"Hagamos al hombre"

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Cuando Dios dice: “Hagamos al hombre a nuestra imagen”, ¿a quién le está hablando?

En el relato de la creación en Génesis, Dios dice: “Hagamos al hombre a nuestra imagen” (1:26). ¿A quién le habla Dios? ¿Acaso este versículo implica que el hombre tuvo más de un creador, es decir, que Dios creó al hombre con la ayuda de alguien más? En una charla con un amigo cristiano él usó este pasaje para apoyar la idea de la Trinidad y yo no supe cómo responderle. ¿Hay alguna otra forma de entender el versículo?

Gracias por tu pregunta, es muy importante.

Hay muchas formas de entender este versículo. Pero antes de citarlas, es importante continuar hasta el versículo siguiente, que declara: “Y Dios creó el hombre a Su imagen”. En realidad, un único Dios creó al hombre, sin ayuda externa. Queda claro que sin importar a quien fuera que Dios le habló en el versículo anterior, nadie más ayudó o aportó en la creación del hombre. Como declara el Talmud: "Donde sea que los no creyentes malinterpreten, su refutación puede encontrarse justo al lado" (Sanedrín 38b).

Dado que un único Dios creó al hombre, ¿a quién le habló cuando dijo: “Hagamos al hombre”? ¿Y qué objetivo tuvo dirigirse a ese ser (o seres)? Los comentaristas ofrecen tres enfoques diferentes:

(1) Dios le habló a los ángeles y se aconsejó con ellos, les pidió su opinión. ¿Por qué un Dios infinito necesita el consejo de otros? El comentarista Rashi explica, basado en el Midrash, que fue un acto de humildad. Dado que en algunos aspectos el hombre se parece a los ángeles, estos podían sentirse celosos de que una criatura tan elevada residiera en la tierra. Por eso Dios consultó con ellos antes de crear al hombre. Rashi continúa diciendo que esto es una gran lección de humildad: el superior siempre debe pedir el consejo de sus subordinados antes de tomar una decisión que los afecte (Midrash Génesis Rabá 8:7, Rashi, Tárgum Ionatán).

(2) Dios le habló a la tierra, ordenándole que formara el cuerpo del hombre. “Hagamos” implica que tanto Dios como la tierra crearían al hombre: la tierra produciría el cuerpo del hombre (obviamente en un proceso controlado por Dios) y Dios insuflaría directamente su alma (Najmánides).

(3) Dios le habló a toda la creación, pidiéndole a cada parte que contribuyera con sus diferentes fortalezas y cualidades a la creación del hombre. El hombre es el pináculo de la creación de Dios y contiene elementos de todo lo que hay en ella (Gaón de Vilna).

Aquí encontramos una hermosa lección ética. Cuando Dios le dictó la Torá a Moshé, pudo dictar este versículo de dos formas: “Haré al hombre” o “Hagamos al hombre”. La primera versión hubiera dejado más claro que hay un único Dios, mientras que la segunda transmite una lección de humildad, como dijimos antes, que “el superior debe considerar seriamente las opiniones de sus siervos”. Dios optó por la segunda opción. Y, como veremos, no fue sólo una cuestión de interesarse más en la ética que en la teología.

De hecho, el comportamiento ético garantiza, mucho más que la teología, que una persona será creyente. Si la Torá nos entrena para ser seres humanos morales, estaremos mucho más condicionados y dispuestos a aceptar a Dios y a Su Torá, incluso si hay versículos que son difíciles de interpretar. Sin embargo, si no somos seres humanos éticos, siempre buscaremos la forma de evadir la responsabilidad, sin importar lo cuidadosa que sea la Torá al transmitirnos la filosofía judía. Por eso, con “Hagamos al hombre”, Dios eligió enfocarse en la ética. Si somos seres humanos buenos, hay esperanzas de que vivamos de acuerdo a la Torá y a la altura de sus ideales (Siftei Jaim, Moadim I pág. 185-6).

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