En guerra durante elul

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Ki Tetzé (Deuteronomio 21:10-25:19 )

 “Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos…” (Devarim 21:10).

Todos estamos en guerra contra un enemigo feroz. El Jovot Halevavot (Sháar Ijud Hamaasé, cap. 5) describe esta batalla con la siguiente historia:

Un hombre piadoso se encontró con un grupo de soldados que volvían triunfantes de una gran batalla, emocionados por la victoria.

─Han vuelto victoriosos de una lucha menor ─les dijo─. Ahora prepárense para la batalla importante.

─¿Y cuál es esa batalla importante? ─le preguntaron.

─La guerra interior, contra de la inclinación al mal. Esa es la guerra principal. Acaban de volver de tres semanas de intensa lucha y el enemigo ha sido derrotado. Pero la lucha contra la demencia del iétzer hará nunca termina. Incluso después de 100 derrotas, nunca te deja tranquilo. La batalla es constante. No descansará hasta haberte matado. Apenas bajes la guardia, te golpeará e intentará destruirte por completo.

─En una guerra típica hay una línea de fuego. En ocasiones estás rodeado, pero por lo menos sabes dónde está el enemigo. Sin embargo, el iétzer hará es un experto en disfraces. Sabe cómo enmascarar las ilusiones para que parezcan realidad, cómo racionalizar el mal para que parezca que es el bien. Es tan engañoso que sabe cómo hacer que te dañes a ti mismo y a tu familia sin que te des cuenta.

Estamos en medio del mes de Elul, y es el momento de intensificar la lucha contra el iétzer hará y reabastecer nuestra reserva de armas.

El primer plan de ataque del enemigo es derrumbar nuestro sentido de responsabilidad personal y hacer que lo depositemos en manos de otras personas. Uno piensa: “Que mis maestros me inspiren” o “Que mi rabino me diga sobre qué tengo que trabajar”.

Deja de esperar que alguien te diga qué tienes que cambiar durante elul. Eres responsable de ti mismo. Debes hacer la introspección necesaria, conectarte contigo mismo, y determinar en qué tienes que trabajar. Como dice la Mishná: “Im ein aní li, ¿mi li? - Si yo no estoy para mí, ¿quién lo estará?” (Pirkei Avot 1:14). Nadie puede ayudarte a crecer a menos que asumas la responsabilidad por ti mismo. Tus maestros pueden darte las mejores herramientas del mundo para la auto-transformación, pero si no asumes la responsabilidad por tu propia vida, las dejarás en el armario.

Debes aclarar qué significa para ti la vida. ¿Qué quieres lograr este nuevo año? ¿Qué estás comprometido a trabajar? Si no tomas estas decisiones, te engañarás fácilmente pensando que te preparas para Rosh Hashaná como corresponde, escuchando algunas clases inspiradoras de musar y esperando que, de alguna forma, esos grandes rabinos te hagan grande a ti.

Nadie puede hacerte grandioso. Nadie puede convertirte en un lamdán (un estudiante analítico de la Torá) ni en alguien que sabe el Shas. No hay atajos, eres el único responsable de tu propio crecimiento y estudio. Fortalécete y deja de apoyarte en los demás. Nadie puede hacerlo por ti.

Juicio y amor

El mes de elul presenta una paradoja. Por un lado, es el tiempo de aní ledodí vedodí li - yo soy de mi Amado y mi Amado es mío, un acrónimo de elul. Es una época en la cual sentimos el intenso amor y la cercanía de Hashem. Sin embargo, elul es también el tiempo para prepararse para Rosh Hashaná, cuando se abren el Libro de la Vida y el Libro de la Muerte y el Rey del universo nos juzga, decidiendo quién vivirá y quién morirá, quién tendrá cáncer y quién sanará, quién será aplastado en un accidente y quién sobrevivirá. Aparentemente hay una contradicción entre aní ledodí vedodí li y el Día del Juicio. ¿Cómo se relacionan?

El Ramjal encapsula en un solo párrafo el sentido de nuestra existencia y, al hacerlo, nos da la respuesta. En Dérej Hashem (1:4:6) escribe: “El objetivo fundamental del servicio a Dios es que el ser humano se dirija constantemente a su Creador, para comprender que fue creado con el único objetivo de apegarse a su Él…” Todo lo que nos ocurre en este mundo tiene un único objetivo: que nos acerquemos a Dios; que sintamos que “yo soy de mi Amado y mi Amado es mío”. El judío entiende que todo lo que Hashem hace es para su bien; es una expresión de Su amor. Todo juicio, ya sea una ganancia inesperada o una bancarrota, es exactamente lo que necesitamos para acercarnos a Él. Aní ledodí vedodí li, si amas a Dios y aprecias que es tu Padre, entonces vedodí li, verás que Dios te ama y que todo lo que hace es para tu bien. Pero si no aprecias lo que Hashem ha hecho por ti y, en cambio, tienes quejas, creerás erróneamente que no te ama.

El Ramjal describe el objetivo de la guerra contra el iétzer hará: El hombre sólo fue puesto en este mundo para superar a su inclinación al mal y subyugarse a su Creador mediante la fuerza de su intelecto. Debe superar sus deseos y tendencias físicas, y dirigir todas sus actividades hacia el logro de este propósito [de acercarse a Dios]” (Ibíd.). De nosotros depende elegir aferrarnos a Hashem derrotando a nuestro iétzer hará y elevándonos sobre las vanidades y la confusión del mundo.

El estudio de la Torá

A continuación, el Ramjal identifica el arma principal que Hashem nos dio para luchar contra el iétzer hará y lograr nuestro objetivo: “Dios nos dio un medio que es mejor que cualquier otra cosa para acercar al hombre a Dios, y este es el estudio de la Torá” (1:4:9). No hay nada más poderoso que estudiar las instrucciones de Hashem para la vida. Estas son las palabras de nuestro Creador.

Pero el Ramjal puso condiciones: “Para quien las lea con santidad y pureza, con la intención adecuada de cumplir la voluntad de Hashem, estas palabras tendrán la propiedad única de hacer que quien las lea incorpore en sí excelencia y la mayor perfección”. Debemos estudiar Torá con santidad y pureza, lo que significa que nuestro estudio debe ser lishmá, puro, en nombre del Cielo. Nuestra motivación para acercarnos a Dios no puede estar mezclada con el deseo de aprobación o la necesidad de amoldarnos a la presión social.

Elul es el momento para examinar tus objetivos e intereses. ¿Por qué estudias Torá? Asegúrate de hacerlo por las razones correctas. Mantenlo puro.

Y, por último, estudia Torá con la intención de cumplir la voluntad de Dios. Como decimos en nuestras plegarias diarias, en la segunda bendición antes del kriat Shemá: “Permite a nuestros corazones entender y elucidar, escuchar, aprender, enseñar, respetar, hacer y cumplir todas las palabras de Tu Torá con amor”. El estudio de la Torá no tiene sólo el objetivo de estimular el intelecto. El objetivo es absorberla en todo tu ser y vivirla. El estudio de la Torá debe cambiarte y acercarte a Dios. Si tu intención no es cumplir lo que estudias, puedes saber muchísima Torá, pero no eres más que un burro cargando libros. Tu conocimiento no ha penetrado a la esencia de tu ser.

El shofar suena, te acercas a Iom Ha-din, el ‘Día del Juicio’. Estás en guerra. El enemigo está en la puerta. Ahora es el momento de fortalecer tu decisión de luchar la gran batalla contra el iétzer hará. Es hora de asumir la responsabilidad por cada aspecto de tu vida, de reconectarte al amor constante de Hashem y de intensificar tu determinación para estudiar Torá con pureza, para cumplir la voluntad de Hashem. Nadie puede hacerlo por ti.

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