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A veces una tarea parece tan difícil, abrumadora o incongruente con nuestra personalidad que elegimos mantenernos pasivos. Podemos recibir cierta motivación de frases tales como "fíngelo hasta que lo logres", pero de todos modos nos resistimos porque sentimos que es falso fingir.
En una de las charlas más famosas de Ted y en su libro "El poder de la presencia - Autoestima, seguridad, poder personal: utiliza el lenguaje del cuerpo para afrontar las situaciones más difíciles", Amy Cuddy nos alienta a transformar la frase "Finge hasta que lo logres" en "finge hasta que llegues a serlo". Ella propone esta pequeña pero significativa diferencia basándose en sus investigaciones sobre la postura corporal. Cuando las personas cambian y "fingen" con su postura corporal, pasando de reflejar una postura cerrada y tímida a una postura abierta de poder (piensa en la pose de Superman), se sienten más confiadas, y más dispuestas a actuar con coraje, incluso cambia la química de sus cuerpos. El cortisol (la hormona del estrés) disminuye y la testosterona (la hormona de la asertividad) se incrementa. "Fingir" con la postura corporal no sólo los ayuda a tener éxito, sino que de hecho cambia su personalidad hasta que llegan a convertirse en eso que fingen.
Cuando los hijos de Israel se preparaban para partir de Egipto, recibieron muchas leyes relacionadas con el sacrificio de Pésaj, una de ellas era que estaba prohibido quebrar los huesos del sacrificio. Los comentaristas se preguntan cuál es el significado y la profundidad de este mandamiento. Algunos comentaristas sugieren que no quebrar los huesos refleja la mentalidad de apresuramiento que fue esencial para partir de Egipto. Las personas que están apuradas no tienen tiempo de quebrar un hueso para succionar la médula, sino que comen la carne rápidamente y arrojan el hueso (ver Rashbam y Bejor Shor).
Otros consideran que quebrar los huesos implica un defecto de carácter. Quebrar un hueso para chupar la médula puede considerarse como una señal de glotonería excesiva, algo que refleja una mala cualidad del que come, que degrada el honor que se debe brindar al sacrificio y que cuestiona la validez del sacrificio, que se debe comer cuando uno ya se siente satisfecho.
Dentro del contexto de esta mitzvá, el Séfer HaJinuj presenta su famosa tesis de que nuestra personalidad se ve influenciada por nuestros actos ("ajarei hapeulot nimshajim halevavot"). Adelantándose a la pregunta de su hijo respecto a por qué la Torá nos da tantas leyes relacionadas con el Éxodo, el Séfer HaJinuj explica que el propósito de esta mitzvá, y de las mitzvot en general, es proveernos actos que nos inculquen cualidades de carácter. Al no quebrar los huesos demostramos que nos liberamos de la esclavitud y que tenemos una nueva existencia de libertad. Él considera que no es adecuado que las personas elevadas rompan huesos al comer. Por lo tanto, al salir de la esclavitud, los hijos de Israel deben comportarse como la realeza, incluso si no se sienten reyes. Se los alienta (a ellos y también a nosotros) no sólo a fingir hasta lograrlo, sino a fingir hasta que llegar a serlo.
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