Escapando de tu Egipto personal

3 min de lectura

Cómo abandonar aquel lugar estrecho y transformar tu vida.

Les Brown, un orador motivacional, cuenta una historia personal de su etapa en la escuela secundaria, cuando un profesor lo llamó para que resolviera un problema en el pizarrón, y Les le dijo que no podía. “Soy retardado”, dijo.

“¿Quién te dijo eso?”, preguntó el profesor.

Les se encogió de hombros y dijo entre dientes: “La escuela. La escuela dijo que soy lento, que soy retardado. No puedo aprender”.

El profesor se acercó a él, lo miró a los ojos y dijo: “Escúchame. Jamás dejes que la opinión de otra persona forme tu propia realidad”.

Ese fue el momento en que Les comenzó a contarse una nueva historia. Podría simplemente haber olvidado lo que le dijo el profesor, pero, en cambio, eligió usar esas palabras para cambiar sus creencias sobre sí mismo y cambiar radicalmente la dirección de su futuro.

El momento en que comenzamos a “contarnos una nueva historia” sobre nuestra vida, es el momento en que nos liberamos de las creencias que nos limitan.

Recuerdo estar sentada en la librería, tarde en la noche, durante mi etapa universitaria, y toparme con esta cita de Helen Keller: “La vida es, o una intrépida aventura, o absolutamente nada”. Hasta ese momento creía que la vida era como una serie de desafíos: Sé una excelente estudiante en la escuela primaria. Gana la elección para el consejo estudiantil. Ingresa en una secundaria prestigiosa.

Luego comenzó la serie siguiente de desafíos. Sobresale en la escuela secundaria. Sé una atleta competitiva. Obtén una excelente calificación en el examen preuniversitario. Haz todas las actividades extracurriculares adecuadas. Sé aceptada en una universidad top.

Luego vuelve a comenzar. Ten un promedio alto de calificaciones. Toma todos los cursos indicados. Conoce a todas las personas correctas. ¿Y luego qué? El ciclo iba a continuar repitiéndose: ingresa a una buena universidad para un magíster. Obtén un buen trabajo. Y prepárate para el próximo paso, y el próximo paso.

Miré hacia arriba, hacia la tenuemente iluminada biblioteca, y observé desde el piso hasta el cielorraso, todo repleto de libros que cubrían las paredes, como pilas de posibilidades infinitas. Pensé en las palabras de Helen Keller y, en ese momento, decidí cambiar mi historia. La vida ya no iba a ser una prueba. Ya no iba a ser un ciclo interminable de cumplir con los objetivos de los demás. Yo iba a vivir mi vida como una aventura. No sabía cómo, pero no importaba. Lo que importaba era que toda mi perspectiva cambió esa noche. Mi historia era ahora una aventura, no una prueba.

Entonces, no pensé dos veces si mudarme a Israel inmediatamente después de la graduación, casarme, estudiar un magíster en un país extraño para mí, tener hijos, viajar, aprender, ascender. Y cuando tuve que volver a mi país —después de 14 años en el exterior— decidimos convertir también ese regreso en un capítulo nuevo y excitante de nuestra propia aventura.

En Pésaj, celebramos la gran transformación de nuestra historia como pueblo. Estábamos varados en un lugar estrecho y sin esperanza (Egipto, en hebreo, Mitzraim, significa también ‘lugar angosto’) y Dios nos sacó y expandió nuestras ideas de lo que era posible en nuestro futuro. Dejamos atrás la esclavitud y comenzamos un nuevo capítulo como una nación libre. En el desierto, no podíamos quedarnos en un solo lugar, ni físico ni espiritual. Teníamos que avanzar.

¿Cómo?

No camines lento. En vez de eso, ¡corre! Sin dudas. Una vez que te das cuenta que la historia de ayer es demasiado estrecha para definir lo que quieres ser, haz algo hoy que refuerce tu nueva identidad.

Los judíos en Egipto tuvieron que salir tan rápido que su pan no tuvo tiempo para leudar. La matzá que llevaron con ellos simboliza su entusiasmo y velocidad, un fuerte compromiso para comenzar una nueva travesía.

Les Brown lo hizo en ese momento, cuando se levantó y caminó hacia el pizarrón, a pesar de las devastadoras etiquetas de su pasado. Yo lo hice mudándome a Israel a pesar de que eso no era parte del guion que estaba escrito para mi vida. Si hubiese dudado, si lo hubiera postergado para el momento “indicado”, me habría quedado varada en mi vieja historia.

La libertad por la cual continuamos agradeciéndole a Dios hasta el día de hoy, es la capacidad de avanzar sin esperar las condiciones “perfectas”. La capacidad de correr. De crecer. De progresar. De cambiar nuestras historias y de ver nuestras vidas como las intrépidas aventuras que realmente son.

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