Esperando la llegada del Mashíaj

06/02/2023

4 min de lectura

¿Hay alguna obligación de esperar la llegada del Mashíaj o de hacer algo para que llegue?

¿Hay alguna obligación de esperar la llegada del Mashíaj o de hacer algo para que llegue? ¿O es acaso la llegada del Mashíaj sólo un concepto general, algo que sabemos que un día ocurrirá pero que no es realmente relevante en nuestras vidas cotidianas?

El Rabino de Aish responde:

Muchas gracias por presentar un tema tan importante.

Está claro que creer en el Mashíaj (Mesías, literalmente 'el ungido'), debe ser más que una idea vaga que no forma parte de nuestras experiencias cotidianas. El Talmud dice que una de las primeras preguntas que le formulan a la persona cuando muere es si esperó con ansiedad la llegada del Mashíaj (Shabat 31a).

"Esperar con ansiedad" (en hebreo tzipita, 'esperar', 'ansiar'), claramente implica que esto debe ser una creencia activa, relevante y no una idea vaga y distante. Aunque en la Torá no hay una mitzvá específica de anticipar la llegada del Mashíaj, claramente esto es algo fundamental para el judaísmo.

Maimónides (Hiljot Melajim 11:1) escribió que quien no cree que vendrá un redentor o que no espera su llegada, niega varias profecías de la Torá, además de muchos versículos de los Profetas. La Torá dice explícitamente que un día Dios hará volver a todos los exiliados (Deuteronomio 30:3-5). Y el profeta no judío Bilaam habló de un futuro salvador que gobernará sobre las naciones del mundo (Números 24:17-18).

Ahora bien, ¿cómo podemos lograr esperar al Mashíaj "con ansias"?

En verdad se trata de reconocer la terrible carencia que hay en el mundo actual. Vivimos un momento en la historia en el cual la mayor parte de la humanidad no conoce realmente a Dios. El hombre está alejado de Dios, Su presencia está oculta. En el mundo actual hay mucho sufrimiento y mucha crueldad sin sentido, porque el hombre sigue los caminos del mal. Por eso esperamos el día en el cual el honor de Dios sea restaurado y el mundo se una a Su servicio. El pueblo judío regresará por completo a Israel, servirá plena y sinceramente a Dios y guiará a la humanidad para que retorne a Dios. (Puedes leer más sobre el tema en este artículo sobre la Era Mesiánica).

¿Qué significa esto en la práctica? Irónicamente, no demasiado. Debemos sentir tristeza por el estado del mundo y esperanza por el retorno de Dios. Sin embargo, esperar al Mashíaj no es una actividad tan activa como lo es cumplir la voluntad de Dios y hacer del mundo un lugar más digno de la llegada del Mashíaj.

Por cierto, todavía mejor es vivir en la Tierra de Israel, preparar la Tierra para el retorno de la Presencia Divina. Sin embargo, anticipar la llegada del Mashíaj no implica tratar de hacer algo precipitado para acelerar su llegada, como intentar apoderarse del Monte del Templo o provocar un gran enfrentamiento entre Israel y sus enemigos. Simplemente debemos prepararnos a nosotros mismos y al mundo (lo cual no es algo sencillo). Dios decidirá cuándo es el momento adecuado.

De hecho, el Talmud dice que el Mashíaj llegará con "hesej hadaat", cuando 'no estemos pensando en él' (Sanedrín 97a). Debemos esperar que llegue y anhelar su llegada, pero no debemos emocionarnos demasiado prediciendo exactamente cuándo llegará ni buscar señales de su llegada en cada pequeño evento. El Talmud (Sanedrín 97b) dice claramente que no debemos tratar de averiguar la fecha exacta de la llegada del Mashíaj (aunque es cierto que muchos grandes Rabinos, incluso el Talmud mismo, intentaron hacer exactamente eso).

En cambio, debemos vivir normalmente, con responsabilidad, como si fuéramos a permanecer en el exilio durante muchos años más. De hecho, cuando comenzó el exilio Babilonio, que sabían que duraría sólo 70 años, el profeta Jeremías envió cartas a los exiliados advirtiéndoles que debían asentarse, construir casas, formar familias, y ser buenos ciudadanos en sus nuevos países (Jeremías 29). Nunca debemos olvidar que estamos en exilio, pero también hay un tiempo para adaptarnos a esa realidad. Lo mismo hoy en día, a pesar de lo mucho que esperamos que termine el exilio, debemos seguir planeando nuestro futuro como si la vida dependiera de nosotros, sin esperar que una figura sobrehumana esté esperándonos a la vuelta de la esquina para salvarnos de nuestros problemas y pagar nuestras cuentas. Eso sin duda ocurrirá cuando llegue el momento, pero hasta entonces, debemos vivir como si la vida fuera a continuar como siempre ha sido, y planear de forma acorde.

En la historia judía hubo períodos en los que los judíos se emocionaron frenéticamente ante la inminente llegada del Mashíaj. (El debacle de Shabtai Tzvi, sin dudas, es el ejemplo más notable. La gente literalmente vendió todo lo que tenía con la expectativa de ser mágicamente trasladada a la Tierra de Israel). Invariablemente, esa ansiosa expectativa siempre terminó en desastre, cuando esas esperanzas mesiánicas se desvanecían.

Como resultado, el camino judío es más bien una anticipación discreta. Maimónides describe la llegada del Mashíaj como un proceso gradual y natural, casi prosaico. De hecho, a medida que el proceso se vaya desarrollando, los judíos eruditos observarán con paciencia y algo de escepticismo, hasta que les quede claro que la misión del Mashíaj se ha cumplido con éxito (Hiljot Melajim 11:3-4). Ya nos hemos quemado varias veces, por ende, la mejor política es esperar con todo nuestro corazón que el Mashíaj llegue pronto, pero dejar que nuestros cerebros determinen cuándo realmente ha llegado.

Quiero agregar algo importante. Aunque tenemos que adaptarnos a nuestra vida en el exilio y planificar con responsabilidad, nunca debemos perder esa chispa de entusiasmo por la llegada del Mashíaj. Tenemos que anhelar la llegada de ese día, no con imprudencia, sino con esperanza y anticipación. Y esto debe marcar una diferencia en nuestras vidas. Una fuente clásica instruye que no se deben construir casas de ladrillos en la Diáspora, porque debemos considerar que nuestra estadía allí es algo temporal (Tzaavat Rav Iehudá HaJasid, citado en Pitjei Teshuvá, Ioré Deá 179:4). Yo escuché de personas que también se negaron a comprar una casa en la Diáspora, y prefirieron pagar alquiler muchos años hasta que lograron hacer aliá a la Tierra de Israel). También es sabido que el sagrado Jafetz Jaim siempre tenía un bolso empacado, listo para cuando tuviera que salir a recibir al Mashíaj. Sabemos que va a llegar y ya no podemos seguir esperándolo, aunque tenemos que hacerlo.

¡Qué el Mashíaj llegue pronto en nuestros días!

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