Exceso de Equipaje

5 min de lectura

¿Será que tu equipaje emocional está saboteando tus relaciones?

La página de Facebook de Laurie parece como un sueño. Un esposo atractivo, dos niños adorables y ella, una atractiva madre, todos juntos sonriendo en una pose perfecta. Las fotos de sus últimas exóticas vacaciones mantienen a sus amigos al tanto. Tú pensarías que ella vive la más fabulosa de las vidas.

Bueno, piénsalo otra vez.

Laurie me escribió un correo, en el que describía una angustiosa existencia.

Ella escribió:

Crecí en un hogar disfuncional. Mis padres nunca me hicieron sentir amada. No era que hubiesen peleas o discusiones en nuestra casa. Simplemente había… nada. Silencio. Así que yo no sentía nada. Yo debía encargarme de mis hermanos y de la casa, hacer mi tarea y no causar ningún problema. Estaba sola todo el tiempo. Lo único que quería era salir de esa casa y comenzar mi propia vida.

Así que aquí estoy hoy. Tengo un esposo y dos hijos; tengo mi propia vida, pero soy miserable. Cierro mis ojos y me veo como esa pequeña niña, otra vez siendo la que debe preocuparse del resto. Yo hago todo por mi esposo y mis hijos, pero por dentro siento como si todavía estuviese haciéndolo por mis padres. Estoy cansada de hacer siempre cosas para otros. Tengo miedo de que si sigo dando a la gente, voy a perder el sentido de mí misma.

Sí, he ido a terapia. Me han dicho que debo simplemente seguir adelante. Pero no puedo. ¿Qué debo hacer?”.

Le dije a Laurie que me recuerda a los viajeros que veo en el aeropuerto.

Algunos caminan ligeramente con su equipaje y hacen el chequeo fácilmente. Otros llevan maletas abultadas, las cuales necesitan ser reorganizadas porque llevan sobrepeso. Yo observo cómo los bolsos son desplazados; empaquetados y re-empaquetados, hasta que finalmente el cierre de la maleta es definitivamente cerrado.

“Tú estás acarreando sobrepeso y eso te impide avanzar” le dije a Laurie. “Los años pasan y tu sigues cargando con todo ese sobrepeso dondequiera que vas. Has sido bendecida con una hermosa familia pero en vez de disfrutar de tus bendiciones, vas atrás en el tiempo. ¡Te has convertido en una cargadora de equipaje!”.

Es tiempo de que Laurie ordene su equipaje y ponga de lado los viejos dolores y heridas. Ella necesita comenzar a viajar liviana.

“¿Tú sabes lo que pasa cuando cargas exceso de equipaje?”, le pregunté a Laurie.

Ella se quedó en silencio.

“Todo te duele”, le dije. “Te duele la espalda, te duelen los brazos, y te duele también la cabeza. No puedes entender por qué te sientes tan fuera de control. Después de un tiempo ya ni siquiera sabes por qué te sientes tan miserable, ya que esto se ha convertido en tu norma. Tienes que dejarlo ir”.

“¿Pero cómo?”, preguntó Laurie. “Tengo miedo”.

"¿De qué tienes miedo?".

“Tengo miedo de perderme a mí misma; de transformarme en esta persona que está siempre evadiendo sus propias necesidades porque está muy ocupada haciéndose cargo de otros. Eso es lo que me pasó en mi infancia y no quiero que me pase de nuevo”.

Laurie habla por muchos de nosotros.

Nuestros cónyuges e hijos no tienen el tiempo para esperarnos a que hagamos las paces con nuestro pasado.

Nosotros cargamos con viejas heridas que no nos permiten vivir la vida plenamente. Encontramos difícil dejar ir el pasado. Tenemos miedo de sentir dolor nuevamente por las viejas heridas por las que ya sufrimos una vez.

Pero al final, sin embargo, el único que pierde es quien carga el equipaje.

Quien carga consigo resentimiento y rabia nunca es capaz de ver la vida a través de lentes alegres. Está estancado en el pasado y es incapaz de reconciliar su hoy con su ayer.

Nuestros cónyuges e hijos no tienen el tiempo para esperarnos a que hagamos las paces con nuestro pasado. Puede ser que nosotros dejemos de vivir, pero ellos no. Sólo cuando ya es demasiado tarde nos damos cuenta que una gran porción de tiempo se ha ido, y que no volverá jamás.

Si tú deseas una vida “libre de equipaje”, entonces es el momento de tomar una valiente decisión. Resuelve ahora que ha llegado el momento de liberarte de las trabas del dolor.

Da los siguientes tres pasos para conseguirlo:

  1. Haz una lista de todas tus bendiciones; las personas y los momentos que han traído alegría a tu vida. Estudia la lista; mantén una copia en tu billetera y otra en tu velador. Cierra tus ojos e imagina cada punto en tu mente. Trae tu lista a tu memoria. Tómate cinco minutos y revísala cada mañana al levantarte, y en las noches antes de ir a dormir.

  1. Cuando sientas que te estás enfocando en lo negativo, saca esos pensamientos y remplázalos por tu lista de bendiciones. Permítete a ti mismo la paz mental que necesitas para reconocer que Dios se ha preocupado por ti a pesar de las heridas y los desafíos que han amargado tu pasado. Imagínate removiendo el exceso de equipaje y quedándote unicamente con todo lo bueno que hay en tu vida. (Todos tenemos bendiciones en nuestras vidas, solamente necesitamos pensar y apreciarlas).

  1. No tengas miedo de amar. Amar a otro significa que vas a tener que dar, pero eso es lo que nos mantiene unidos a quienes realmente nos importan. No es el “tomar” lo que construye relaciones, sino “la entrega” de nosotros y de nuestros corazones. No te perderás a ti misma; por el contrario, descubrirás un mundo de tierna devoción. Los recuerdos serán remplazados con lealtad, dedicación, y un corazón alegre mientras nutres sus almas.

Durmiendo en el Campamento de Desplazados

Terminé mi conversación con Laurie contándole algo que mi madre compartió conmigo.

Mi madre vivió su infancia en Bergen Belsen, donde sufrió lo inimaginable. Cuando finalmente la guerra terminó, fue llevada a un campamento de personas desplazadas junto con su familia. A pesar de todo lo que había atravesado, ella fue separada nuevamente de sus seres queridos.

Mi madre podría haber elegido revivir los horrores del pasado, al enfocarse en el dolor y la oscuridad. O podía elegir abrazar las bendiciones y la luz.

Ella recordaba la primera noche en ese campamento. Miedo, pesadillas, voces del pasado susurrándole al oído. Hasta esa noche había tenido sólo una dura tabla de madera para dormir; había dormido hacinada con demasiados cuerpos, mientras habían varios más por sobre ella en la litera de arriba. Piojos, parásitos y terror habían sido sus compañeros en Bergen Belsen.

Pero esa noche sintió un poco de consuelo mientras yacía en el heno fresco.

Ahh’, mi madre recuerda haber pensado, ‘¡Estoy durmiendo en un delicioso heno fresco!’

Y desde entonces, cada noche al recostarse a dormir mi madre recuerda ese primer momento de consuelo que tuvo al respirar el dulce aroma de la hierba seca.

Mi madre tenía una elección. Ella tenía la opción de acostarse y revivir los horrores del pasado una y otra vez, enfocándose en el dolor y la oscuridad. Y nadie la habría culpado.

O ella podía elegir abrazar las bendiciones y la luz.

Esa es una decisión que cada uno de nosotros debe realizar en su propio camino.

Requiere fuerza y coraje.

Pero si decides vivir hoy y liberarte de tu pasado, entonces serás finalmente capaz de abrazar el mañana.

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