¿Estamos transformando nuestro grandioso potencial en realidad?

3 min de lectura

Deja de "tener" mucho potencial ¡Realízalo!

Cuando yo tenía 6 años, era considerado como un niño muy listo y gracioso. Respondía a las gracias de los demás, cantaba, juagaba y, como era el hijo y el nieto mayor de toda la familia, cada cosa que hacía era una gran fiesta.

Con el tiempo comencé a escuchar mucho esta frase: “Tú tienes mucho potencial”. Cuando a los 9 años comencé a portear en el equipo infantil de futbol y me repetían "tú tienes mucho potencial", me sentía halagado. Cuando tenía 13 años y empecé a tocar la batería, o escribía poesías y artículos, y me decían "tú tienes mucho potencial", me sentía halagado.

Entre los 15 y los 20 empecé a participar en campamentos, a hablar en público y a dirigir alumnos. Me decían: “tú tienes mucho potencial” y me sentía halagado. Sin duda muy alentador. Pero pensemos, la vida va pasando y los mismos halagos pueden cambiar drásticamente si efecto. Cuando tienes 15 o 18 años y te dicen que tienes mucho potencial, debería ser un halago.

¿Todavía con el potencial?

Ahora tengo 38 años. Si ahora me dicen que tengo mucho potencial, ya no me siento tan halagado, por el contrario, me siento un poco incómodo o hasta confundido. Me pregunto: ¿Qué has hecho con tu potencial? Tengo una capacidad de hablar en público, tengo capacidad artística, tengo capacidad de despertar corazones, tengo la capacidad de estudiar, de enseñar, pero… ¿qué he hecho con eso?

A estas alturas, ya no quiero "tener" mucho potencial, quiero realizar mi potencial, quiero lograr mi potencial, transformar mi potencial, traducir mi potencial en hechos concretos, en hechos medibles. ¿En qué se mide? Pues, podría ser en número de personas cuyos corazones haya despertado e inspirado, en vidas que haya influido para motivar un cambio positivo, en añadir claridad, sabiduría y felicidad a mis semejantes.

Cada persona tiene un proyecto distinto. Para algunos puede ser construir edificios, para otros escribir libros, para algunos otros montar negocios o enseñar algunas habilidades. El punto es ¿cuánto estamos enfocados en transformar nuestro grandioso potencial en realidad?

Y eso, señores, depende de una sola cosa, de la actitud que uno tenga. Depende del enfoque, del chip que uno tenga. Si nos conformamos con tener mucho potencial, probablemente así nos quedaremos. Pero si nos obligamos a realizar nuestro potencial, a conocerlo y explotarlo, probablemente lograremos ser mejores personas y cambiaremos paso a paso.

¿Ser o no ser?

Uno siempre debe preguntarse ¿Quién va a construir las grandes obras que yo puedo crear? ¿Otros? ¡No!, no debemos suponer que otros lo harán. Nuestros sabios enseñan un consejo crucial para formar la actitud de un verdadero luchador: Pero, no tengo a nadie más que a mí mismo “Si yo no estoy para mí, ¿quién lo estará?" (Avot 1:14).

Si yo no tomo responsabilidad en mi vida, de realizar mi potencial para poder estar al servicio de Am Israel, del mundo, de mi país, de quien yo considero importante, ¿qué estoy haciendo en la vida? Hay una responsabilidad importante de convertir este potencial en una realidad, traerlo a un plano real, bajar ese potencial a un plano real o no, es solamente decidirlo y ya, pero el primer paso, y por ende el más importante es decidir, ¡es tomar una decisión!

Nadie es demasiado pequeño

El Talmud (Sanedrín 37a) nos enseña: "Quien salva a un alma de Israel, es considerado como si hubiese salvado a un mundo entero". La vida de cada persona es una gran empresa. No debemos nunca menospreciar el valor de cada pequeña acción, de cada pequeño gesto, de cada labor que uno hace. La grandeza de una persona no se puede medir por la fama que tenga o los aplausos que reciba, sino por el valor intrínseco que tienen sus actos. Por ejemplo, una madre cría y moldea la vida de sus hijos, juega con ellos y les enseña a creer en sí mismos, ¿dudamos del inmenso valor que tiene su esfuerzo? ¡Por supuesto que no!, ese valor se expresa dentro de las cuatro paredes de su casa y se manifestará en el corazón de sus hijos y en los actos que ellos realizarán en el mundo.

Un pequeño acto deriva muchos frutos

Una pequeña semilla tiene el potencial genético de generar miles de frutos. Ese potencial está allí adentro, y la persona que siembre esa semilla y riegue sus raíces será el "dueño" de todos aquellos frutos. Por el simple hecho de haber sembrado una semilla. Un acto sencillo, pero poderoso. Un acto pequeño pero transformador.

Los invito a buscar esas pequeñas acciones equivalentes al sembrado de una semilla. Pequeñas acciones que tienen la fuerza de generar vida y de transformar el más maravilloso de los potenciales en realidad. ¡Adelante! 

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