En la mayor parte del mundo occidental, todos los días sigue siendo el 6 de octubre

22/09/2024

6 min de lectura

¿Cuántas veces más cerraremos los ojos ante el verdadero genocidio?

El terror se mezcla fácilmente con lo ordinario y lo natural. Las cámaras de gas de Auschwitz se encontraban en un bosque rodeado de altos árboles y flores. Una fotografía de la época muestra a un joven judío húngaro (quizá no mucho mayor que mi hija) cortando una flor y mostrándosela a sus hermanos. Horas (o minutos) más tarde, todos murieron asfixiados en una cámara de gas. Quizás sea precisamente esta extraña naturaleza del genocidio lo que permite que tenga lugar con tan poca resistencia y tan poca atención por parte del mundo exterior.

Después de Auschwitz, el mundo occidental prometió: nunca más. Ahora esto es una perogrullada, por supuesto, significaba que nunca más los alemanes asesinarían a los judíos en Europa en 1944. Sin embargo, el mundo observó encogiéndose de hombros mientras se produjeron los genocidios de Ruanda y Bosnia. ¿Por qué se recordará el año 2003? La mayoría de la gente de mi edad probablemente recordará que en ese año se estrenó la tercera película de "El señor de los anillos". No muchos recordarán que en febrero de ese año comenzó el genocidio de Darfur, que dio lugar a la masacre de 200.000 hombres, mujeres y niños en dos años. Un judío húngaro de Debrecen describió cómo podían oír desde el gueto la música y a la gente bailando en los bares cercanos. ¿Cuántas veces más haremos la vista gorda ante un genocidio?

El sur de Israel es hermoso. Podemos entender por qué los espías Caleb y Iehoshúa regresaron de la Tierra Prometida diciendo que la tierra no sólo era buena, sino "muy, muy buena". De hecho, los jubilados israelíes Bilha y Yakovi Inon dijeron a "Haaretz" seis meses antes del 7 de octubre que su moshav, Netiv Haasará, era "el paraíso en la tierra, cuando está tranquilo". Ellos murieron quemados en su casita de madera durante el ataque de Hamás. Incluso después de 11 meses de guerra, el moshav sigue siendo tranquilo y al visitante sólo le molestan los ocasionales estallidos que se escuchan desde la adyacente franja de Gaza. La mayoría de las casas atacadas fueron reparadas, la plaza de juegos está limpia y ordenada, y en las casas ondean banderas israelíes… y banderas amarillas, recordándonos a los rehenes que siguen prisioneros de Hamás.

En este mes de setiembre participé en una conferencia organizada por el Instituto Danubio y el Foro de Defensa y Seguridad de Israel, llamada "el efecto octubre". Nuestro programa incluía una visita a la zona aledaña a Gaza.

Recuerdo ir caminando por las calles de Netiv Haasará mientras nuestros guías israelíes armados nos contaban con toda naturalidad qué familia había sido masacrada en cuál casa. El calor sofocante del clima desértico contrasta con las historias escalofriantes relatadas con tanta naturalidad. "Miren esa casa", dijo uno de nuestros guías, "el hombre que vivía allí era mi amigo, siempre celebrábamos juntos las festividades. Aquí le dispararon cuando trataba de proteger a sus hijos. Después el terrorista siguió a los chicos heridos hacia la cocina y se bebió su bebida cola. El tercer hermano fue asesinado en la playa de Zikim. En la casa de al lado vive un hombre cuyos dos hijos murieron combatiendo el 7 de octubre. Uno de ellos no tenía pistola, así que salió a luchar con un machete. Le dispararon en el estómago y murió poco después". Un poco más adelante vemos un parque infantil con dos refugios antiaéreos. En el terreno vacío al lado del parque infantil fue donde aterrizó uno de los parapentes de Hamás. Allí murió un israelí en un tiroteo con los terroristas. Obviamente es mi imaginación, pero es como si pudiera ver las huellas de la lucha en la arena.

Nuestra generación actual es una débil generación europea. Mi madre nació durante la revolución húngara de 1956 y los tanques soviéticos estaban en nuestra calle cuando ella era una recién nacida. Pero mi generación ni siquiera sabe empuñar un arma. Mi único consuelo es que la situación es todavía peor en Europa Occidental. Ellos no sólo no saben empuñar un arma, sino que ni siquiera pueden identificar la amenaza que representa el islam radical. Mientras tanto, caminamos por las calles de Netiv Haasará bajo un calor sofocante. Los sonrientes habitantes israelíes del moshav pasan a nuestro lado en sus autos y saludan a nuestros escoltas. A pesar del calor, el perro de una familia judía húngara local nos acompaña todo el camino. Pienso en las palabras de Vladimir Jabotinsky a la juventud judía: la primera lección es aprender a disparar. Hoy en día, su sermón podría dirigirse a todos los jóvenes europeos.

La inmigración masiva ha cambiado el rostro de Europa. Esto no quiere decir que todos los inmigrantes sean malos, pero estaríamos ciegos si ignoráramos las crecientes tensiones sociales, étnicas y religiosas y los desafíos a la seguridad que trajo a Europa la inmigración masiva en las últimas décadas. Como muchos han señalado a menudo, una de las primeras víctimas de esto son los judíos de Europa. En el 2020, el gobierno francés declaró que se estimaba que entre 30.000 y 50.000 salafistas franceses estaban vinculados a unas 140 mezquitas salafíes del país. No todos los salafistas son terroristas, pero muchos de ellos lo son. En el 2019, Hezbollá tenía más de mil miembros sólo en Alemania. De acuerdo con un artículo del año pasado, la agencia de inteligencia interna alemana estimaba que unas 450 personas en Alemania respaldaban a Hamás. Algunos de ellos habían participado activamente en planes para atacar a judíos alemanes. La Guardia Revolucionaria Iraní tiene incluso una sección dedicada a atacar a los judíos de la diáspora.

Esto no ocurre sólo en Alemania. Las fronteras europeas están abiertas de par en par, por lo que las ideas extremistas se propagan sin control. Incluso en un país con una estricta política migratoria como Hungría, pueden aparecer partidarios del terrorismo. Es sabido que algunos de los integrantes del atentado de París en el 2015 fueron recogidos por sus amigos en Budapest. De acuerdo con un informe publicado el pasado octubre por el servicio secreto húngaro, entre los migrantes que llegan a la frontera húngara hay miembros de Al-Qaeda, el Estado islámico, Hamás y el servicio secreto Talibán. "Debajo, detrás y dentro de todo lo que este hombre daba por sentado, algo horrible ha estado creciendo", escribió Chuck Palahniuk, y sus palabras son ciertas para la mayoría de los liberales de Europa.

Pilas de autos quemados y dañados en el sur de Israel (Foto del autor)

Después de Netiv Haasará, visitamos Tekuma, donde en un descampado fueron apilados los cientos de autos quemados y dañados durante el ataque de Hamás, formando una fila que aparentemente interminable de óxido, ceniza y dolor. En una placa cerca de la entrada, se ven los rostros de jóvenes israelíes. Las familias colocaron allí esas fotos para recordar a israelíes y extranjeros que para ellos el tiempo se detuvo ese día de octubre. En el centro de la zona arenosa se alza la palabra Izkor, una inscripción habitual en los monumentos conmemorativos del Holocausto, que significa "recordarás". Alguien comenta que los coches apilados se parecen un poco a las pilas de zapatos de Auschwitz. Las comparaciones no acaban allí. Los refugios antiaéreos del sitio del festival Nova (pequeños y oscuros agujeros de hormigón), me recuerdan a las cámaras de gas que vi en el museo del campo de exterminio. Probablemente en ningún otro lugar desde 1944 mataron a tantos judíos en tan poco tiempo.

Izkor – Recuerda

Alrededor del escenario principal del festival, el viento del desierto sopla pacífico y silencioso entre los árboles, y el paisaje es asombrosamente calmo y hermoso. Estos campos y carreteras fueron coto de caza de Hamás el 7 de octubre. Puedo ver los agujeros de bala en la corteza de los árboles. La tierra está empapada de sangre judía. Aquí todo el mundo está en silencio. Aparte de los pasos de la gente que camina entre las fotos de las víctimas y las ráfagas de viento que agitan las banderas israelíes, sólo se oye el sonido del shofar, tradicionalmente tocado por los judíos mizraji en los funerales.

Al regresar a Tekuma conocemos al padre de una de las víctimas. Ben Shimoni, de 31 años, rescató a nueve personas de la fiesta antes de que las balas de Hamás convirtieran a su auto en un colador, con otro israelí adentro. El padre recuerda los actos heroicos de su hijo con su rostro casi imperturbable. Por supuesto, la prensa lunática del mundo occidental sólo lo ve como el "ocupante sionista". ¿Qué aprenderemos del sufrimiento y del sacrificio de Ben y de tantos otros?

Jeff Ballabon, uno de los participantes del congreso, un experto estadounidense en medios de comunicación y políticas públicas, señala que "en todas partes de los Estados Unidos y en gran parte de Europa sigue siendo el 6 de octubre". El líder de Hamás, Yahya Sinwar, pasó sus años de prisión en Israel estudiando sobre la historia judía y el Holocausto. Su comportamiento me recuerda al de Adolf Eichmann, que se preparó estudiando el sionismo para cuando pudiera deportar a los judíos europeos a las cámaras de gas en vez de a la Tierra Santa. Sinwar aprendió la lección del Holocausto, sólo que de uno diferente.

¿Cuándo aprenderá Europa?


Este artículo fue originalmente publicado en "Hungarian Conservative"

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Mario Eva
Mario Eva
4 meses hace

Europa aprenderá muy pronto sus graves errores que está cometiendo todos lo veremos, lastima que cuando pidan ayuda quien se las va a dar.

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