Este Pésaj encuentra el verdadero poder

3 min de lectura

El poder no se obtiene al conquistar o esclavizar a los demás

La gente quiere sentir que tiene poder. Muchas civilizaciones, incluyendo a los egipcios, lo lograron conquistando y esclavizando a otros. La famosa cita de Julio César, “Vine, vi y vencí”, resume la mentalidad que considera que yo soy poderoso si puedo subyugar a otros.

La Torá nos dice lo contrario. En hebreo Egipto se llama Mitzraim, que tiene la misma raíz que la palabra metzarim y significa 'espacios estrechos'. Una persona que piensa que tiene que cambiar o menospreciar a los demás de hecho se encuentra atascada en un lugar estrecho. Los egipcios tenían un panteón con miles de dioses los cuales supuestamente les permitían controlar el mundo. Ellos idolatraban un dios que los ayudaba a que crecieran las cosechas. Otro dios que hacía que brillara el sol y otro más que les aseguraba un paso tranquilo al mundo venidero. Se pasaban la vida tratando de manipular a las personas y a fuerzas externas para lograr lo que deseaban.

En Pésaj, Dios sacó a los judíos de Egipto y sacó la mentalidad egipcia de los judíos. Alguien que piensa que logrará lo que desea en la vida manipulando a otros, compitiendo con los demás, trabajando en la bolsa de valores y pensando constantemente cómo ganar más dinero, es un esclavo de las maquinaciones de su mente.

El mensaje de Pésaj es que podemos estar atascados en un estado mental sumamente estrecho con cualidades personales negativas, por lo que nos enojamos y perdemos la paciencia cuando no logramos lo que deseamos. Podemos sobrevalorar las cosas materiales y el dinero por encima del hecho de ser honestos, éticos y responsables con las personas que comparten nuestra vida. Podemos ser egocéntricos y envidiosos en vez de valorar que cada uno es único y que tiene un propósito singular para el cual está vivo.

Mi jefe, mi esposo, mis amigos, mis hijos no son la fuente de mi felicidad ni de mi satisfacción. Lo que realmente importa es cómo yo los trato a ellos.

El propósito de la vida no es compararnos con los demás, ni tratar de obtener lo que tienen los otros, ni desear lograr que los demás hagan lo que yo deseo para sentirme bien. Nuestro trabajo es cambiar nuestras actitudes y cambiar nosotros mismos para poder ser libres y contribuir con aquello para lo cual nos pusieron en este mundo. Dios nos liberó de los capataces egipcios para que pudiéramos ser libres y convertirnos en mejores personas que se preocupan y valoran a los demás, que son honestas y éticas y que dan más de lo que toman.

Un mensaje importante de Pésaj es que mi vida no depende de cambiar a quienes me rodean. Mi jefe, mi esposo, mis amigos, mis hijos no son la fuente de mi felicidad ni de mi satisfacción. Lo que realmente importa es cómo yo los trato a ellos. En este mundo, a la única persona que puedo cambiar es a mí mismo. En Pésaj, el mensaje que debemos aprender es que con la ayuda de Dios podemos llegar a ser aquello que deseamos. Esto no depende de nadie más que de mí.

Por lo tanto, la próxima vez que pienses sobre quién “me hizo” enojar, quién “me arruinó el día”, comprende que vivimos en un mundo donde siempre ocurren cosas molestas. Dios se asegura que las encuentres para que tengas la oportunidad de salir de tu estado mental estrecho. En un mundo que enfatiza los derechos, el judaísmo enfatiza cuáles son mis responsabilidades para con los demás, conmigo mismo y con mi Creador. Yo no puedo asegurar que los otros hagan lo que yo deseo, así que eso lleva a que deba asegurar que mi actitud siempre sea de gratitud y valoración y que mis días estén repletos haciendo cosas significativas y trabajando sobre mí mismo para ser feliz con lo que tengo.

Salir de Egipto no fue un simple hecho histórico que ocurrió sólo hace 3.300 años. Es algo que podemos recordar, y realizar, cada día de nuestras vidas.

¡Que disfrutes este Pésaj!

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