Gino Bartali: La superestrella del ciclismo que desafió a los fascistas

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Uno de los mejores ciclistas de todos los tiempos arriesgó su vida para salvar a miles de judíos.

Gino Bartali fue uno de los mejores ciclistas de todos los tiempos.

Al llegar a la fama cuando el fascismo se difundía por toda Italia, Bartali tuvo que enfrentar una decisión: seguir la ola de populismo de derecha y antisemitismo o resistirse. Bartali escogió resistirse. En los últimos años finalmente salió a la luz el alcance de su resistencia y su trabajo secreto para salvar judíos.

Bartali nació en un pueblo pobre de Italia en 1914. Él ahorró dinero para poder comprar su primera bicicleta a los 11 años y así viajar a la escuela en la ciudad de Florencia. Después de viajar durante años por caminos montañosos, Bartali se convirtió en un ciclista competitivo a los 17 años.

En 1935 se volvió un ciclista profesional y ganó el Giro d’Italia, la principal carrera ciclística de Italia y en 1936 ganó uno de los tres Grand Tour ciclísticos. Y volvió a ganar en 1937. Su régimen de entrenamiento en la montañosa campiña italiana le otorgó el apodo de “el gigante de las montañas”. Felices de que un italiano representara un maravilloso espécimen físico, la Federación de Ciclismo Italiana quiso utilizar a Bartali para probar la superioridad de la “raza italiana”. Lo obligaron a entrar en 1938 al Tour de France, y cuando Bartali ganó también esa carrera, lo presionaron para que dedicara su victoria al líder fascista, Benito Mussolini.

Bartali estaba bajo una presión enorme para dedicar su victoria al líder Benito Mussolini. Pero se negó a hacerlo.

El hijo de Bartali, Andrea Bartali, contó: “Que mi padre ganara el Tour en 1938 era un asunto de orgullo nacional y de prestigio fascista, por lo que lo sometieron a mucha presión” para honrar a Mussolini. Pero Bartali se negó a hacerlo, y Mussolini disgustado le negó cualquier honor o publicidad cuando regresó a Italia.

Ese mismo año, Italia comenzó a institucionalizar una serie de leyes antisemitas, siguiendo el modelo de las infames Leyes de Núremberg. Los judíos fueron excluidos de las escuelas y universidades, se les prohibió trabajar en el gobierno y en ciertas profesiones, les quitaron sus bienes, restringieron sus viajes y finalmente fueron sometidos a deportaciones y prisión.

Si bien algunos italianos apoyaron el nuevo antisemitismo oficial de su país, muchos no lo hicieron. En 1942, el ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels se quejó de que los italianos eran “flojos” en el cumplimiento de los decretos antisemitas. Alemania invadió Italia en 1943 y reforzó los esfuerzos para deportar y asesinar a los judíos italianos. Incluso entonces, muchos italianos manifestaron una increíble valentía y disposición por ayudar a los judíos. Alrededor del 80% de los aproximadamente 45.000 judíos de Italia sobrevivieron a la guerra, a menudo con la ayuda de amigos y vecinos.

Cuando los judíos de Italia fueron atacados, Gino Bartali hizo todo lo que estuvo a su alcance por ayudarlos. En ese momento Bartali tenía un departamento en Florencia, y poniendo en riesgo su vida y la de su familia, se lo prestó a una familia judía para que se escondieran allí. A lo largo de la guerra, Bartali los ayudó a mantenerse. Shlomo Goldenberg-Paz, uno de los judíos que Bartali escondió, tenía nueve años cuando conoció al gran ciclista en 1941. Shlomo estuvo presente en un encuentro entre su padre, Giacomo Goldenberg, Bartali y un amigo de Bartali, Armando Sizzi. Shlomo era en ese momento demasiado pequeño para saber qué fue lo que discutieron, pero recuerda que Bartali le dio una bicicleta y una fotografía autografiada que guardó durante toda su vida.

Ocultar judíos

Dos años más tarde, cuando Alemania intensificó las redadas a los judíos italianos, Shlomo Goldenberg se ocultó con el resto de su familia en el departamento que pertenecía a Bartali. Durante esa época también vivió allí el amigo de Bartali, Armando Sizzi. Además de la familia Goldenberg, también uno de sus primos, Aurelio Klein, huyó a Florencia y permaneció un tiempo en el departamento de Bartali. Durante esos años, la familia judía estaba aterrorizada. La madre de Shlomo era el único miembro de la familia que salía del departamento. Ella sólo salía para comprar comida y rápidamente regresaba a la seguridad del hogar.

”Él nos ocultó a pesar de saber que los alemanes mataban a todos los que ayudaban a esconder judíos”.

“Él nos ayudó a escondernos a pesar de saber que los alemanes mataban a todos los que ayudaban a ocultar judíos”, explicó Giorgio Goldenberg, que era un niño durante la guerra.

Mensajero secreto

A Bartali le pidieron que corriera un riesgo todavía mayor para salvar a los judíos italianos. Durante la Segunda Guerra Mundial, Florencia se convirtió en uno de los mayores centros de resistencia italiana debido al heroísmo de dos líderes religiosos locales: Rav Nathan Cassuto y el cardenal Elia Ángelo Dalla Costa, arzobispo de Florencia. Juntos reclutaron y coordinaron el esfuerzo de rescate que involucró a cientos de italianos para salvar las vidas de miles de judíos locales, así como a refugiados judíos que vivían en Florencia y sus alrededores. El cardenal Dalla Costa ayudó a reclutar personas dispuestas a colaborar, escribió a los directores de los monasterios y conventos en su territorio, suplicándoles que brindaran refugio a los judíos e incluso él mismo ocultó judíos en su palacio de cardenal. Después de que muchos de los judíos activos en esta red fueran descubiertos y arrestados, el cardenal Dalla Costa continuó adelante con el vital trabajo de rescate, alentando a los oficiales de la iglesia a arriesgarse a ser arrestados e incluso torturados por ayudar a los judíos.

Rav Cassuto fue asesinado en Auschwitz en 1945. El Cardenal Dalla Costa sobrevivió la guerra y fue reconocido por Yad Vashem como uno de los Justos de las Naciones en el año 2012.

El cardenal Dalla Costa había casado a los padres de Bartali y conocía a la joven estrella del ciclismo. En algún momento del año 1943 se acercó a Bartali con un pedido ultra secreto: ¿Acaso Bartali estaba dispuesto a trabajar para la red de resistencia italiana y usar sus viajes en bicicleta como una coartada?

Bartali aceptó la propuesta y muy pronto comenzó a trabajar como mensajero, transfiriendo documentos falsificados por toda la campiña italiana, llevándolos ocultos en compartimientos secretos en el marco y el manubrio de su bicicleta. Pocas personas cuestionaron la explicación de Bartali sobre esos largos viajes que él decía que usaba para entrenarse. Con el tiempo, Bartali llevó no sólo documentos de la red clandestina de rescate de Florencia, sino también de la red Assisi, otra organización de rescate con base en esa ciudad. Él llevó documentos falsificados tales como visas, documentos de identidad y pasaportes a judíos en lugares tan alejados como Florencia., Lucca, Genoa, Assisi y Roma, y viajó en bicicleta miles de kilómetros a través de caminos montañosos y bajo todas las condiciones meteorológicas.

Varias veces Bartali fue detenido e interrogado por las autoridades alemanas. Él se escapó de las sospechas hablando de ciclismo y pidió que no tocaran su bicicleta porque había sido especialmente calibrada para lograr máxima velocidad. Impresionados por la fama de Bartali, los oficiales aceptaron su pedido y el compartimento secreto nunca fue descubierto.

Al ganar el Tour de France en 1948

Después de 1944 fueron canceladas las carreras ciclísticas y para Bartali fue más difícil fingir que sus largos viajes eran realmente entrenamientos atléticos. En julio de 1944 fue arrestado por el servicio secreto fascista en Florencia y lo llevaron a la Villa Triste, donde la policía solía torturar a sus sospechosos. Afortunadamente para Bartali, uno de sus inquisidores había sido su comandante en el ejército, Él convenció a los otros oficiales de la policía de que Bartali no ocultaba nada. Por un tiempo, ante el incremento de las sospechas, Bartali se escondió en Citta Di Castello en Umbria, donde vivió con un nombre falso.

Yo no soy un héroe

Gracias a los esfuerzos de Bartali, muchos de los judíos a los que les llevó documentos sobrevivieron a la guerra. Giulia Baquis explicó que durante la ocupación alemana de Italia ella y su familia se ocultaron en la casa de dos hermanas en el pueblo toscano de Lido di Camaiore. Bartali visitó a la familia y les llevó los valiosos documentos falsificados. Otro sobreviviente, Renzo Ventura, recuerda el día que él, sus hermanas y sus padres recibieron de Gino Bartali los documentos falsos que les permitieron sobrevivir.

Después de la guerra, Bartali volvió a sus carreras ciclistas y ganó otro Tour de France y Giro d’Italia, cementando su reputación como uno de los mejores ciclistas de todas las épocas. Bartali casi nunca habló de su heroísmo durante la guerra.

Andrea Bartali señala el nombre de su padre en Yad Vashem

Andrea, el hijo de Gino, recuerda que su padre algunas veces mencionó sus actividades como mensajero, pero sólo a miembros de la familia cercana. “Cuando le pregunté a mi padre por qué no lo podía contar a nadie más, me dijo: ‘Debes hacer cosas buenas pero no debes hablar sobre ello. Si hablas de lo que haces, te aprovechas de la desgracia de los demás para tu propio beneficio’”.

Andrea recuerda que su padre no consideraba que sus actos hubieran sido particularmente heroicos. “Cuando la gente le decía: ‘Gino, eres un héroe’, él respondía: ‘No, no, quiero que me recuerden por mis logros deportivos. Los verdaderos héroes son otros, aquellos que sufrieron con su alma, su corazón, su espíritu y su mente por sus seres queridos. Esos son los verdaderos héroes. Yo sólo soy un ciclista’”.

Bartali se negó a ser entrevistado públicamente sobre sus actividades durante la guerra. La única persona fuera de los miembros de su familia con quien parece haber conversado es Shoshana Evron, la hija de Rav Nathan Cassuto, quien ayudó a organizar el comité clandestino de rescate para el cual trabajó Bartali. Cuando ella se comunicó con Bartali en beneficio del Centro di Documentazione Ebraica Contemporanea, una organización de historia judía en Milán, Bartali se emocionó al oír a un miembro de la familia Cassuto y aceptó hablar con ella sobre su trabajo, pero le dijo enfáticamente que no deseaba que lo grabaran. En el siguiente encuentro, Bartali le explicó a la Sra. Evron todo sobre los documentos falsificados que él distribuyó por toda la campiña italiana.

El verdadero alcance del heroísmo de Bratali sólo salió a la luz después de su fallecimiento, en el 2000. En el 2013 Yad Vashem reconoció a Bartali como uno de los Justos de las Naciones.

Quienes visitan Jerusalem pueden ir al Jardín de los Justos en Yad Vashem y ver el árbol que fue plantado en honor a Gino Bartali, para recordar que no importa cuán heroico parezca ser Bartali a causa de sus habilidades deportivas, porque lo que en verdad lo distingue es su decencia, honor y valentía, lo que lo convirtió en un héroe en todo el sentido de la palabra.

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