta asombro, contemplar el hecho de que no estaremos aquí para siempre (de la forma correcta y sana) despierta propósito y vitalidad.
Las enseñanzas judías están repletas de referencias a ideas y practicas meditativas. La Torá nos enseña “No te dejes arrastrar por tus pensamientos y deseos negativos”. Pirkei Avot, una colección de sabias enseñanzas de nuestros sabios nos dice: “¿Quién es fuerte? Aquel que domina y controla su mundo interno negativo” (4:1). Y el Rey David enseña que nuestro crecimiento espiritual y personal tiene que hacerse con alegría.
La alegría no depende de circunstancias externas. Es un estado mental, una perspectiva de la vida.
En hebreo, la palabra para estar alegre es besimjá, la alegría no depende de circunstancias externas. Es un estado mental, una perspectiva de la vida. El Baal Shem Tov, el fundador del jasidismo, señaló que las letras de la palabra besimjá, "en alegría", también forman la palabra majshavá 'pensamiento'. Tu alegría depende por completo de cómo piensas.
Calmar tu mente no es sólo un camino para encontrar paz y alegría, es la clave para revelar tu esencia Divina, tu alma. En hebreo, la palabra para 'aliento' es neshimá, que tiene la misma raíz que la palabra neshamá, 'alma'. La Torá enseña que Dios infundió en Adam y Javá un alma divina insuflando de Su propia esencia para darles a ellos vida y vitalidad. Al enfocarnos en nuestra respiración y la fuerza de vida que nos da, podemos llegar a conectarnos con nuestra alma Divina.
Desde los ashram en India a monasterios en Tailandia, excursiones por el Himalaya y artes marciales en una playa coreana, hice un largo viaje para descubrir que lo que estaba buscando estaba todo el tiempo en casa.
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