Enojo errado

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Shminí (Levítico 9-11 )

Al octavo día de la inauguración del Mishkán, el Tabernáculo, debía tener lugar una celebración cuando la Gloria Divina apareciera y descendiera un fuego, simbolizando que fueron aceptados los sacrificios. Sin embargo, la euforia se transformó en tragedia porque el fuego descendió, pero consumió a los hijos de Aharón, Nadav y Avihu, que habían ofrendado un fuego extraño en el altar.

Aharón se mantuvo en silencio. La ceremonia debía proseguir tal como estaba planeada. Las regulaciones habituales de duelo se suspendieron. Moshé le informó a Aharón que él y sus otros hijos tenían que comer de las ofrendas de harina y de paz tal como estaba previsto, pero no mencionó nada específico respecto a la ofrenda de pecado. Al descubrir que quemaron todo el animal y no lo comieron, Moshé expresó su enojo.

Aharón defendió la decisión, argumentando que tras todo lo que habían experimentado ese día, Dios no hubiera deseado que ellos comieran de ese sacrificio. A Moshé le agradó el argumento de Aharón. Los Sabios explican que Moshé conocía la ley respecto a que ellos no debían comer de la ofrenda de pecado, pero lo había olvidado. El Midrash (Vaikrá Rabá 13) identifica esta como una de las tres veces en las que Moshé se enojó y en consecuencia olvidó una ley.

Otro Midrash (Sifra) registra una disputa fascinante entre dos Sabios respecto a la secuencia del problema. ¿Fue el enojo de Moshé lo que provocó que se equivocara o fue su error el que provocó que se enojara? Janania ben Iehudá argumenta que el enojo de Moshé llevó a su error. Sin embargo, Rabí Iehudá cuestiona este análisis, porque si no fuera por su error, él nunca se hubiera enojado. El error llevó al enojo y no a la inversa.1

No queda claro cuál de los sabios tiene la razón respecto a Moshé. Sin embargo, para el mensaje psicológico no precisamos elegir un ganador. Ambas cosas son ciertas. El enojo provoca errores y a la vez, su raíz son los errores. El hecho de que el enojo provoca errores es bastante obvio. Cuando nos enojamos, tendemos a hablar o a actuar de formas que más tarde lamentamos. Los errores provocados por el enojo destruyen carreras, dañan las relaciones y devastan familias.

Quizás menos aparente pero más importante, es que el enojo también tiene sus raíces en los errores. Algunos argumentan que no pueden controlar la forma en que sienten. Las emociones simplemente tienen lugar sin ningún control consciente. Pero cada vez hay más evidencia que indica lo contrario. Nuestros pensamientos, creencias, expectativas, percepciones y actitudes impactan la forma en que sentimos. Un principio básico de la Teoría Cognitiva-conductual (CBT) es que al trabajar para identificar, desafiar y cambiar nuestros procesos de pensamiento, podemos cambiar nuestras experiencias emocionales para que sean más sanas.2

Los pensamientos que llevan a una ira insalubre casi siempre están errados. Son aquello a lo que nos referimos como distorsiones cognitivas o creencias irracionales. Si bien debemos ser cuidadosos al criticar a Moshé, siguiendo a los dos Midrashim previos por lo menos podemos tratar de vislumbrar una lección para nuestro propio crecimiento. En el caso de Moshé pareciera que su error fue que no recordó todos los hechos del caso y saltó a la conclusión de que los otros estaban equivocados.

¿Somos proclives a saltar a conclusiones, hacer juicios antes de tener todos los datos necesarios? ¿Les gritamos a nuestros hijos, hermanos, padres, amigos, compañeros de trabajo o empleados antes de aclarar toda la historia? Si es así, vale la pena trabajar en entrenar a nuestro cerebro para que se detenga, examine la situación desde todos los puntos de vista y formule a los demás preguntas que permitan aclarar lo ocurrido. Al cambiar nuestros pensamientos erróneos, podemos cambiar nuestras emociones y ayudar a evitar las consecuencias que las emociones insalubres tienen sobre nuestras relaciones.


NOTAS

  1. Ver Or haJaim para un análisis completo del Midrash. Ver también Rav Dr. Abraham Twerski: "Twerski on Chumash".
  2. Para más información sobre la interacción entre pensamiento y emoción, ver: “Cognition and Emotion: From Order to Disorder” de Mick Power Tim Dalgleish.
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Elena
Elena
12 días hace

Este artículo es fascinante, hoy en día se a disparado de forma alarmante los niveles de la ira,no sabemos si es por la alimentación, el medio ambiente tan contaminado, por la contaminación electromagnética, etc, debería existir una entidad como Alcohólicos Anónimos, pero que se especialicen en la ira, gracias

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