Enfrentando mi problema de infertilidad en Rosh Hashaná

4 min de lectura

Con el nuevo año se abren nuevas oportunidades para el cambio y el crecimiento, y nuevas oportunidades para que nuestras plegarias obtengan respuesta.

"¿Hay mellizos en tu familia?"

La primera vez que me formularon esta pregunta aparentemente inofensiva, no supe cómo responder. ¿Tenía que comenzar a explicar mi historia personal de infertilidad, sufrimientos y eventual redención? ¿Tenía que responder simplemente "no"? Durante muchos años me cuidé de no hablar abiertamente de mi experiencia debido a mi naturaleza privada y mi miedo a la vulnerabilidad. Pero eventualmente llegué a entender que tenía una oportunidad de transformar mi propio desafío en algo positivo, disminuir el estigma que rodea al tema de la infertilidad y educar a otros para que se tome consciencia sobre la prevalencia de la infertilidad en la comunidad judía y en el mundo en general.

En el mundo judío tradicional, existe un fuerte énfasis cultural en la familia, las festividades, y el mandamiento de la Torá de ser fructíferos y multiplicarnos. Rav Baruj Finkelstein y Mijal Finkelstein, explican en su libro The Third Key (La tercera llave) que la pareja infértil sufre en seis áreas:

Espiritualmente (por sentirse vacíos y no realizados)

Socialmente (Experimentan alienación y soledad de sus pares que tienen hijos)

Teológicamente (se preguntan: "¿Acaso Dios me está castigando?")

Psicológicamente (sienten celos y enojo hacia amigos, vecinos y hermanos fértiles, así como culpa por tener estas emociones)

Físicamente (se ven sometidos a tratamientos invasivos, drogas y procedimientos)

Interpersonalmente (el matrimonio se ve sumamente afectado y, a menudo, la intimidad se ve dañada)

(Y yo agregaría "económicamente")

Algunas parejas experimentan infertilidad secundaria, la dificultad de volver a concebir, lo cual puede traer una impresionante desilusión.

Durante mis desafíos con la infertilidad, desarrollé la idea de comenzar Nafshi, una organización de bienestar judío. Quería ayudar a dar a la gente una sensación de comunidad y apoyo y proveer a los judíos con una plataforma para el desarrollo y el bienestar personal a través de las lentes de una experiencia judía significativa. Sin embargo, mi energía y mis recursos estaban tan enfocados en mi infertilidad, que estaba agotada y en la práctica fui incapaz de llevar mis sueños a la acción.

Trabajé con especialistas en fertilidad sumamente calificados, y probé todos los enfoques, tanto físicos como espirituales, para lograr el objetivo de concebir un hijo. Comencé a efectuar mis propias investigaciones, lo que me llevó a adoptar un enfoque holístico del cuerpo. Probé nuevas dietas y muchas vitaminas novedosas. Hice acupuntura y comencé a ir a un quiropráctico.

En el reino espiritual, comencé a recitar regularmente Salmos y recibí bendiciones de muchos rabinos sagrados. Comencé a enfocarme intensamente en un nuevo enfoque de la plegaria y comencé a practicar hitbodedut, hablar con Dios en voz alta y con mis propias palabras. Sara Yoheved Rigler, mi maestra y mentora durante muchos años, me enseñó que existe una conexión entre las palabras hebreas jazán (quien lidera las plegarias) y jazón (visión). A través de la fuerza de las visualizaciones, de pensamientos y lenguaje positivo, nuestras plegarias pueden mover mundos, como un atleta que visualiza la victoria antes de cada competencia. Comencé a visualizarme a mí misma embarazada y completa, desbordando de luz y energía positiva. Recé con la creencia de que cuando dedicara mi mejor esfuerzo, Dios me daría lo que estaba pidiendo. Si no me otorgaban lo que pedía, entonces debía aceptar que Dios sentía que eso era lo mejor para mí.

Después de años de esfuerzos personales, al haber llegado al punto en el que fui capaz de ceder al control, recibí una llamada del médico con buenas noticias: estaba embarazada.

Nuestra emoción ante la noticia positiva nos impulsó a mí y a mi esposo a desear ayudar a otros que también ansiaban tener hijos. Finalmente estábamos listos para comenzar con Nafshi, nuestra organización de bienestar judío que comenzó en el verano del 2017.

Ahora falta poco para el nuevo año judío. La lectura de la Torá y de la Haftará del primer día de Rosh Hashaná se refieren al tema de la infertilidad. La Torá comienza describiendo cómo Dios recordó a Sará y ella concibió y dio a luz a un hijo. Previamente, Sará era incapaz de concebir y deseaba con desesperación tener un hijo. La Haftará describe a Janá, quien también tuvo dificultades para concebir. El texto revela su plegaria angustiada por tener un hijo y su promesa de dedicar el niño al servicio de Dios durante toda su vida. Nuestros Sabios enseñan que en Rosh Hashaná Dios respondió tanto a las plegarias de Sará como de Janá, y también de nuestra matriarca Rajel, y cada una de ellas concibió y dio a luz un hijo (Talmud de Babilonia. Rosh Hashaná 11a).

¿Por qué leemos en Rosh Hashaná sobre los problemas de infertilidad de Sará y de Janá? Estas lecturas vienen a transmitir importantes mensajes a todo el pueblo judío, no sólo a las mujeres que tienen dificultades para concebir. La palabra hebrea para año es shaná, lo que también se puede traducir como "cambio" o alternativamente como "dormir". Cuando nos reunimos en la sinagoga en los días previos a Rosh Hashaná, y en la festividad misma, escuchamos el shofar. Su poderoso sonido viene a despertarnos de nuestro adormecimiento, es decir de nuestra rutina. Nos recuerda que con el nuevo año vienen nuevas oportunidades de cambio y crecimiento, nuevas oportunidades para que nuestras plegarais reciban respuesta, tal como las plegarias sinceras de Sará y de Janá fueron respondidas en este día auspicioso. En Rosh Hashaná las puertas del Cielo están abiertas de par en par.

Entonces, ¿qué respondo cuando alguien me pregunta si hay mellizos en mi familia? Sonrío, reflexiono sobre mi crecimiento personal y mi fuerza interior, y respondo con una fuerza renovada: "Gracias a Dios ahora hay mellizos".

Consejos prácticos para parientes y amigos de quienes enfrentan la infertilidad:

  • No preguntes directamente sobre la infertilidad, porque quizás no desean compartirlo. Trata de estar disponible si desean hablar. Escucha y empatiza. Siente su dolor.

  • Invita para las festividades a parejas sin hijos.

  • Reza por los demás.

  • Siempre otorga a los demás el beneficio de la duda. Nunca conocemos toda la imagen ni los desafíos que existen por debajo de la superficie.

  • A padres, abuelos, amigos y vecinos: no formulen demasiadas preguntas.


Una versión de este artículo fue publicada previamente en el "Dallas Jewish Monthly"

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