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Como un doloroso cumpleaños me obligó a enfrentar la mortalidad.
En el trabajo me conocen como la “Reina de los cumpleaños”. Yo soy profesora, y estoy dedicada a honrar a cada maestra de mi escuela en su cumpleaños.
Poco antes de mi cumpleaños, escuché un desgarrador llanto afuera de la ventana de mi salón, seguido por el sonido de sirenas. Mi vecino había fallecido repentinamente. Un día él estaba afuera, regando sus plantas y saludando a nuestros hijos, unos cuantos días después, ya no estaba.
Luego, en el día de mi cumpleaños, un querido amigo de la familia, quien era altruista y dedicado a la comunidad, repentinamente falleció. Él era un individuo sano, se fue sin advertencia. La celebración de mi cumpleaños perdió por completo la importancia y me quedé mirando fijamente el reloj en la pared durante horas. ¿Siempre hizo tanto ruido este reloj?
Estoy envejeciendo, acercándome lentamente a la mortalidad.
Pasé muchas noches sin dormir y largos trayectos en mi coche lidiando con esta cachetada de la realidad. “Ya no tienes 22 años”, susurraba mi cerebro. A pesar de las responsabilidades como esposa, madre y maestra, había olvidado mi edad. De hecho, soy culpable de accidentalmente decirles a los doctores la edad equivocada. Estoy envejeciendo, acercándome lentamente a la mortalidad.
¿Qué puedo hacer con este grosero despertar?
Bueno, para empezar, estoy enfocándome más conscientemente en lograr mi misión única en la vida. Mi esposo y yo fuimos bendecidos con un hermoso matrimonio, pero estoy intentando encontrar formas de ser más considerada. Como madre, estoy intentando estar más presente. Durante años, la maternidad ha sido bastante borrosa. Mis hijos son cercanos en edades y he pasado mis días esquivando objetos voladores y apaciguando berrinches. Simplemente he puesto un pie tras otro, avanzando, sin tomarme completamente el tiempo de disfrutarlos. Estoy tratando de pasar del modo "supervivencia" al modo "conciencia" y de darle a cada niño más atención personal.
He contagiado esta actitud a mis alumnas también. Poco antes de que empezara el año escolar, yo había pensado si debiera continuar enseñando o no. Había días en los que sentía que enseñar era una profesión ingrata y me dolía tener que dejar a mi bebé para dar de mí misma a otros.
He pensado mucho para encontrar mi misión única como maestra y concluí que Dios me ha dado el poder de la empatía. Desde mi solemne cumpleaños, me he enfocado en eso, poniéndome como meta tratar a mis alumnas con mayor empatía y trabajar en inculcar esta característica en ellas también. Estoy tomando más en serio mi rol de moldear a las futuras generaciones.
Finalmente, también me estoy enfocando en mí misma. Estoy dedicando tiempo para trabajar en mi maestría, incluso mientras mis hijos gritan y pelean. Cuando me siento abrumada, me recuerdo que el tiempo no se queda quieto y que puede ser que nunca vuelva a tener esta oportunidad de estudiar.
Estoy intentando llenar mi tiempo aquí con la mayor cantidad de significado posible.
A medida que el tiempo pasa sigilosamente, estoy tratando de no dar ningún momento por sentado. Me incomoda la idea de que nunca sabré cuanto tiempo me queda para vivir en este mundo. Pero estoy intentando llenar mi tiempo aquí con la mayor cantidad de significado posible. Estoy siendo más generosa como esposa. Más presente como madre. Estoy desarrollando valor como estudiante de postgrado y enfocándome en más momentos de enseñanza. Y estoy enfocándome en lo que importa más y lo que importa menos.
Nunca sabemos que traerá la vida, pero uno de los mejores regalos que podemos darnos es reconoces qué es lo que nos hace especiales, tener una respuesta clara a la pregunta: ¿Qué podemos únicamente nosotros lograr en este mundo? Ahora que mis lentes con los que "veía el mundo color de rosa" se rompieron en pedazos, estoy mirando a través de un microscopio, concentrándome en lo que es realmente importante.
Les deseo que todos celebremos futuros cumpleaños felices y con un mejor aprovechamiento de la vida.
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Me llega en el corazón este mensaje, después de un evento en diciembre he aprendido lo importante que es llenar mi vida de las cosas que si son importantes. El contacto con mis hijos, mis mascotas y mis alumnos y pacientes. También ahora disfruto aún más los momentos que tengo para mi sola. Gracias porque hoy este mensaje me llega como confirmación de que voy por buen camino.